Sorpresa de una noche romance Capítulo 13

Cuarenta minutos más tarde, Eduardo aparcó su coche en la puerta de la Villa León, se dirigió con Lydia a la puerta y llamó al timbre.

A la puerta respondió Jaime, el viejo mayordomo, que recibió a Eduardo y a Lydia en el interior con una sonrisa.

—El señor Ricardo sigue en su estudio y su padre está en el patio trasero, pueden ir primero al patio trasero y luego al primer piso —dijo Jaime mientras colocaba dos pares de zapatillas antes de que ambos entraran en la casa.

Una vez que Eduardo se cambió los zapatos, se dirigió a la cocina y se sirvió un vaso de agua para beber.

Lydia se movió un poco más despacio, se cambió los zapatos y levantó la vista para ver a una mujer de mediana edad con un vestido de raso azul claro que se acercaba a ella.

Llevaba el pelo con pequeños rizos, recogido en una coleta alta, y sus ojos triangulares eran penetrantemente sarcásticos.

Lydia pensó que probablemente se trataba de la madrastra de Eduardo, Carmena Roma.

—Hola —saludó Lydia sin perder el ritmo.

Carmena, sin embargo, miró a Lydia con cara de asco y, sin contestar, se dirigió a Jaime y le dijo:

—Trae una bolsa de plástico para los zapatos de la señorita Lydia, no puedo oler ese cuero de mala calidad.

Jaime miró torpemente a Lydia un poco avergonzado.

Lydia, sin embargo, recogió sus zapatos sin ningún reparo y se los entregó obedientemente a Jaime, diciendo:

—Entonces, por favor, no quiero que mis zapatos se manchen con el olor acre del lugar.

Lydia siempre había sido así, cuando la gente era amable con ella, ella sería diez veces más.

Pero si la trataban mal, ella no se lo aguantaba.

—¡Tú! —Carmena se puso furiosa y tuvo que reprimir su ira, resoplando fríamente—. Menuda boca tiene una pobre campesina que ha utilizado trucos sucios para acercarse a nuestro Eduardo.

Carmena, que entró a la familia León como esposa sucesora, había pensado dejar que su hijo heredara el negocio familiar, pero al fin y al cabo sólo tenía diez años.

Ricardo no aprobaba al hijo ilegítimo y a menos que se muera Ricardo, ella podría reclamar algunos derechos para su hijo menor.

Así que quiso casar a la hija con Eduardo, que así podría formar una familia para que ella y sus hijos tuvieran una posición segura en la familia León.

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