Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 18

Mi corazón late de manera errante, pero es que no puedo más de la angustia. Mi madre se abraza a mi sentados en la sala de espera privada de esta clínica mientras que esperamos al doctor, y yo solo puedo intentar tranquilizarla, aunque dudo que funcione.

Mi cuñado, camina de un lado al otro y noto en su rostro el miedo que tiene —Marta, ¿y las niñas? — Pregunta Dana.

—Con Luciano en la casa, es que Dante y su esposa están fuera de la ciudad y no teníamos con quien dejarlas. — Le explica.

—Dígale a Luciano que yo voy a cuidar las niñas. — Le ofrece y luego se acerca a nosotros. —Manténganme al tanto por favor. — Nos pide y se despide de nosotros con dos besos.

La veo salir de la sala de espera y sé que debería haberle dado las gracias, pero no sé... estoy bloqueado.

[...]

No tengo idea de cuánto tiempo ha transcurrido, pero el doctor aún no ha venido a darnos el parte médico. El que sí ha llegado es mi padre quien se abraza a mi madre como nunca lo había visto hacerlo. Tienen miedo y no es para menos, no sabemos cómo está mi hermana y es la primera vez que pasamos por algo así...

— ¡Doctor! — Exclama mi madre soltando a mi padre cuando vemos a un señor de cabello cobrizo con la típica ropa de doctor entrar a la sala de espera. — ¿Cómo se encuentra mi hija?— Le pregunta con desesperación.

—Hemos podido estabilizar a la paciente. Llego a la sala de emergencia con un pulmón perforado a causa del impacto que recibió durante el accidente. La hemos mantenido en observación para evaluar el tamaño de la perforación y saber si era necesario intervenirla quirúrgicamente, pero por fortuna el tamaño de la perforación no es tan grande y podrá sanar por si sola. La paciente deberá seguir algunas indicaciones que le daremos. Además de la perforación del pulmón, ha sufrido una fractura en uno de sus brazos, pero ya le estamos enyesando. Después de esas dos lesiones el resto son simples traumatismos que se irán curando con los días. — Nos explica y siento como todos respiramos más aliviados.

—¿Cuándo podrá volver a casa?— Le pregunta Carlos.

—La mantendremos en observación durante 48 horas para asegurarnos de que no haya ninguna otra complicación; si todo va bien, en dos días estará de regreso en casa.— Le explica.

—¿Podemos verla?— Pregunta mi madre.

—Por supuesto. —

[...]

Necesite ver a mi hermana con mis propios ojos y escucharle hacer sus típicos comentarios acerca de lo sucedido para asegurarme que estaba bien. Como era de esperarse, esta adolorida, pero en poco tiempo estará bien.

Como siempre lo que más le preocupa es Fabiola y Carla, pero ha quedado un poco más tranquila cuando le dije que me las llevaría a mi casa mientras nuestra madre y Carlos se quedan con ella en la clínica a pesar de que ella les ha dicho que no era necesario.

Ya es muy tarde y al entrar a la casa de mis padres busco a Jordana y a las niñas por todas partes hasta que me las encuentro durmiendo abrazadas en la cama que las niñas tienen cuando vienen a la casa de sus abuelos.

«Se ven tan tiernas...»

Sigilosamente me acerco a ellas y toco el brazo de Dana —Cariño...— Le digo bajito para que despertar a las niñas.

Ella abre sus ojos y al verme se sorprende. —Franchesco, ¿Cómo está tu hermana?— Pregunta preocupada.

—Dentro de lo que cabe está bien, pero la tendrán dos días en el hospital. Estamos a cargo de las niñas.— Le dejo saber con una enorme sonrisa.

—¿Nos quedamos aquí?— Pregunta confundida.

—No, llevémoslas a nuestro piso.— Informo y cuidadosamente levanto a Fabiola entre mis brazos a pesar de que ya no es la pequeñita que era antes.

—Tito...— Me dice.

—Shhh... tú duerme, solo iremos a mi casa. — Le digo mientras que Dana toma a Carla entre sus brazos.

—Vale, pero yo camino...— Me dice y apoyo sus pies en el suelo. —¿Cómo esta mamá?— Me pregunta preocupada.

Mientras vamos al auto le explico lo que nos ha dicho el doctor y esto parece dejarle más tranquila, su hermana en cambio, ni se ha despertado...

[...]

Una vez que llegamos al piso, Fabi y Carla se van a acostar al cuarto de Dana. Cierro la puerta sin hacer mucho ruido y al darme la vuelta me la encuentro a ella mirándome con preocupación.

—¿De verdad Tammy está bien?— Me pregunta con dudas.

—Si, de verdad... ahora ven, vamos a dormir.— Digo tomándole la mano y ella niega.

—Están tus sobrinas.— Me dice.

—¿Y?—

—Quedaríamos que sería un secreto...— Comenta.

—Sí, pero que duermas conmigo no tiene por qué hacer que ellas se den cuenta, ¿Cuántas veces hemos dormido juntos? — Pregunto pícaramente.

—Vale, pero nada más dormiremos...— Me advierte.

—Por supuesto.... Creo que me puedo comportar mientras ellas este aquí. — Comento intentando no reírme.

—No sé porque no te creo, pero vamos porque estoy muerta de sueño.— Expresa dándose por vencida y finalmente entramos a la habitación.

Al día siguiente:

No sé ni qué hora es, solo sé que ella esta abrazada a mí y que su cabello comienza a hacerme cosquillas. Acomodo suavemente su cabello a un lado y observo lo preciosa que luce así dormida. Se ve tan en calma... observo cada detalle de ella y me siento el hombre con más suerte del planeta por poder amanecer con ella a mi lado.

Un golpe en la puerta interrumpe mis pensamientos y antes de que pueda responder, allí están mis dos sobrinas abriendo la puerta y lanzándose sobre la cama como solían hacerlo cuando vivíamos todos juntos.

—Niñas, que Dana estaba durmiendo. — Las regaño al ver que ella se ha despertado sobresaltada a causa del susto que le han dado.

—Casi muero de un infarto aquí. — Se queja llevando su mano a su pecho y tanto Fabi como Carla ríen.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta