Sin Darnos Cuenta romance Capítulo 6

Sus ojos me miran al apenas abrirse y puedo ver la confusión que hay en ellos. —¿Qué hemos hecho?— Pregunta al notar lo mismo que he notado yo hace instantes… estamos desnudos.

Me siento, apoyo mi espalda en el respaldar de la cama mientras la miro fijamente —Honestamente no lo sé, aunque todo indica que...— Trato de decir, pero ni puedo terminar la frase.

—¿Hemos?— Trata de preguntar cubriéndose con la sabana y sentándose a mi lado. —No recuerdo nada...— Comenta mientras observa su alrededor y ve nuestra ropa tirada en el suelo.

—Puede ser... no sé hasta donde hemos llegado, ni siquiera recuerdo como hemos llegado a casa.— Le explico y me atrevo a mirarla.

—Joder... sí que nos hemos emborrachado...— Dice a la nada e intenta levantarse de la cama para buscar su ropa, pero antes de ponerse de pie me mira. —Esto no arruinara nuestra amistad, ¿no?— Inquiere y niego.

—No.— Sentencio y ella se pone de pie para buscar su ropa, pero la sabana se queda enganchada al colchón haciendo que su cuerpo quede expuesto ante mis ojos.

Su rostro se torna color rojo intenso e intenta cubrirse de manera nerviosa mientras sin que lo pueda evitar mis ojos recorren la geografía de su cuerpo. —Con todo respeto Jordana, eres muy bella.— Le digo y puedo notar como su respiración se ha agitado ante mis palabras.

Busca de manera torpe su diminuta braga y sujetador, y se los coloca rápidamente para luego sentarse nuevamente en la cama mirándome extrañada —Pensaba salir huyendo de tu cuarto y encerrarme en el mío evitando verte, pero no puedo. No puedo contigo Franchesco.— Me dice nerviosa.

—¿Por qué?— Presiono y no puedo dejar de mirar su cuerpo.

—Eres tú. Eres mi mejor amigo, al hombre que más confianza le tengo en este mundo y que me conoce mejor que nadie y bueno... esto no sé ni que ha sido y ni siquiera estoy segura de que algo haya sucedido entre los dos... y si ocurrió no recuerdo nada.— Se explica y me acerco mas a ella.

—Yo tampoco sé que ha sido esto Dana... y si, tú también eres para mí la mujer en la que más confianza tengo y no quiero cagarla... esto será totalmente incomodo, pero necesito preguntártelo porque no sé qué ha ocurrido entre nosotros y tampoco veo que haya rastros de que haya usado... ya sabes... ¿te cuidas?— Pregunto con un hilo de voz y con más incomodidad que nunca.

Asiente —Si, me cuido... no puedo creer que podamos haberlo hecho...— Dice mirando la cama.

—Yo mucho menos, hemos pasado tantas noches durmiendo juntos... yo estoy destruido por ella y tú por él...—

—Lo sé.— Interrumpe.

—Me pregunto si al menos lo hemos disfrutado.— Pregunto e intento no reírme, pero ella es quien se ríe de mi comentario.

—¿De verdad te estás preguntando eso?— Averigua sin parar de reír.

—Perdón, pero es inevitable... seamos honestos Dana, tú eres guapísima.— Digo e intencionalmente recorro su cuerpo con mi mirada y al llegar a su rostro noto que muerde su labio inferior.

Mira mi torso y baja hasta donde llega la tímida sabana que me cubre —Y tú no estás nada mal...— Comenta sonriente. —Si al menos nos recordáramos de algo...— Murmura.

—¿Qué sucedería si nos recordáramos de algo?— Pregunto con mucho interés y me inclino un poco más hacia ella.

—Te preguntaría si la razón por la que él me ha engañado es porque soy mala en la cama.— Explica con un tono de voz que me invita a muchas cosas.

Llevo mi mano hacia su cabello y lo muevo a un lado —Yo te podría preguntar lo mismo si recordaras algo.— Le susurro.

—Franchesco...— Dice agitada —Somos amigos...— Comenta y asiento.

—Lo sé... pero es que... podríamos que se yo...— Intento decir.

—¿Pasarla bien?— Pregunta interrumpiendo mi intento de frase.

—Eso es lo que queríamos, ¿no?— Le pregunto arrodillándome sobre el colchón dejando que la sabana me descubra y acercándome más hacia ella.

—Ese era el plan, pero no era entre nosotros...— Dice con una tímida sonrisa.

—¿Qué mejor que pasarla bien con alguien a quien le tienes confianza?— Pregunto y ella arquea sus cejas.

—Cierto...— Dice arrodillándose ella también para que quedemos a la misma altura.

Llevo mis brazos rodeando su cintura y la miro fijamente. —Joder que si eres bella.— Le digo agitado a causa de su cercanía y jamás pensé que me sentiría así por ella, Dios, es tan hermosa...

—Hagamos las cosas bien.— Propone.

—¿Y cómo sería eso?— Le pregunto mientras mis manos van bajando por su cuerpo hasta llegas a sus muslos y hago que vaya enredando sus piernas en mi.

—No nos enamoremos...— Propone y sonrió.

—Cero dramas. Cero amor...—

—Solo sexo...—

—Solo eso.— Afirmo y es ella quien da el primer paso y me besa fervientemente.

Jamás me hubiese imaginado estar así con ella. No me hubiese imaginado estar quitándole su ropa interior y ver su cuerpo expuesto ante mí. La toco delicadamente y siento como cada nervio de mi ser se altera ante la presencia de su figura desnuda aferrada a mí. No existen las palabras entre los dos mientras nos dejamos caer nuevamente en el colchón sin dejar de besarnos y tocarnos. No hace falta más que el sentir como me consume el calor que se ha generado aquí y entrar en ella lentamente. Escucho sus gemidos en mi oído y me altero más. Consecuentemente me muevo en ella sin piedad y así comienza la dulce tortura entre nuestros cuerpos.

—No te detengas.— Me pide mientras sus uñas arañan mi espalda.

Hago caso a sus palabras hasta que nuestros cuerpos no resisten más placer y explotan a la par. —Eres buena...— Digo agitado mientras caigo a su lado luego de haber salido de ella.

—Tú también...— Replica y se cubre nuevamente con la sabana haciéndome reír.

—No te cubras... no después de que te he visto entera...— Digo y muevo la sabana a un lado.

Ella ríe y suspira —Que extraño ha sido todo esto...— Comenta mirando al techo.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Sin Darnos Cuenta