Sortilegio romance Capítulo 8

El día de hoy la madre de Fernando ha invitado a desayunar a Samanta, le dijo que quiere poder pasar más tiempo con ella ahora que estaba a punto de entrar oficialmente a su familia. Samanta tenía diversas cosas que hacer, así que había acordado con la madre de Fernando llegar al club a eso de las nueve de la mañana. La madre de Fernando llegó un poco antes al lugar, se dirigió hacia una mesa y tomo asiento para esperarla.

No tuvo que esperar por mucho tiempo, ya que, al cabo de unos cinco minutos, Samanta ya estaba ingresando al restaurante del club. Cuando la vio llegar la señora se puso de pie para saludar a su nuera.

—¡Buenos días querida! ¿Cómo te encuentras? —le dijo mientras le daba un abrazo.

—¡Buenos días! yo me encuentro bien, un poco nerviosa, pero bien y usted ¿Cómo está? —le preguntó amablemente.

—Bien también hija, muy emocionada por la boda.

Después de saludarse tomaron asiento, cuando ya se encontraban sentadas, la madre de Fernando llamó al mesero para ordenarle la comida, el muchacho llegó pronto hacia su mesa y tomo la orden de las mujeres ahí presentes.

Luego de tomar la orden el mesero se retiró y las mujeres comenzaron a platicar.

—Cuéntame ¿Cómo te sientes teniendo la boda a un paso?

—La verdad es que me siento muy nerviosa —le dijo Samanta.

—Es algo comprensible, toda novia se pone nerviosa antes del gran día.

—Sí, puede que usted tenga razón.

—Dime algo ¿Estas Segura de querer casarte con mi hijo?

Esa pregunta tomo por sorpresa a Samanta. Jamás pensó que su suegra fuera a cuestionarle algo así.

—Si estoy segura ¿Por qué me lo pregunta?

—Simple curiosidad, hay mujeres que por los nervios empiezan a dudar si están haciendo lo correcto.

—Comprendo —le respondió Samanta.

—Ya que dices no tener dudas, solo quiero decirte que, si en algún momento antes de la boda te llegan a surgir las dudas, no te preocupes yo no me enojare que digas que no quieres casarte con mi hijo. Más bien te entenderé y apoyare.

La actitud de la que hasta hoy ha sido su suegra le sorprendió mucho. Al mismo tiempo que la llenaba de incertidumbre, no comprendía porque razón su suegra le estaba diciendo todas esas cosas a ella.

Se encontraban platicando cuando llegó la comida. Se dispusieron a degustar lo que habían ordenado. Samanta se sintió en la obligación de ofrecerle llevarla, pero ella le dijo que no era necesario que el chófer de la casa iris por ella al club. Luego de comer Samanta pidió la cuenta y la pago.

—Ha sido muy lindo poder desayunar con usted ¡Gracias por la invitación! —le dijo Samanta a su suegra.

—¿Cuál invitación? —pregunto ella riéndose— si al final tú terminaste pagando la cuenta.

—Se le agradece, el tiempo que apartó para pasar conmigo —le dijo Samanta.

—No tienes nada que agradecer, sabes que para mí eres como la hija que nunca tuve.

Al escuchar eso a Samanta le dolió el corazón. Sabía que con lo que haría al día siguiente no solo dañaría al hasta entonces su prometido, sino que también a ambas familias.

—Solo quiero que sepa que pase lo que pase usted siempre podrá contar conmigo —le dijo Samanta a su suegra.

—¡Gracias hija! Te quiero decir que tú también cuentas conmigo para lo que sea.

—Le agradezco —le dijo Samanta mientras le daba un abrazo.

Luego del desayuno con su suegra, se dirigió hacia su casa. Su hermana Margot se encontraba ahí. Para este día tiene programado un almuerzo con sus padres, y por la tarde una cena con sus amigas.

Llegó a su casa y se dirigió hacia su recamara. Tomo una breve ducha y se alisto para salir hacia casa de sus padres junto con su hermana. Cuando ya se encontraba lista, salió de su habitación y se dirigió hacia la sala donde Margot ya se encontraba esperándole.

—¿Cómo te fue en el desayuno con tu suegra? —le pregunto Margot cuando la vio.

—Todo estuvo bien, solo quería saber si estaba segura de quererme casar con su hijo.

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