TODO SE VA COMO EL VIENTO romance Capítulo 5

Cuando dije eso, la carita de Rebeca se congeló y se volvió hacia Mauricio, tirando de la esquina de su camisa, susurró:

—Mauricio, anoche fui muy caprichosa y os molesté a ti y a la señora Fonseca. ¿Puedes dejar que se quede a desayunar con nosotros? Considéralo como mi disculpa.

Tengo emociones muy mezcladas... ¿Triste? No sé...

Es cierto, algunas personas no tienen que esforzarse mucho. Pueden conseguir lo que otros no pueden simplemente siendo amables y mostrando debilidad.

Mauricio se mostró indiferente a mi presencia, pero cuando oyó hablar a Rebeca, miró hacia atrás y dijo con un tono frío y dominante:

—¡Comed juntos!

«¿Duele? Estoy acostumbrada a eso.»

Forcé una sonrisa y asentí:

—¡Gracias!

No pude decirle que no a Mauricio, fue alguien de quien me enamoré a primera vista y me sería difícil dejarlo ir por el resto de mi vida.

Fue la primera vez que comí un desayuno hecho por Mauricio. Eran huevos fritos y gachas de soja verde, siendo ordinarios pero extraordinarios. Siempre pensé que un hombre como él era alguien que estaba en los brazos de Dios y que sus manos servían para gobernar el mundo.

—Señora Fonseca, pruebe el huevo frito hecho por Mauricio, muy sabroso. Solía freírlos para mí cuando estábamos juntos —dijo Rebeca mientras lanzaba un huevo hacia mi cuenco.

Luego le dio un huevo a Mauricio y le dijo con una sonrisa:

—Mauricio, prometiste acompañarme al Río Verde para ver las flores hoy, no puedes faltar a la cita.

—¡BIEN! —dijo Mauricio. Desayunaba con elegancia y tranquilidad, siempre hablaba poco, pero a Rebeca le parecía que respondía a todas las preguntas y peticiones.

Efraim parecía haberse acostumbrado a todo hace tiempo, moviéndose con gracia mientras desayunaba y nos observaba como un extraño.

Bajé los ojos y fruncí el ceño involuntariamente, «el funeral del abuelo será hoy, si Mauricio va a acompañar a Rebeca, entonces en la casa de Varela...»

Ese era un desayuno que nadie podía comer bien. Después de unos simples bocados, cuando vi que Mauricio terminaba de comer y subía a cambiarse de ropa, dejé mis platos y le seguí.

En el dormitorio.

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