Tenias que ser tu romance Capítulo 9

Registrada en SAFE CREATIVE

Bajo el código: 2011045801413

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©

Paula abrió la puerta de su casa par encontrarse con el rostro de Fernando Saramago y de inmediato le contagio la sonrisa.

―¿Qué haces aquí?― Preguntó haciéndolo pasar adentro de la casa aunque ya no sabía si era mejor que se quedara afuera o adentro.

―Vine por ti, fui al almacén a buscarte y me dijo Salma que hoy descansabas, me mentiste, dijiste que tenías que trabajar.― Le reclama.

―Bueno… yo.

―¡Al fin nos vamos!― Expresó Martina mientras se acercaba a la puerta de la casa. De pronto vio a Fernando y puso un rostro de extrañeza― ¿Quién es él?― dijo Martina mientras veía a Fernando.

―Es Fernando, no te acuerdas de él porque todavía no nacías cuando él vivía acá.

― ¡Ah!, ¿es el de la plática de la mañana?― Preguntó con picardía.

―¡No!― Reaccionó Paula mientras le cubría la boca a la niña haciendo que Fernando se riera.

―Mi nombre es Fernando Saramago, soy amigo de Paula, ¿tú quién eres?

―Soy Martina Pérez Cruz, soy ahijada de Paula.

―Es la hija de Eugenia.―Agregó Paula.

―¡Vaya!, con razón eres tan bella.

―Me caes bien― respondió la niña inquieta―¿Entonces ya podemos ir a la playa?― Preguntó.

Paula vio a la niña con una mirada que expresaba “cállate”, pero era muy tarde, Fernando ya se había dado cuenta de la situación y estaba por hacer planes.

―¿Puedo ir?, tengo mi traje de baño en el auto.

―¡Sí!― Expresó Martina y sin pedirle permiso a Paula lo tomó de la mano.

―Martina, recuerda que era un momento madrina y ahijada, creo que deberías de respetar eso.― Le pidió.

La niña miró a Fernando que con su mirada traviesa le convenció con tan sólo alzar una ceja.―Pero él quiere ir.

Paula vio a Fernando y él puso un rostro de niño pequeño.― Vamos, tengo muchas ganas de ir.

Suspiró― está bien, vamos.

Fernando abrió la puerta de la casa y los tres salieron para así subirse al auto. Él le abrió la puerta a Paula para que se subiera adelante y Martina lo hizo muy feliz atrás. Mientras el joven se subía por la puerta del asiento del conductor, pudo observar como varios de los peatones que iban pasando por ahí venían la escena sin perder ni un detalle.

«Un chisme más, un chisme menos», pensó.

―¿Listas?, ¿a qué playa iremos?― Preguntó Fernando Feliz.

―A miramar, es la más cercana.

―No, no tengo muchas ganas de Miramar, ¿qué les parece si vamos a la de San Carlos?, es mucho más bonita y amplia.

―Pero es más lejana y…

―Venga Paula, en el carro queda a una hora, además allá estaremos más tranquilos, habrá mejores restaurantes y aprovecharemos el día.― La interrumpió Fernando.

―Si madrina, vamos.― Rogó la niña en el asiento de atrás.

De nuevo Paula accedió, al parecer Fernando hoy estaba dispuesto a arruinar sus planes y cambiarlos por otros, así que se dejó llevar, al fin y al cabo lo que dijeran de ella en ese momento no sería nada nuevo, además de que le caería bien ir a otra playa lejos del puerto y librarse de todo lo demás.

―Vamos.― Dijo Fernando mientras arrancaba el auto y se alejaban de la casa por el camino principal para después salir de la ciudad directo hacia la autopista.

Al dejar la ciudad y sólo ver el árido camino en frente, Paula sintió una extraña libertad, el saber que por unas horas podría ser ella sin que eso tuviese consecuencias en verdad la hacía feliz. Bajó la ventana del auto y sacó el brazo para sentir el aire caliente sobre su mano y rostro, cerró los ojos al recargarse sobre el filo de la ventana y disfrutó el camino por completo.

Martina había caído dormida tan solo abandonaron la ciudad, así que Fernando veía al frente del camino y luego de reojo la veía y recorría su figura de pies a cabeza, lejos había quedado la niña que era su amiga y ahora a su lado se encontraba una hermosa mujer que le hacía sentir alegría, ternura y a la vez nostalgia.

―¿Nunca vienes para San Carlos? ― Le preguntó interrumpiendo el silencio.

―No, no me da tiempo, tengo que trabajar mucho y los fines de semana la verdad prefiero quedarme en mi casa y ayudar a Eugenia o hacer la tarea con Martina.― Respondió.

Fernando sonrió, luego volteó al frente del camino y empezó a meterse por los atajos llenos de arena y tierra para poder entrar a esa playa privada que conocía desde hace mucho tiempo esperando que siguiera así.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Tenias que ser tu