Te Quiero Como Eres romance Capítulo 5

El corazón de Micaela se hundía.

La garganta de Marcos rodó un par de veces en señal de asentimiento.

La familia Franco y la familia Elvira tenían una asociación comercial y sería muy beneficioso para ambas familias si pudieran conseguir un pedido del Sr. Gallo.

Era un poco reacio a dejar la chica que había estado protegiendo durante años, pero mujeres quedaban muchas en el mundo, ¡por lo que su carrera era más importante!

Necesitaba ese pedido para que la familia le diera más importancia.

Micaela estaba flipando en colores, ¡qué ciega estaba! ¡Cómo pudo enamorarse de él!

Pensaba que Adriana le había tendido la trampa, pero resultaba que su propio novio tuvo algo que ver.

—Ja, ja, Micaela, ¡no te creas importante!

Adriana se rio como una triunfante.

Micaela no pudo soportarlo y se salió corriendo.

—Marcos, ¡consideraré que he echado a perder los tres años de mi juventud!

***

Micaela, que había salido del piso de Marcos, estaba perdida en sus pensamientos mientras caminaba a un lado con sombra de la calle.

¡Qué vida tan miserable!

Miró el cielo medio tapado por las hojas de árboles y pensó para sí misma:

«Mamá, tú quieres que siga viviendo, pero estoy tan cansada, podría haber sido más feliz si me hubiera ido contigo en aquel entonces…».

Su mente estaba hecho un caos, recordando los diversos momentos de acoso por parte de Adriana desde que llegó a la familia Elvira…

Y Marcos…

No, esa escoria, ¡no merecía sus pensamientos!

Se dijo eso, pero las lágrimas seguían fluyendo…

Aunque Marcos la había traicionado, le había dado muchos buenos recuerdos en los últimos tres años y le había enseñado lo que era tener a alguien que se preocupaba por ella y la amaba…

En su camino, mucha gente se paraba a mirarla, algunos decían que era guapa, otros que tenía un bonito vestido, pero Micaela hacía oídos sordos hasta que se le entumecieron los pies y se dio cuenta de que caminó de vuelta a la casa de los Elvira sin notarlo…

No quería volver, y acababa de pensar en dejar la ciudad que le había roto el corazón, pero en dos meses se graduaría en la universidad y no podía irse ahora.

Además, sentía un inexplicable apego por el chalet de tres plantas de estilo europeo que tenía delante, ella estaba incomparablemente familiarizada con todos y cada uno de los rincones de la casa…

Al mirar el garaje, el Mercedes rojo de Adriana ya estaba aparcado allí.

¡Volvió primero para chivarse!

¡Podía predecir el horror de la escena que le recibiría más tarde!

Aunque fuera con lentitud, llegó a la puerta principal y la empujó suavemente para abrirla, y efectivamente la madre y la hija ya estaban sentadas en el sofá, con aspecto de haber estado esperando durante mucho tiempo.

—¡¿A dónde te has ido?!

La madre de Adriana, Marta García, se levantó.

Con su figura de mediana estatura, su pelo rizado y su grueso maquillaje en la cara, siempre estaba bien cuidada y no parecía tener casi 50 años.

En ese momento llevaba una expresión burlona que hizo que Micaela quisiera retroceder inconscientemente.

Pensando en lo que había hecho la noche anterior, Micaela se animó para mirarla a los ojos.

—Claro que voy a volver, tía Marta, ¿por qué tú y Adriana me habéis tendido una trampa?

Marta se acercó a ella y la miró de arriba abajo con desprecio.

—Si no saliste perdiendo nada e incluso lograste golpear al Sr. Gallo, ¿no es así? Te estás volviendo cada vez más capaz, ¿hasta has conseguido que alguien te saque del hotel? ¿Te has dejado tirar por algún desconocido?

Micaela miró a Adriana, quien se regodeó y le puso los ojos en blanco a Micaela.

Micaela apretó los puños; no quería hablar de la noche anterior.

—¡No intentéis tenderme más trampas! ¡No me dejaré llevar por vosotras!

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