Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 19

Las niñas han entrado al cuarto junto con su padre para ir a ver a su mamá y mientras tanto, mi madre, Dana y yo nos quedamos en la sala de espera a esperar que Dana y yo podamos entrar.

—Madre, deberías ir a casa y descansar un poco. — Le sugiero, pero como siempre ella niega.

—No, yo estoy bien. Además, al parecer el doctor ha dicho que tu hermana ha evolucionado muy bien y puede que le den de alta antes de lo previsto. — Me explica.

—Marta, ¿quiere que le traiga un café? — Le propone mi novia y mi madre asiente.

—Te lo agradecería mucho hija. — Le dice sonriente y sin más, Dana se pone de pie para ir a la cafetería.

—¿Tú quieres?— Me pregunta a mitad del pasillo y le sonrió.

—Por favor. — Respondo un poco alto para que me escuche y ahora es ella quien me sonríe.

Mi madre se me queda viendo de manera extraña y me da una tímida sonrisa —¿Cómo va la convivencia con Jordana?— Me pregunta de la nada.

—Muy bien, tú sabes que nos llevamos de maravilla.— Respondo intentando sonar normal.

—¿Y no ha ocurrido nada entre ustedes dos?— Indaga.

«Es hora de actuar Franchesco...» Me digo a mí mismo y pongo mi mejor cara de póker.

—¿De qué hablas madre? Dana y yo somos amigos.— Le miento.

—Esa niña es preciosa hijo... además, me da la impresión de que ya no la ves como una amiga. Te conozco demasiado Franchesco, recuerda que te parí.— Me dice firme y solo puedo reírme de su manera de expresarse.

— ¡Eres tremenda madre! — Digo entre risas y la abrazo.

—No intentes distraerme y dime la verdad. — Me regaña.

La suelto para poder mirarla y suspiro como dándome por vencido. —Estoy loco por ella madre. Me he dado cuenta en estas últimas semanas que siento cosas muy fuertes por ella.— Le admito y mi madre sonríe ampliamente.

—¿Y ella?— Presiona.

—También siente cosas por mi... madre, hemos comenzado una relación, pero, ella no quería que dijésemos nada porque aún no sentimos un poco extraños en esta nueva etapa. No ha sido fácil admitirlo porque hasta ahora, Dana y yo solo éramos mejores amigos de toda la vida.— Me explico y ahora es mi madre quien me abraza a mí.

—Es que yo no entiendo cómo es que han tardado tanto en darse cuenta de que ustedes dos son la pareja perfecta. Se llevan tan bien, se entienden tanto... se complementan de una manera que los hace ser el uno para el otro... pero, ustedes dos estaban tan ciegos...— Me dice como si fuese un regaño y me hace reír.

La mirada de mi madre en la mía me deja saber que la noticia le hace feliz. —Madre, Dana me matara si se entera que te lo he dicho...—

—No diré nada.— Me interrumpe —Eso sí, cuídala y nada de querer ir a buscar a aquella mujer que te rompió el corazón, no vale la pena.— Me advierte.

—Lo sé madre. No te preocupes, que no quiero arruinar lo que tengo con Jordana, me hace ser muy feliz.— Le explico y a lo lejos veo a Dana acercarse. —Allí viene. — Le digo a mi madre para que no comente más el asunto.

—Me alegra saberlo.— Me dice y luego cambia de tema completamente.

—Marta, aquí tiene.— Le dice ella dándole el vaso de cartón con café. —Franchesco, el tuyo.— Me dice y evito sonreírle de la manera culpable que sé que lo hare si lo hago

—Gracias hija. — Le dice mi madre.

—Gracias Dana.— Me limito a decir y no quiero ni pensar si se entera de que ya casi todos en mi familia están conociendo la noticia de lo nuestro.

Quizás debería de hablar con ella esta noche y decirle que no somos muy buenos ocultando lo que nos sucede. Lo que menos quiero es discutir con ella y mucho menos correr el riesgo de perderla por una tontería así. Sé que es poco el tiempo que llevamos juntos, pero de verdad me encanta lo que tenemos y como me siento a su lado. Eso sin contar que me he enamorado de ella hasta los huesos.

—Franchesco, me ha llamado mi cliente, debo irme. — Me anuncia. —Marta, un gusto verla nuevamente, dígale a Tammy que la visitare más tarde o en la casa si no llego a verla antes que le den el alta.— Le dice a mi madre.

—¿De verdad no quieres que te lleve?— Insisto y ella niega.

—No, tomare un taxi. — Explica y luego se despide de mi madre con dos besos.

—Hija, deja que te lleve. —Intercede mi madre y no sé si es buena idea.

—Es que tengo el auto en casa. Puedo ir por el y luego ir a ver a mi cliente.— Insiste.

Sin dejar que lo piense más, me pongo de pie —Yo te llevo y punto.— Digo firme y me despido de mi madre. —Al rato vengo por las niñas.— Le digo.

—Vale hijo, te esperamos aquí.—

Dana y yo caminamos por el largo pasillo y puedo sentir su mirada clavada en mi –No era necesario...— Dice tímidamente.

—Si era necesario. No quiero que mi novia ande en taxi si es que yo puedo llevarla. — Le dejo saber sonriente.

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