Te Quiero Como Eres romance Capítulo 11

Micaela se lavó y bajó las escaleras, donde una suntuosa cena ya estaba puesta en la mesa.

No había rastro de Carlos…

—Srta. Noboa, ya está aquí, ¿dónde está el señor? —preguntó Sofía.

—No sé, ¿no ha bajado ya?

Sofía se giró inmediatamente para poner la mesa.

—¿Podría subir a llamar? Debe estar en el estudio. Es el que está al lado del dormitorio. Ay, tomaré este plato y lo lavaré…

Micaela se quedó un poco sin palabras, su reacción era demasiado evidente, ¿no?

«Pero él y yo no somos lo que tú crees que somos…».

Mordiéndose el labio, subió de todos modos.

Llamaron a la puerta y Carlos contestó en voz baja que pasara.

Micaela empujó la puerta y se asomó sólo hasta la mitad. El estudio era espacioso, rodeado de altas estanterías con libros ordenados.

Carlos estaba sentado detrás de un escritorio junto a la ventana, con algún tipo de documento en la mano.

Frunció el ceño, viendo con mucha atención, sin darse cuenta de que era Micaela quien había empujado la puerta.

El origen de esta pequeñina era un poco extraño, y la información que se había obtenido hasta ahora era muy sencilla.

Vino a Teladia hacía trece años, cuando tenía 8 o 9 años…

Actualmente en una relación de adopción por los Elvira.

No se disponía de más información, sólo un resumen de una frase: se trasladó a la ciudad desde la Provincia Zyalen.

Con padres fallecidos a causa de un accidente de coche.

La información sobre los padres también era escasa y se explicaba básicamente en unas pocas frases.

¿Diego hizo un mal trabajo o alguien estaba encubriendo algo deliberadamente?

Carlos tenía una idea aproximada de lo que ocurrió anoche, y la vigilancia demostró que fue enviada al hotel por su tía Marta…

—¡Carlos, la cena está lista!

Micaela gritó por segunda vez antes de que Carlos levantara la vista y viera a Micaela de pie en la puerta, mirándole.

Miró a Micaela con una mirada un poco inquisitiva…

Micaela se apretó la falda, un poco sin saber qué hacer.

Carlos dejó la información, se levantó, con zancadas grandes y se puso delante de Micaela.

Micaela pensó que estaba demasiado cerca y trató de retroceder un poco, pero Carlos la agarró, y con un giro, Micaela estaba de espaldas a la pared y a su derecha, ¡el brazo de Carlos apoyado en la pared!

¿La estaba rodeando en su brazo?

Micaela movió ligeramente la cabeza.

—Carlos, ¿qué estás haciendo? ¡Sofía me dijo que subiera y te llamara para cenar!

Carlos la miró, la pequeñina justo le llegaba a los hombros, y su cara desde este ángulo era tan mona, con su delicada nariz, su pequeña boca roja y sus largas pestañas que se movían suavemente como pequeños abanicos.

—¿Micaela? —Carlos pronunció su nombre con una pronunciación alargada.

Micaela lo miró y volvió a desviar la mirada.

—¿Qué…? ¡Qué carajo! No te acerques tanto…

Micaela trató de estirar la mano y apartarlo, pero se detuvo al escuchar su pregunta.

—¿Nos hemos visto antes en algún sitio?

Carlos olió su aroma y hubo una sensación de familiaridad muy fuerte.

Pero la información que tenía sobre después de su llegada a Teladia era muy detallada, realmente no se conocían de antes.

¿Y de dónde venía esta familiaridad?

Micaela no pudo evitar mirarle, sus profundos ojos eran serios y escrutadores, y sus cejas se fruncían ligeramente.

¿Le molestaba mucho este problema?

—¡No! Nunca te he visto antes.

Micaela respondió afirmativamente.

En el corazón de Carlos surgió una leve decepción porque de verdad no tenían ninguna relación anteriormente…

Al pensar en su encuentro con él, Micaela agachó la cabeza y bajó ligeramente la voz.

—Gracias de verdad por lo de hace dos noches, ¡te lo agradezco de corazón!

Carlos no dejaba de mirarla, y en ese momento ella estaba un poco abrumada, lo que le dio la idea de burlarse de ella.

—¿Y?

Micaela miró su expresión, esperando que no dijera algo sobre casarse con él o algo así, no sabría cómo reaccionar.

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