Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 49

2 días después: 24 de diciembre

Hago sentadillas en el jardín de casa de mis padres, mientras que escucho a mi madre, Tammy, y Dana hablar desde la cocina mientras preparan todo para la cena de esta noche. El que tengan la puerta abierta me hace más fácil escuchar e intento contener la risa al escuchar las reacciones de mi futura esposa a medida que mi madre y hermana le dan algunos consejos para cuando llegue la hora del parto. Pobre... Creo que la están asustando más de lo necesario...

Sigo con mis ejercicios hasta que de repente, escucho sus pasos. —Amor, ¿tienes para mucho más?— Me pregunta y me detengo para darme la vuelta y verla a los ojos.

—¿Qué sucede? ¿Te quieres ir?— Le pregunto algo preocupado. Quizás no le ha gustado lo que le han dicho...

Ella niega con su cabeza y me sonríe. —No, es que en realidad falta bastante para la hora de la cena y creí que podríamos ir un rato a nuestro piso... Ya sabes, para relajarnos un rato y eso.— Propone mientras lleva sus brazos sobre mis hombros.

—Cariño, estoy todo sudado.— Le advierto y muerde sus labios.

—Pues, me gusta mucho... Debemos ir a casa para que tomes una ducha y te cambies, yo puedo ayudarte con ello.— Me propone haciéndome reír.

—Tú lo que quieres, es escaparte de aquí.— Bromeo.

Finalmente asiente —Es que el que me hablaran de la inyección que me darán el día del parto, de los dolores... y de todo eso no ha sido muy agradable. Prefería estar aquí fuera contigo haciendo ejercicio.— Se explica.

Acerco mis labios a los suyos, y la beso delicadamente. —No les hagas caso... Solo intentan ponerte nerviosa.—

—Pues lo han conseguido.— Dice seria y rio.

—Vale, vayamos a nuestro piso un rato y te quito esos nervios a punta de besos, ¿te parece?— Propongo y asiente con gran entusiasmo.

—¡Si!— Accede y sin más preámbulos, la tomo de la mano y entramos a la casa para despedirnos.

—Familia, regresaremos para la cena. Dana y yo debemos hacer unas cosas antes.— Hablo sin dar más detalles y después de buscar su bolso; salimos de la casa.

Le ayudo a subir al auto y cuando voy a subirme yo, ella ya ha colocado música a todo volumen. Suena Melendi y su canción "desde que estamos juntos" y yo rio al verla cantar como si estuviese en un concierto.

—Creo que mi familia te ha agobiado un poco.— Comento interrumpiendo su sesión de karaoke, y me mira con algo de vergüenza.

Baja un poco el volumen y me mira fijamente. —No es eso. Es que no estoy acostumbrada a estas situaciones, tú sabes que he perdido a mis padres hace algún tiempo ya, y regresar a todo lo que significa tener una familia me cuesta un poco.—

—Y sobretodo con mi familia, ellos no son simples.— Le interrumpo y ambos reímos.

—¡No! ¡No es eso!— Dice entre risas. —Es que desde que estoy contigo, me tomo todo día a día, apenas en algunos cuantos días nos casaremos y eso es en lo que pienso ahora.—

—Y en nuestra casa.— Agrego.

—Claro, en eso también. Pienso en la boda, en la casa, y en tu exhibición... No estoy pensando en lo que me espera el día del parto, apenas tengo casi 12 semanas de embarazo y en lo que menos pienso es en los dolores que sentiré ese día.— Se explica y asiento.

—Es que ya sabes como son...— Les excuso y ríe.

—Claro que lo sé, no es que me moleste. Es que para los demás es muy difícil comprender como es que tú y yo llevamos lo nuestro. Esto comenzó hace casi seis meses y desde ese día hemos vivido improvisando.—

—Y me encanta que hayamos improvisado cada paso de nuestra relación, eso es lo que lo hace tan único.— Afirmo.

—Si... y si te digo la verdad, ahora mismo siento muchas ganas de improvisar algo contigo en un callejón.— Me dice con un tono de voz mas sensual y le miro sorprendido.

—Cuéntame como es eso...— Le pido y sonríe.

—Estaciona el auto en alguna calle solitaria.— Me pide y le miro como preguntándole si es cierto lo que me ha pedido.

Una maliciosa sonrisa se dibuja en su rostro, y cuando menos me lo espero, ella lleva su mano a mi entrepierna causando que mi sangre fluya hacia un punto especifico de mi cuerpo. —Veo que necesitas liberar estrés...— Bromeo nervioso.

—Mucho, estaciona allí.— Me pide señalando una pequeña calle donde no hay un alma.

Hago lo que me pide, y una vez que detengo el auto, ella se quita el cinturón de seguridad. —Agradezco que los cristales sean polarizados...— Comento.

Ella busca algo en el asiento de atrás, y me sorprende totalmente cuando busca el protector solar y lo coloca en el cristal frontal. —Vaya... piensas en todo.— Comento entre risas y una vez que lo ha colocado, se las ingenia para sentarse sobre mí.

Me comienza a besar con desespero y yo solo puedo responder a su beso con la misma euforia mientras que consigo echar el asiento un poco más hacia atrás. —Lo siento guapo, pero te necesito ya.— Me dice entre besos mientras que sus manos bajan mi pantalón deportivo y luego juegan con mí hombría.

—Ven que te quitare este estrés...— Le dejo saber y voy levantando la falda de su vestido.

Mis dedos comienzan a jugar con ella por encima de la tela de su ropa interior, y puedo escuchar su gemidos en mí oído mientras va besando mi cuello con desespero.

Así es como habíamos comenzado... Siendo salvajes... Libera mi notoria erección de mi bóxer y sigue jugando conmigo mientras que ahora mis dedos ya se han inmiscuido en ella. —Me mata cuando me tocas así.— Me dice al oído y sonrió triunfal.

—Me gusta mucho más estar en ti.— Le aclaro y vuelve a mi boca.

Me muerde los labios y ríe mirándome a los ojos. No sé exactamente que es lo que hizo que esto suceda, pero me encanta.... —¿Qué esperas? Entra en mi ya.— Me pide y mis dedos abandonan su cuerpo para ser reemplazados por mi hombría.

—Quiero verte moviéndote sobre mi.— Le pido a modo de reto y sonríe triunfal.

Comienza a moverse sobre mi y yo solo puedo recorrer su cuerpo con mis manos y sentir que muero de placer. Inclina su cabeza hacia atrás en medido de gemidos y gritos que dicen mi nombre... Es tan excitante... —Joder...— Digo incoherente cuando siento que no puedo más.

Ella se aferra a mis hombros y la esencia de nuestros cuerpos se funden en un elixir mágico... —Esto es lo que necesitaba.— Dice agitada mientras apoya su cabeza en mi pecho.

—¿Sexo?— Pregunto confundido y ambos reímos.

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