Tenias que ser tu romance Capítulo 31

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Paula de la O, al contrario de Fernando, caminó sin rumbo fijo por todo el puerto, alejándose de la casa de los Saramago y tratando de sobrellevar todo lo que le habían dicho, ¿cómo era posible que al final su madre hubiese sido amante de Fernando Saramago y haya engañado a su padre diciéndole que era su hija? Sin embargo, ahora varias actitudes tenían sentido, tal vez su padre se había percatado de esa noticia y por eso había perdido el interés en cuidar de ella y lo único que deseaba era perder todo.

Tal vez por eso sentía solo, porque sabía que la única compañía que le había dejado su mujer ella a una niña que no era sangre de su sangre y por eso había llamado a su tía para hacerle compañía ya que ella se parecía tanto a su madre que era un vago espejismo de lo que serían envejecer a lado de la que alguna vez fue la mujer de su vida. Todo, absolutamente todo tenía sentido, los desprecios, la soledad, el abandono. No sólo su madre la había dejado sola si no con un padre que no era el suyo y éste ahora desquitaba todo su dolor y furia con ella; si Paula lo hubiese sabido desde el principio hace mucho tiempo se hubiese ido.

Paula, continuó caminando más allá de la plaza principal, más allá del malecón, hasta que llegó un momento donde no había casi nada de gente. Quería estar sola, alejarse de todo lo que le rodeaba, no tenía donde ir, ni dónde estar. Por primera vez en todo este tiempo era huérfana, sin hogar y ahora sabía que todo lo que había hecho para mantener todo el pie no había valido la pena.

―Tantos años así Paula y mira en que terminó. Debiste salir de este lugar hace mucho tiempo, debiste sacar esa maleta que había debajo de tu cama e irte. Ahora eres una mujer amargada y solitaria, una que no se permitió soñar para no lastimarse. La mujer que trabajó pensando que haría la fortuna necesaria para poder salvar lo que consideraba su hogar― dijo el voz alta mientras entraba caminando a una playa solitaria, a la única a la que le gustaba ir― lo único que haz conseguido de aquí es que te maltraten, te insulten y te lastimen para que al final nada haya valido la pena. Eres hija de una madre adultera y hermanastra del único hombre del que te haz enamorado en la vida, eso lo llamo un destino jodido.

Ella se sentó sobre la arena, bajo una techo de palma, justo frente al mar. Se quitó los zapatos para sentir el la arena bajo sus pies, encogió sus piernas hacía su pecho, para finalmente recargar su cabeza sobre las rodillas y quedarse así viendo hacia donde rompían las olas y sintiendo la brisa refrescante.

A Paula le gustaba imaginar que un barco venía por ella, que la subía y la llevaba lejos de aquí, a un lugar donde nadie la conociese, donde fuese un fantasma y la dejaran en paz. El irse, era un sueño muy recurrente que tenía, uno por el que había ahorrado durante un tiempo hasta que tuvo que usar el dinero para ayudar a su padre cuando lo metieron por primera vez de urgencia al hospital por los problemas del riñon y del hígado. Ahora sólo era una fantasía, una que ya no debería ni siquiera considerar, tenía que bajar a la realidad, hundir los pies sobre la tierra y saber que su destino ya estaba echado y que ya veía venir el momento de su consolidación. Por primera vez en toda su vida, Paula de la O, se rindió, supo que era moment de dejar de luchar contra la corriente y dejarse llevar por lo que acontecía.

―Tal vez debí casarme con Iván desde el principio y olvidarme de todo ― se volvió a repetir como solía hacerlo sin embargo, esta vez no terminó con un “esa no es la solución Paula”, simplemente no dijo nada maneniendo la idea en el aire y mejor recapituló todo lo que había pasado hace unas horas otras, no podía creer que Fernando y ella fueran medios hermanos y que evidenetemente lo suyo no tenía futuro, por más que hubiesen luchado; era totalmente ridículo.

Así, pasaron las horas, una a una hasta que el sol comenzó a meterse en el horizonte, las preciosas nubes se tiñeron de un ligero naranja y amarillo, y el reflejo de la luna se hacía cada vez más claro. Iván llegó, justo cuando la primera estrella había salido en el cielo y con la luz del sol aún dando sus últimos destellos alumbrando la arena blanca y al mar.

―Pensé que no te encontraría ya, se está haciendo tarde― le dijo un poco serio cuando se acercó a ella para sentirse a su lado ― me preocupé cuando no fuiste a trabajar y después Hortensia me dijo que habías ido a cada de los Saramago.

―¿Tan rápido llegó el chisme? ― preguntó ella aún viendo hacia el mar.

―Hortensia fue a comprar unas cosas que faltaron al almacén, así que me lo dijo. Te busqué en la plaza y cerca de la casa de tus papás pero al no encontrarte supe que te habías venido para acá, a tu playa favorita.

―La mas lejana de todas― respondió ella y suspiró.

―¿Aún sigues enojada conmigo? ― preguntó Iván en un tono de inocencia que hizo a Paula sonreír ligeramente.

―Debo admitir que no me gustó nada que tú y Fernando de haya peleado, especialmente por una tontería tan grande.

―¿Tontería?, ese idiota está enamorado de la mujer que amo, para mi no es una tontería Paula, es algo importante. Debo admitir que me sentí sumamente amenazado ya que por años no había tenido competencia y ahora él llegó de tierras lejanas como un príncipe azul a conquistarte.

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