Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 28

La llevé hasta la pared más cercana, no había nada más que las regaderas y las paredes de los baños. Al parecer iba a protestar en cuanto la pegue a ese muro, porque abrió y después cerró la boca, sin quitar su mirada de mí la mía.

Con un brazo la tenía sujeta de la cintura, mientras mi otra mano acarició su vientre para bajar hacia su centro y tocarla por encima y notar que estaba húmeda me hacía entender que estaba lista para mí.

Mi pene se movió inquieto de las ganas, también se encontraba listo y dispuesto, tan duro que podría decir que hasta dolía por las ansias que tenía por sumergirse muy profundamente dentro de ella.

La pegue más a mí cuerpo y mientras guíe mi pene erecto a su entrada, me hundí dentro de ella con solo una vez. Estaba tan mojada que eso ayudó con más facilidad. En voz alta ella soltó un gemido de placer en cuanto sus ojos se cerraron con fuerza. En un susurro le pedí que los abriera y me viera, quería disfrutar cada de estos momentos con ella mientras nos miramos fijamente, sin dejar de vernos en ningún momento. Sentía que era una forma de ver en ellos lo que transmitían en el instante que la tomaba, sus hermosas pupilas verdes esmeralda brillaban y era algo más que me encantaba ver mientras la hacía mía.

Coloque mis manos en su redondo trasero estrujándolo. Sus brazos se enroscaron mi cuello mientras sus dedos acariciaban la parte baja de mi cabello y nuca.

Estaba tan cerca del borde, que era un milagro que no hubiera llegado en el momento en que me hundí en su apretado canal. Era tan increíble que me dejaba sin aliento. Había sido la única que me hacía sentir de esta manera.

Empecé a embestir con fuerza y profundamente. Sin apartar mis ojos de los suyos. Grito mi nombre mientras gimió y se retorcía contra la pared de la ducha, sin dejar de parar de follarla en ningún segundo seguía moviéndome con más rapidez dentro de ella. Comencé a sentir como su interior me apretaba el pene. Inmediatamente reduje el ritmo, disminuyendo las embestidas contra su excitado sexo.

— ¿Quieres que te lo haga suave o duro? — me acerque para besar y morder su cuello.

— Duro — susurro que muy apenas la pude escuchar.

— ¡No escuche bien  repítelo y que sea al alto! — gruñí.

— ¡Lo quiero duro, sin parar! — dice en voz alta — Por favor… no me hagas esperar más..

Sin más que decir el uno del otro la embestí nuevamente pero con más frecuencia sin parar y mucho más rápido que la anterior. Nuestros cuerpos desnudos se encontraban completamente pegados y húmedos, el ambiente se sentía caluroso y solo se escuchaba el sonido de nuestros jadeos de excitación.

Quería que se viniera conmigo. Cuando la sentí que estaba a punto de llegar, me moví más y con muchas ansias besé sus deliciosos labios. Ya está fuera de mis cabales y me sentía impulsado la necesidad más caliente. Golpee tan fuerte dentro de ella. Hasta sentirla como se estremeció entre la pared y mi cuerpo en el momento que llegó y obtuvo un orgasmo que la hizo gritar otra vez mi nombre.

— ¡Dante! — grito entre gemidos.

Eso hizo que siguiera y que perdiera completamente el control en mí hasta terminar por liberarme y dándole una fuerte estocada final enterrado muy dentro, hasta arrojar todo mi líquido caliente dentro de ella empapando su interior. Mi cabeza aterrizó en su suave cuello. Mientras intentaba recuperar el aliento, disfrutando la sensación que despierta en mí, durante se relajaba en mis brazos y pensé lo bien que me gustaba eso y que podría acostumbrarme a ello, hasta el punto de quererme quedar allí para siempre.

Volví mi cabeza para verla, noté que aún estaba intentado recuperarse, ya que sus piernas seguían temblando desde el orgasmo que tuvo. La besé de una manera extremadamente dulce que contrastaba del todo con el sexo salvaje que habíamos tenido hace un momento. No sé porque razón lo hice, fue algo impulsivo que ni yo mismo esperaba, y ella tampoco lo espero ya que tardó en reaccionar a mi beso y cuando nos detuvimos para deshacer ese beso, vi en sus ojos asombro con algo de confusión.

Con cuidado la baje de mis brazos, pero sin soltarla espere a que sus piernas y sus pies se establecieran al peso de su cuerpo. La solté para girarme hacia la regadera y abrir la llave. Me volví hacia ella y la vi apoyada con su espalda aún en la pared. Me acerque a ella para tomarla de la mano y atraerla conmigo.

— Ven, te ayudaré a lavarte. Esta vez seré yo él que lo haga.

No dijo nada, solo asiento con su cabeza y se acercó al momento que tomó de mi mano. Nos duchamos juntos, le ayudé a lavarse nuevamente su hermoso cuerpo, y a la vez me estaba arrepintiendo de hacerlo hecho, ya que estaba otra vez volviendo en sí mi compañero de abajo. Y es que al recorrer con mis manos su piel suave, me prendía, me excitaba. Pero este momento lo solo quería disfrutarlo así, sin sexo, solo acariciarla y viéndola, sin mi lado lujurioso.

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Salimos de las duchas y del gimnasio, ya aseados y más relajados. Tomo de su mano para caminar juntos. Primero la llevaré al restaurante del club, antes de ir a dejarla a su casa.

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