Tenias que ser tu romance Capítulo 22

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Tal vez la idea de que Paula de la O se hiciera novia de Iván podría verse como un acto de venganza contra Fernando Saramago pero no era así. Paula ese día comprendió que Iván siempre había sido su único aliado, la personas que más la conocía y que la respetaba más allá de lo posible, así que de ida hacia su casa pensó que tal vez no sería tan mala idea que ellos dos estuvieran juntos, podría aprender a quererlo porque incluso ya lo hacía y había escuchando que de la amistad al amor sólo hay un paso.

Iván dejó de besarla y de nuevo la vio a los ojos, no podía creer lo que estaba viviendo, Paula de la O le había dicho que sí y él se sentía sumamente feliz.

―Te juro Paula que te haré la mujer más feliz del mundo, que jamás volverás a pasar por situaciones como lo que sucedió y que siempre te voy a cuidar mucho― le dijo el hombre ilusionado.

―Lo sé― murmuró Paula y esbozó una sonrisa.

Iván una vez más volvió a besarla, tomando su rostro con sus grandes y fuertes manos y ella de nuevo se dejó llevar. Sí, tal vez no sentía todo como le había pasado con Fernando pero sentía todo el amor que su novio tenía para ella. Por un momento más siguieron besándose en medio de la sala, hasta que él paró.

―Ya es tarde, iré a dejarte a tu casa― le dijo.

―¿Puedes?, no es mejor que te quedes ― habló Paula ya que vio que aún tenía el rostro un poco inflamado.

―Claro que puedo, voy a llevar a mi novia a su casa, no tiene nada de malo. Además todo el mundo ya me ha visto así, no tengo nada que esconder.

Paula sonrío ― bien, vamos… así de pasa le puedo decir a Eugenia que te dé árnica para desinflamar, ella tiene un buen ungüento.

Iván la tomó de la mano y juntos salieron hacia el jardín. La noche ya había caído amortiguando el calor del verano. Cuando abrieron el portón para salir a la calle, observaron la ciudad llena de vida, ya que era la hora que las personas salían a la plaza o a la calle aprovechando que ya no hacía tanto calor.

―Quisiera gritarle a todos que eres mi novia― le dijo Iván mientras caminaban por las calles.

―Lo sé, pero te pediría que no, quisiera mantener esto entre nuestras familias, sé que se van a enterar en algún punto pero, quiero disfrutarlo un poco más antes de que empiece todo, ya sabes― comentó Paula pensando en todos los rumores y situaciones que podrían suceder con esta nueva noticia.

Iván se detuvo un momento provocando que ella lo hiciera por igual y la vio a los ojos― a mi no me importa lo que digan de ti porque sé que no es verdad, yo te creo y siempre lo haré. Sé que no eres la mujer que dicen los rumores, la que una mujer amargada a inventado, eres y siempre serás la mejor.

―Iván― murmuró emocionada y se atrevió a besarlo en medio del lugar ― te prometo que haré hasta lo imposible porque esto funcione.

―Lo sé, iremos lento, te demostraré lo bonito que esto puede ser.

Ambos sonrieron, al parecer el golpe del amor y la esperanza les había llegado de pronto. Paula suspiró profundo sabiendo que esta era la mejor decisión que había tomado en su vida y de la que no se arrepentiría. Sin embargo, no todos pensaban igual que ella, Eugenia cuando se enteró de la noticia fingió alegría pero tan solo el joven salió cambió su actitud.

―¿Me podrías decir qué estás haciendo? ― le preguntó a Paula que aún tenía una sonrisa sobre el rostro.

―¿Cómo?

―Sí, ¿ahora eres novia de Iván?, ¿qué estás haciendo? ― insistió Eugenia.

―Sigo sin entender.

―Paula, no te hagas, Fernando vino hace unos días a decirte que estaba enamorado de ti y tú le correspondiste, estabas ilusionada feliz, y ahora llegas con Iván tomada de la mano, como si nada, diciendo que es tu novio e ilusionando al pobre chico.

―Nadie está ilusionando a Iván, es mi novio y voy a hacer que funcione ― habló ella decidida mientras caminaba hacia la cocina y se alejaba del recibidor por si su padre o su tía bajaban.

―Tú no estás enamorada de Iván, estás enamorada de Fernando Saramago.

―Shhhh, claro que no― la calló Paula.

―Es verdad, a ti no te gusta Iván y menos estás enamorada porque si hubiese sido así los dos ya estuvieran casados desde hace mucho.

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