Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 25

Un poco más de dos semanas después: 10 de agosto

—Todos nos miran. — Me dice nerviosa cuando finalmente nos sentamos en las sillas del avión que nos llevara a Ibiza.

Rio antes su paranoia y sujeto su mano sobre él apoya brazo que divide nuestros asientos —¿Podrías relajarte?— Le pido intentando no reírme.

Ella me mira y niega —Lo siento, pero tengo la sensación de que todos se han dado cuenta de lo que nos traemos y que mañana vamos a aparecer en la primera plana de un periódico... o aun peor, en el programa de chismes de la tarde. — Comenta llena de nervios y amo que sea así, es tan ella...

Me acerco lentamente a ella hasta que estoy cerca de su oído — ¿Sabes lo que te vendría bien a ti para que se te quite todo ese estrés que cargas? — Le pregunto de manera picara.

—Supongo que tú lo sabes. — Dice bajito y sonrió.

—Claro que lo sé... te vendría muy bien que te llevara al baño de este avión y te follara como nunca. — Digo de manera sensual y al verla ella me mira como matándome.

—¡Que poco romántico!— Exclama en un susurro y sé que bromea, pero no me libro de que golpee mi brazo.

Sin poder para de reír nos acomodamos en nuestros asientos, y de repente me mira. —Déjame decirte que la idea no está para nada mal... pero, lo veo complicado. — Comenta y sonrió como un imbécil.

Sigo sin comprender en que momento mi mejor amiga me ha idiotizado de la manera que lo ha hecho... Me tiene aquí imaginándome mil cosas con ella y parezco un niño que no puede controlar lo que le sucede.

[...]

Agradezco al cielo que el vuelo haya durado menos de dos horas, no podría haber seguido en un avión con Jordana cruzando las miradas que cruzábamos... Creí que en cualquier momento incendiaríamos la aeronave o algo así… —Ufff... ¡pero que calor hace aquí! — Comenta y se refresca moviendo la tela de su camiseta haciendo que ría mientras caminamos por todo el aeropuerto.

—Ni que lo digas... — Replico mirándola de manera cómplice. —Creo que casi muero en ese vuelo... Nunca más volare contigo. — Bromeo.

—Es que tú y tus comentarios… Haces que le de calor a cualquiera. — Me regaña.

—Y tú y tu falda, ¿Qué? Debería ser ilegal que te sientes a mi lado cruzando las piernas así. — Le reclamo.

—¿Serás así todo el viaje?— Me pregunta cuándo vamos hacia el mostrador de renta de autos.

—La que te espera guapa... Ibiza junto a ti... es que se me ocurren muchas cosas. — Le advierto y muerdo mi labio inferior con tan solo imaginarme lo que podemos llegar a hacer.

—Miedo me das. — Dice preocupada.

—Es bueno que me tengas miedo, no estoy jugando. — Le advierto.

—Deberías adelantarme alguno de los planes.— Me pide de una manera muy sensual.

Tan solo me acerco a ella antes de ir a firmar los papeles para el auto —No son aptos para decírtelos aquí. — Le informo y ella muerde su labio inferior.

Teniendo que dejar nuestra escenita de lado, hago todo el papeleo del auto bajo la atenta mirada de las mujeres que trabajan allí e intento seguir oculto bajo mis lentes de sol y mi gorra, pero claramente se han dado cuenta de quién soy. A veces no me doy cuenta de que el arte podía venir acompañado de la fama, y es que no a todo el mundo le pasa algo como eso, pero a mi particularmente me ocurrió. Me hago el tonto y una vez que me entregan la llave del auto, salimos al estacionamiento —Oh... ¡pero mira! Auto deportivo y todo...— Comenta divertida al ver el Audi TT color negro.

Aprovechando que no hay nadie a nuestro alrededor, la tomo por la cintura y la pego a mí —Si miras bien casi ni entra gente en los asientos diminutos que hay detrás... Lo he hecho a propósito para que siempre seamos solo tú y yo. — Le dejo saber y sonríe.

—¿Desde cuándo eres tan calculador?— Me pregunta sosteniendo mi rostro entre sus manos.

—Desde que me he vuelto absolutamente loco por ti. Juro que podrías pedirme lo que quieras y lo haría. — Le confieso.

Me mira con dulzura y sonríe —Solo te voy a pedir que nunca cambies quien eres conmigo. Amo sentirte mi amigo, mi novio, mi amante... amo cada detalle de ti.— Me dice y solo siento ganas de besarla, pero ella niega.

—Alguien puede vernos, es mejor que vayamos al hotel. — Me pide y niego.

—Es que no vamos a un hotel cariño. — Le digo tomándola por sorpresa.

—¿Ah no?— Pregunta preocupada.

—No, vamos a una casa bastante grande donde podremos hacer las fiestas que queramos... hay muchas habitaciones, así que todos se quedan allí. — Le informo.

—¿Vamos a compartir casa con tus amigos?— Pregunta y noto la preocupación en su rostro.

—Sí, pero no te preocupes... me han dicho que la acústica de las habitaciones es muy buena.— Comento e inevitablemente los dos reímos.

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