La presión se intensifica, el malestar se despierta. Bulat presiona su cabeza con más fuerza en la entrada, empujando su enorme polla dentro de su apretado vientre.
- Relájate... Tendrás que ser paciente durante un tiempo.
Agarro el frío tapizado del sofá con las uñas, pero el hombre me rodea el estómago con la mano y empieza a acariciarlo de forma reconfortante. La palma de su mano desciende, sumergiéndose en los pliegues hinchados y húmedos. Hunde un dedo en ellos, atrapando su clítoris.
- Oh..." Un pulso agudo y placentero recorre todo mi cuerpo en pequeñas agujas. Empiezo a temblar convulsivamente, queriendo más. Queriendo que no se detenga nunca.
- Mm, que nena más sedienta.
Bulat comete otra estocada. Me aprieto instintivamente, pero él empieza a jugar con mi clítoris con más reverencia, relajándolo. Pone su otra mano en mi pecho, apretando mi pezón con excitación.
Esta increíble sensación me distrae de mi malestar.
- Ten paciencia", gime el hombre, cubriéndome por completo con su cuerpo musculoso, húmedo de sudor y esfuerzo.
Me da unos segundos para volver a la realidad, para acostumbrarme a las nuevas sensaciones y a su alocado tamaño, y sólo entonces comienza a moverse, acariciando mis pechos y mi clítoris en paralelo.
Mi himen se estira lentamente y se expande bajo la presión del gran tamaño.
- Sólo estoy a mitad de camino. Hay que entrar hasta el fondo", me advierte, apretando mi pezón, frotando la baya hinchada entre dos dedos.
¿Qué?
A mitad de camino...
Y esperaba que eso fuera todo.
- Voy a moverme ahora. Relájate, vas a apretar, te va a doler más.
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