Tenias que ser tu romance Capítulo 39

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Fernando no supo cuántas horas habían pasado desde que yacía recostado sobre la cama ardiendo en temperatura. Incluso ni siquiera sabía que pasaba a su alrededor, sólo recordaba el intenso dolor de la pierna y la voz de Paula preguntándole lo que le había pasado. Por lo que le extrañó escuchar la voz de un desconocido mientras iba recuperando la conciencia, ¿acaso Paula se había dejado y alguien más lo había encontrado?

―No se preocupe, no es nada grave pero si es doloroso. Le pico un erizo mientras nadaba en el mar y las púas traen veneno lo que hizo que la pierna se inflamara. Ya las saqué y le inyecté algo para el dolor. Sólo debe bajarle la fiebre con fomentos de agua. Verá que con la medicina todo debe mejorar― explicó la voz que al parecer era un doctor. Él cerró su maletín y le dejó una caja a Paula ― déle esta medicina cada ocho horas y en dos días debe estar como nuevo.

―Claro que si, no hay problema― contestó Paula de inmediato.

―Estará dormido un rato, aproveche para bajarle la fiebre.

Paula se llevó las manos al cuello y se quitó el precioso collar de su madre ― lo que acordamos― murmuró.

El doctor tomó el collar y los aretes y luego salió de la habitación dejándolos solos. Paula fue hacia el baño y tomó las toallas del baño para empaparlas de agua, luego regresó con Fernando para comenzar a seguir las indicaciones del doctor. Ella removió la sábana que lo cubría y en seguida vio el torso desnudo de Fernando que por un momento le hizo sonrojarse. El doctor, le había ayudado a desnudarlo por lo que ahora sólo traía encima el bóxer, dejándole ver a Paula su cuerpo desnudo y marcado por el ejercicio.

Ella aprovechó para tocar su piel con la punta de los dedos, sintió el calor de su cuerpo, las líneas de sus músculos y no pudo evitar esbozar una sonrisa. En verdad, Fernando era un hombre muy guapo y al verlo tan vulnerable, le enterneció.

―No puedo creer que me hagas esto ― murmuro ella. Tomó la toalla y la puso sobre su frente y otra sobre su abdomen. Al sentir el frío estremeció a Fernando y su piel se erizó por completo. Él se movió incómodo ― tranquilo, sólo es una toalla. Debo bajar la fiebre.

Fernando abrió los ojos con cuidado y al verla , le sonrió― Creí que no nos hablábamos― murmuró.

―Pues al parecer esta etapa ya pasó. Ahora me tienes que decir todo lo que sientes, ¿está bien?― respondió ella preocupada.

―Ya te lo dije hoy por la mañana y hace tiempo atrás. Estoy enamorado de ti como nunca lo he estado de nadie.

Paula se sonrojó y no pudo evitar sonreír ― de síntomas Fernando√ aclaró.

―¡Vaya!, primera sonrisa después de días ― habló a duras penas.

Paula tocó la toalla sobre su frente y luego le dijo ― ya no hables, sólo duerme. Necesitas descansar.

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