Te Quiero Como Eres romance Capítulo 10

Micaela entró a grandes zancadas en el ascensor.

Delfina la siguió y se puso al lado de Micaela.

—Micaela, ¿de qué conoces a Adriana? ¡No se ve como en la televisión! ¡Es tan borde que no merece ser llamada chica inocente!

Micaela era silenciosa y no muchos sabían que era la prima de Adriana.

Delfina tampoco se dio cuenta del silencio de Micaela y habló para sí misma.

—Micaela, ya ves que Adriana, que hasta ahora era poco famosa, ha conseguido mucho trabajo desde su escándalo con Marcos, ¡uno de nuestros accionistas! Verás, también se le ha pedido que sea la embajadora de nuestros nuevos productos, supongo que es por el Sr. Franco…

Resulta que se rumoreaba que estaba con Adriana desde hacía mucho tiempo… Micaela nunca se fijaba en las noticias de entretenimiento, así que era ridículo que fuera la última en enterarse…

Marcos también ayudó a Adriana a echarla del trabajo…

Un sentimiento amargo surgió en el corazón de Micaela.

—Micaela, hasta aquí te acompaño. ¡Escríbeme cuando quieras!

La puerta del ascensor se abrió y la voz de Delfina rompió sus pensamientos.

—Gracias, Delfina.

—No hay de qué, avísame cuando encuentres un nuevo trabajo, ¡ánimo! ¡Hasta otra!

—¡Sí! ¡Adiós!

Micaela salió y el coche negro seguía literalmente aparcado donde antes.

El chofer la vio salir y se apresuró a salir del coche y abrir el asiento trasero.

Micaela se sentó, deprimida.

¿Por qué al final, después de tres años juntos, fue tan cruel de quitarle incluso su único trabajo?

Realmente solía sentir que Marcos lo amaba, pero ¿por qué llegó a tales extremos…?

Micaela se rio de sí misma en su corazón por no haber reconocido su verdadera faceta hasta ahora.

Si antes todavía guardaba algo de esperanza por Marcos, en este momento, todo se había desvanecido.

Al ver que Micaela no había explicado a dónde iba, el chofer condujo el coche directamente a la mansión.

Micaela salió del coche, bañada por el sol, y miró la lujosa villa que tenía delante, sintiéndose como en un sueño.

Ya no tenía casa, su novio le había engañado, y le habían echado del trabajo…

¡Y todo gracias a Adriana!

El corazón de Micaela se agitaba de rabia y se odiaba a sí misma por ser tan débil.

Sofía se apresuró a saludar en cuanto vio el coche entrar, tomando a Micaela hacia la casa y sonriendo.

—Srta. Noboa, ¿ha vuelto tan pronto? ¡El señor acaba de llamar para preguntar por ti!

Micaela calmó sus pensamientos y miró a Sofía.

—¿Qué ha preguntado?

—Sólo le preocupaba si usted había comido y qué estaba haciendo. Le dije que ya había comido y que el chofer le había mandado al trabajo, ¡y colgó!

—Oh…

—Es casi la hora de comer, así que tómate un descanso en el sofá y yo me encargo de la cocina.

Micaela asintió y vio que, en la mesita central, estaba su teléfono cargando.

Se sentó y lo encendió, el teléfono empezó a vibrar por los mensajes de WhatsApp, las llamadas perdidas…

Tenía tres llamadas perdidas de su tía Marta, y cuarenta llamadas perdidas de ¡Marcos!…

El teléfono sonó de repente y en la pantalla se leía: Marcos.

Los dedos de Micaela se crisparon al pensar en lo que había hecho, y sin dudarlo, colgó y bloqueó su número.

Cuando abrió WhatsApp, el primer mensaje era de Marcos, había enviado cientos de mensajes, Micaela ni siquiera los miró, sólo borró la conversación y luego lo bloqueó otra vez…

Después de todo esto, Micaela seguía sintiendo una sensación de pérdida, una indescriptible sensación de impotencia y picor de ojos…

—Srta. Noboa, ¡hora de comer!

Sofía se acercó a llamarla.

Micaela fue con ella, pero desayunó tarde y estaba de mal humor, así que no tenía mucho apetito, así que comió apresuradamente y se fue.

—Sofía, estoy un poco cansada, ¿me puedes preparar una habitación para descansar?

—Srta. Noboa, ¡puede descansar en su habitación de anoche! —Sofía habló con toda naturalidad.

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