Tenias que ser tu romance Capítulo 75

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Después de que todos los secretos salieron a la luz, la calma llegó para el pequeño Puerto de San Carlos y para todos sus habitantes, especialmente para Paula y Fernando, que por fin pudieron respirar tranquilos y sentirse libres.

Ya no había más secretos, ni habladurías, ni rumores que pudieran acosarlos, todo eso se había ido, junto con las personas que les habían hecho tanto mal y les habían arrebatado años de felicidad.

Fernando era libre de amar a Paula, y ella aún no amaba con todo su ser pero, aún había una cosa más que resolver, y era su relación con Iván, esa que había florecido y marchitado tan pronto y que también había mostrado lo peor de ambos.

Paula esperaba que, gracias a la amistad que habían tenido durante años antes de toda esta tragedia, ambos pudiesen perdonarse y terminar en buenos términos, y así, al menos, llevar todo en paz y ambos sanar por su cuenta.

Por lo que, después de unos días sin verse, de que Paula se encargara de todo lo de su padre y de su casa, Iván y ella decidieron que era tiempo de volver a verse y tratar de arreglar todo, de hablar y decidir que sería de ellos en el futuro pero sobre todo, perderse disculpas por el daño que se habían hecho.

Así, Iván entró a la, ahora, vacía casa de Paula de la O y subió las escaleras, para encontrarla en la habitación de su padre, esa que había estado cerrada durante un tiempo. Cuando él, entró, aún se podía ver un poco de la sangre en la alfombra pero al menos las botellas y los rastros de dolor ya habían sido recogidos.

Paula al reflejando en el espejo, volteó a verlo de inmediato y le sonrío —hola— le dijo a media voz.

—Hola— respondió él.

Iván se acercó hacia dónde estaba ella y la abrazó. Después de tanto tiempo, por fin, Paula de la O sintió que ese abrazo era sincero, sin rabia y con mucho amor; tal vez el Iván que había conocido estaba de regreso.

—Lo siento, de verdad — dijo él a su oído.

—Está bien, ya está descansado; se hizo justicia.

Los dos se separaron. Iván volteó al rededor para ver la ropa que estaba sobre la cama, el sofá y colgada aún en el armario. Al parecer, Paula planeaba sacarla toda y vaciar por completo la habitación.

—La voy a donar — dijo adivinando lo que Iván probablemente pensaba — las meteré en cajas y pasará el refugio por ellas mañana.

—Me alegro— contestó él.

Paula suspiró — es tan abrumador, ¿sabes?, todo esto. Las últimas semanas han sido en verdad intensas, llenas de sentimientos que aún no puedo procesar.

—Lo sé— contestó él — tu padre era un buen hombre, Paula. Yo lo recuerdo así, al igual que a tu madre. Sabes que siempre supe que todo lo que decían de ellos era mentira.

—Lo tengo en cuenta— murmuró Paula— yo sé que siempre estuviste de mi lado.

—Y siempre lo estaré— contestó Iván, viéndola a los ojos.

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