Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 29

LILLIE

Se que era algo tonto discutir con él, siempre se salía con la suya, por más que insistiera, él siempre salía ganando.

Por más que deteste su terquedad, admito para mí misma que me esta gustado que cuide de mí. Nunca alguien que no fuera mi familia se había preocupado por mí, ni mucho menos cuidarme.

Él era el primer hombre en mi vida, y no se trataba de cualquier hombre. No lo digo porque sea mafioso, sino por su personalidad, su rudeza, lo atractivo que es, su lado malévolo y su lado dulce.

Descubrí que tenía un lado bueno y eso era lo que me estaba haciendo caer, o más bien lo que ya me hizo caer.

Llegamos al hospital, en cuanto se detiene en el estacionamiento del lugar, yo no pensé más, e intenté abrir la puerta para bajarme, no quería irme sin decirle nada, pero no se que decir, él tampoco dijo nada en todo el camino, sin contar nuestra pequeña discusión. Cuando estoy por salir él toma de mi antebrazo para jalar de mí y así detenerme.

— ¿Te irás sin despedirte? — dice, su mirada se fija en la mía cuando me giré bruscamente hacia él.

— No creo que nos volvamos a ver — respondo — Así que, adiós..

Solo agrego eso, no sé de qué manera esperaba que me despidiera, tengo claro que esto se termina aquí mismo y que de ahora en adelante ya nunca más lo veré, se que él no es un tipo que vuelva a repetir con la misma mujer, y la verdad si quisiera que volviera a tomarme, pero más quisiera que él fuera un hombre normal, que se comprometiera con la mujer que elige, y se abriera a sentir y expresar sus emociones.

Él sigue agarrándome del brazo, y sin dejar de mirarme.

— Yo me refería de otra forma.

— ¿De q…? — mi pregunta es callada cuando sus labios son estampados en los míos.

Ahora entiendo a lo que se refería, pero por más que quiera esto, no está bien, no le hace bien a mi corazón, a ese loco e inquieto órgano que está latiendo a mil. Su boca es como el fuego, que hace que arda cada vez que pose con ella, sus labios suaves y cálidos hacen que los dese siempre que los veo y más cuando sonríe, su lengua aterciopelada me excita cuando recorrer mi piel o el interior de mi boca.

Todo en él es fuego, calor, infierno.

Su lengua entra en mi boca y se mueve con ansias, el beso es feroz, con desesperación pero delicioso, como siempre lo es. Sus manos van a mi nuca y la otra a mi cintura para acercarme más a él.

Sin darme cuenta, termino sentada a horcajadas sobre él. Sus manos toman mi trasero para apretarlo, mientras nuestro beso se vuelve más salvaje. Mis manos recorren su nuca y su cabello, amo pasar mis dedos por sus mechones cortos y despeinarlo.

Su boca deja la mía para bajar por mi cuello, besándolo y mordiendo con rapidez para bajar a mi escote. Clava su rostro entre mis pechos mientras pasa sus labios y lengua por ellos, yo lo empujó contra ellos dándole a entender que no pare.

En eso siento como una de sus manos viaja hasta mi abdomen, acaricia mi ombligo, y después baja al botón y cierre de mi pantalón. Tengo que detenerlo, estamos en un estacionamiento público, del hospital donde se encuentra mi madre internada.

— Dante… aquí no… para… — intento decir en palabras cortadas.

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