Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 30

LILLIE

Rápidamente abre sus pantalones para sacar su enorme y buen proporcionado miembro, grueso y largo, noto como su preseminal sale, gota, tras gota. No sé porque pero me dieron ganas de chuparlo, nunca antes he hecho algo así, pero con él soy capaz de atreverme a todo.

Sin pensarlo más me inclino hacia su entrepierna y lo tomo con ambas manos, definitivamente es enorme, no cabe entre mis manos.

— ¿Qué haces..? — cuestiona con los ojos muy abierto, pero se detiene cuando mi boca va hacia su pene.

No soy buena haciendo esto, espero no decepcionarlo. De algo me debe servir haber visto videos porno con Mika, no es que me guste ese tipo de contenido, sino que ella los miraba enfrente de mí.

Comienzo a pasar mi lengua y abrir más mi boca para meterlo poco a poco, no creo que pueda cubrirlo todo pero con lo que pueda haré un buen trabajo.

Suelta un gruñido, cuando comienzo a moverme de arriba hacia bajo hasta donde más pueda, con ayuda de mi mano lo aprieto y empiezo a masturbarlo, sin dejar de chuparlo.

Nunca creí que fuera capaz de hacer algo así.

Siento como cada vez se va poniendo más duro, mientras lo sigo teniendo en mi boca. Y solo escucho como Dante suelta unas palabrotas entre gruñidos.

¿Eso quiere decir que le gusta?

Sigo en lo mío cuando siento que me detiene mientras me quita haciendo que levante mi cabeza para que lo mire.

— Detente.. vas.. hacer.. que termine.. — su voz se escucha entrecortada y muy agitada. — Eres perfecta, me ha encantado esa boquita hace maravillas así como lo eres tú. Ven aquí — dice y toma de mi cintura para acercarme.

Me sienta otra vez en horcajadas en él. Y antes de entrar en mí, noto que no está usando preservativo, y eso me hace recordar que las otras dos veces tampoco uso.

Oh por Dios, no usamos protección.

Niego con la cabeza.

— No espera.. — lo detengo con mis manos en su pecho — No te pusiste un condón. — lo reprendo.

Su comisura se eleva con una sonrisa.

— Hasta ahora te das cuenta — sonríe más — Lo hicimos dos veces sin uno, y a estas alturas lo discutes.

— Anteriormente no lo pensé, es error de los dos. — intento quitarme de encima de él, pero el me detiene. — Dante, no porque ya lo hayamos hecho sin protección eso quiera decir que podamos seguir haciéndolo sin un maldito condón.

Me estaba comenzando a molestar, y toda la excitación que había visto se estaba terminando por evaporar.

— ¿A qué le temes a una enfermedad? — insiste — No la tengo, siempre me cuidé con las demás mujeres con las que tuve sexo, y se que tu tampoco la tienes porque antes de entregarte a mi eras virgen.

Quedo boquiabierta, si se dio cuenta de que era virgen. Ahora entiendo porque fue cuidadoso y dulce conmigo. Ya decía yo que eso no era normal en él, y más cuando me agarró en las duchas salvajemente.

— ¿Y por qué conmigo no te pones un condón? — pregunte, algo molesta.

— Porque contigo es diferente — respondió, y mi corazón empezó a latir con desesperación parecía salirse de mi pecho — Contigo todo es distinto, a ti te quiero sentir por completo, hacerte mía a cada momento, si dije que quería una sola noche, estoy jodidamente loco porque con una no es suficiente. Quiero mucho más y más de ti. Que estas veces no pensé y la verdad me dio igual correrme dentro de ti.

Quedo atónica con sus palabras, son sinceras, lo noto en sus ojos que nunca dejaron los míos.

— Pero es que yo no me estoy cuidando y no solo puede ser por una enfermedad, sino también un.. un embarazo no deseado..

Me daba vergüenza pero aún así le dije mi miedo por no estarnos cuidando, pero él estaba como si nada, hasta parecía no importarle.

— No te preocupes, ya estás en el hospital puedes ir a pedir unas pastillas, y si no quieres dejarlo a mí, yo más tarde me encargo. — me toma de mi trasero para acercarme — Ven, terminemos con lo que empezamos.

No alcanzo a decir nada más ya que su boca comienza a besar la mía. Aún estaba algo excitado, pero con sus besos y sus caricias se volvió a encender.

Me toma y me sienta arriba de él, completamente y lo mete, está vez al igual que en las duchas, duro y sin contemplaciones, con movimientos rápidos pero deliciosos que me hacían perder la razón. Me movía junto con él para conseguir llenarme por completo de él.

Mientras nos movíamos al mismo ritmo, estábamos bien compenetrados, encajamos muy bien y eso nos gustaba.

— ¡Eres maravillosa! — soltó en un rugido, al momento que sentí que su líquido invadía mi interior al mismo tiempo que yo sentí el clímax y gritaba su nombre más fuerte que él, por esa razón me besó para que no me escucharan.

Nuestro beso bajo a uno más suave y calmado. Creo que no quería volver a entrar en calor.

— Será mejor que te deje de besar, si no me volveré a enterrar dentro de ti — dice en mi oído.

Mi cabeza está descansando en su hombro mientras nuestras respiraciones se normalizan. Y también tengo que bajarme de él si no quiero que su amiguito se vuelva a levantar.

Me dejo caer en el otro asiento y ya más relajada comienzo a vestirme, de reojo veo como él se cierra la cremallera.

Intento verme en el espejo retrovisor para acomodar mi cabello, ya que lo traía suelto. Siento su mirada penetrante.

— ¿Por qué me mirarás así? — pregunte.

— ¿Como así? — responde con una pregunta.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno]