Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 13

Hace unos cuantos minutos que estoy listo para bajar a almorzar, pero como siempre, las mujeres tardan más, como dice su uno de sus cantantes favoritos, "para la mujer el concepto tiempo es diferente."

—¡Dana, date prisa! ¡Muero de hambre! — Exclamo y casi como si estuviésemos sincronizados, ella abre la puerta del baño dejándome ver la manera que ese vestido transparente deja apreciar su figura cubierta por el bikini color blanco que lleva puesto. Trago saliva de manera exagerada y la observo confundido —¿Tú iras así por todo el hotel?— Pregunto y por algún motivo de echa a reír.

—¿No te gusta?— Me pregunta dándose la vuelta para que pueda apreciar cada ángulo de su cuerpo.

—Sí, pero no creo que debas ir así por todo el hotel... le provocaras un infarto a alguien. — Bromeo.

Ríe ante mi comentario y se acerca a mí de manera peligrosa. —¿Y qué sugieres?— Me pregunta mientras lleva sus brazos por encima de mis hombros.

La miro fijamente y le doy mi mejor sonrisa —Sugiero que, aunque seas te coloques un pantalón corto o un pareo... no sé algo que, aunque sea cubra la prenda tan diminuta que traes en la parte inferior del bikini.t Le propongo.

— ¿Y desde cuando tú me haces una escena de estas? Hasta donde yo sé todos mis trajes de baño han sido así y nunca te has quejado. — Me pregunta de manera provocativa.

—Dana... no tientes a la suerte por favor... al menos para ir a almorzar cúbrete un poco, después en la playa te prometo que me aguanto que te miren como sé que lo harán.— Le digo y muerde su labio inferior.

—Vaya... con que celosillo el chico. — Comenta mientras me suelta y va hacia su maleta dejándome la perfecta vista de su espalda a mí.

Busca un pareo y se quita el vestido transparente para colocarse el pareo. —Esto es mejor. — Comento acercándome a ella.

—No siempre te complaceré en cuanto a la ropa ¿eh? — Me advierte.

—Lo sé. — Replico abrazándola desde atrás —Vamos a comer antes de que tú te conviertas en mi almuerzo. — Le digo entre risas y así sin soltarla vamos hasta la puerta.

Caminamos el pasillo del hotel entre risas mientras caminamos torpemente sin soltarnos y al subirnos al elevador nos quedamos en absoluto silencio mientras que la tengo abrazada desde atrás, ya que hay una pareja de personas mayores dentro.

—Me gusta mucho este lunar tuyo. — Le digo bajito mientras que beso su hombro.

—Franchesco...— Me regaña y ambos reímos.

—sua moglie è molto carina.— Me dice la señora e intento no reírme.

—grazie, lo è.— Respondo y Dana se me queda mirando extrañada.

Las puertas del elevador se abren y antes de que salgamos la señora me mira —goditi la luna di miele.— Me dice y no puedo creer que piensen que estamos casados y que esta es nuestra luna de miel...

—¿Que te dijo?— Me pregunta Dana cuando la tomo de la mano para caminar de manera un poco mas normal.

—¿De verdad quieres saber?— Cuestiono mirándola con una enorme sonrisa.

—Si.—

—Me ha dicho que mi esposa era muy bonita, es decir que tu eras muy bonita. Luego al salir me dijo que disfrutáramos de nuestra luna de miel.— Le explico y su cara es digna de una foto.

—Vaya... la gente si que esta loca ¿eh?— Comenta haciéndose la desentendía y se coloca sus lentes de sol cuando finalmente salimos del hotel hacia el área de la piscina y playa.

—Yo no creo que la gente este loca.— Respondo y me coloco mis lentes de sol también. —Yo creo que si eres muy bonita... además, parecíamos una pareja de verdad y todo.— Comento.

—Vale Franchesco...— Dice sin mirarme y sé que la he puesto nerviosa. —¿Aquel es el restaurante?— Me pregunta y claramente lo hace para cambiar de tema.

—¿Te molesta que te diga que eres hermosa?— Pregunto y sin que ella se lo espere, jalo de su brazo para que quedemos frente a frente.

—No, no me molesta... es que no estoy acostumbrada a que tú me lo digas.— Se explica y vuelve a pararse a mi lado para que caminemos de manera normal.

—Pues acostúmbrate.—

—¿Me lo dirás mucho?— Averigua cuando al llegar al restaurante vemos un cartel que dice que elijamos la mesa.

Elegimos una mesa en la parte exterior del lugar que tenga un poco de sombra y con vista al bellísimo mar que es testigo de este fin de semana juntos.

Aparto su silla y luego me siento en la que esta ubicada en el otro costado de la mesa. —La verdad que si.— Respondo finalmente a su pregunta.

—Entonces yo también te lo diré a ti. Eres muy guapo... demasiado diría yo.— Me dice con una amplia sonrisa.

—Gracias... sabes, esa señora tenia razón, nos entendemos tanto que parecemos recién casados.— Le comento y ahora si que se ha puesto nerviosa.

—Franchesco... por favor... no me pongas mas nerviosa.— Me pide entre risas.

—¿Te pongo nerviosa?— Inquiro.

—Si... es que no sé... estoy intentando acostumbrarme a todo esto. Dijimos que nos tomaríamos estos días para vivir todo con mas naturalidad.—

—Lo sé, no te preocupes... Mejor dime, ¿que tomamos?— Pregunto mirando el menú de bebidas.

—¿Bellini? Estamos en Italia, debemos tomar eso.— Se explica.

—Bellini será entonces.—

—Tú elige los platos. Ya sabes que tenemos gustos similares en lo que es comida.— Propone.

—Y en muchas otras cosas.— Añado.

—Si... eso es cierto.—

[...]

Luego de pedir nuestros tragos y platos de mariscos almorzamos tranquilamente mientras disfrutamos de una de esas charlas que tan bien se nos da a nosotros. Sin dudas podría hablar con ella por horas y horas sin ningún problema.

Un rato después, ya en la playa, me siento en la reposer debajo de la sombrilla, mientras la veo quitarse el pareo y me mira de reojo para luego reírse de mí. —Me intimidas cuando me miras así. — Se queja.

—Yo estoy quieto aquí. — Digo levantando mis manos como haciéndome el inocente.

—Si, pero la manera que me miras es muy inquietante. — Bromea.

—Créeme que así te miran todos los hombres de esta playa. — Le dejo saber y una vez que termina de quitarse el pareo, ella se da la vuelta y me mira con sus brazos en jarra.

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