Te tomo prestado romance Capítulo 116

Bulat está inmóvil en la cama. Tiene los ojos cerrados. Su poderoso pecho se agita de forma suave pero segura. Quiero abrazarlo...

Pero tengo miedo. Temiendo hacerle daño.

Me temo que es un espejismo.

Si lo toco, desaparecerá.

Nunca lo había visto así...

Como si hubiera sido derrotado.

¿Derrotado?

No, no lo es.

Es un ganador.

Siempre lo ha sido y siempre lo será.

Camino con precaución hacia la cama. Las lágrimas ya están cegando mis ojos... El mundo empieza a ser borroso.

Lo miro con dolor en mi corazón. Hay moretones en su cara, instrumentos que suenan cerca, una aguja de catéter en su mano.

Me siento en el borde de la cama, conteniendo la respiración.

- Bulat..." toco su mano suavemente. - Le he echado mucho de menos.

Es increíblemente difícil hablar.

Tengo un duro nudo en la garganta.

Y mi corazón se desgarra, ahora saltando un latido, ahora cogiendo velocidad.

¡Dios, cuánto lo quiero!

Lo sé ahora más que nunca.

Cuando estábamos a un paso de la muerte...

Enrollo mi mano alrededor de la suya, tan grande, tan rígida. Me inclino más abajo, presionando contra su mejilla.

- Estaba tan preocupada, tan preocupada", susurro, besando sus dedos, "¡por favor, mejórate pronto! Tu hijo te está esperando.

Bulat no reacciona en absoluto. Tiene los ojos cerrados. El miedo ataca de nuevo.

Decido confesar mis sentimientos al hombre que amo.

Me inclino más abajo, hacia su rostro tranquilo, pero pálido, y le susurro con la mayor sinceridad que jamás haya susurrado:

- Te quiero, Bulat...

Y entonces siento que mi mano es apretada por dedos fuertes.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te tomo prestado