Tú decidiste Rechazarme romance Capítulo 19

- Entonces tu eres Samara- dijo entrando por la puerta, se sentó en su asiento, frente a mí; un escritorio separándonos.

- Si, soy Samara Jauregui- dije con una sonrisa falsa.

El hombre me devolvió la sonrisa, miro unos papeles que trajo con él al entrar, los mira por unos segundos antes de volver a mirarme.

- Bueno señorita Jauregui- dice mirando nuevamente los papeles que tiene- Por lo que leí se ha estado sintiendo mal desde hace un tiempo, ha sufrido de desmayos las últimas semanas.

- Solo la semana pasada tuve dos desmayos, me reviso otro doctor en donde yo vivía antes; pero me diagnosticaron agotamiento, que no me alimentaba bien y que hacía mucho esfuerzo.

- ¿Qué más sucedió después del último desmayo? ¿Y qué sucedió después de la última vez que ese doctor te reviso? - pregunto.

- Me he estado sintiendo muy agotada, ahora estuve quedándome en la casa del novio de una amiga, es temporal, en unos días iré a mi nueva casa; quiero saber qué es lo que me sucede con exactitud doctor, me siento muy preocupada por mi salud.

- Pues… le hare pruebas de sangre, para descartar algunas enfermedades alimenticias, etc- me dijo, yo asentí con la cabeza, apunto con su lapicero en una pequeña libreta- Si te las haces hoy podríamos tenerlas a las cuatro de la tarde- dijo mirando su reloj.

- ¿Cuándo regresaría? - pregunte.

- Déjame ver mis citas de hoy- se acercó a un teléfono que tenía a su lado, aplasto un par de números y la voz de la chica de la recepción inundo el lugar.

- Doctor Rogers ¿En que lo puedo ayudar? - pregunto la chica en el mismo tono amable con el que me recibió.

- Alexandra, por favor dime qué hora tengo libre a partir de las 4 de la tarde- dijo el doctor.

- Un segundo- dijo la chica, unos segundos más tarde- Su última hora esta libre, doctor, a las 9 de la noche- suspire.

El doctor volteo a mirarme.

- ¿Le parecería bien? Señorita Jauregui- me pregunto.

- Si, estoy libre.

- Correcto- dejo de mirarme para mirar apuntar en su libreta- Alexandra, agéndale una cita a la señorita Jauregui a esa hora por favor.

- Claro que sí, doctor, tenga buena mañana- dijo antes de cortar la llamada.

El doctor Rogers me entrega el papel de su libreta.

- Vaya a que le hagan estas pruebas, tercer piso al final del pasillo- dijo él.

- Claro doctor, vendré a las 9- dije con una sonrisa.

Me pare de mi asiento, tome mi bolso y lo colgué en mi hombro; levante mi mano en dirección del doctor, él estrecho mi mano.

- Que tenga buen día, señorita- dijo el doctor.

- Igualmente, doctor.

(…)

Entre a la clínica, por segunda vez en este día; la chica de recepción ya no era la misma, pero de todas formas sonrió al verme.

- Tengo cita con el doctor Rogers, a las 9- le dije después de saludarla.

- Claro, señorita- reviso su computador por unos segundos- ¿Jauregui Samara? - pregunto mirándome y yo asentí con mi cabeza; volvió su mirada hacia su computador- Correcto señorita Jauregui, el doctor la está esperando, sus muestras también están con él, las recibió hace unas horas; ¿Conoce el camino? - me pregunto amable.

- Si, yo lo conozco, no se preocupe- le dije, ella asintió con una sonrisa.

Me dirijo hasta el consultorio del doctor.

Al llegar él esta mirando unos papeles en su escritorio.

- Doctor Rogers- dije cerrando la puerta detrás de mí.

Él al verme me sonrió un poco.

- Señorita Jauregui, por favor tomé asiento- yo le hice caso.

- ¿Y qué dicen mis estudios? - pregunté apenas me senté- ¿Qué es lo que tengo?

- Señorita Jauregui, he tenido que revisar su historial médico y familiar; dice que usted es huérfana.

- Me abandonaron en un convento cuando tenía meses de nacida- mentí.

- Correcto, debo de decirle muchas cosas, comenzando por una condición médica de la cual sufre usted; es demasiado rara- empezó él, intentaba buscar las palabras- ¿Alguna vez ha escuchado de la enfermedad de Eliza Henry? - pregunto.

Negue con mi cabeza- Nunca doctor.

- Bueno- se quedó pensativo por unos segundos- Eliza Henry fue la primera persona en presentar esta condición médica, por así decirse el paciente 0- que raro- Esta condición no es completamente una enfermedad por así decirse, es algo con lo que se puede vivir tranquilamente, es como si estuviera dormido, pero luego aparece algo en la vida que lo despierta, algún alimento, alguna bebida o droga; como ejemplo de cómo se presenta la enfermedad, está el cáncer, está dormido hasta que un factor cambia y lo despierta; pero en este caso, no tenemos mucha información sobre esta la enfermedad de Eliza Henry, porque durante los últimos 70 años solo hemos conocido dos casos aparte del tuyo, el caso de Eliza Henry que fue hace 70 años y el caso de Eliza Gray hace 20 años.

- ¿Ambas se llamaron Eliza? - pregunte.

- Por lo dicen si, aunque tengo la teoría que en realidad fue un nombre falso para que nadie se enterara de eso; pero no se sabe con certeza.

- ¿Qué sucedió con ellas? - pregunte- ¿Siguen vivas? ¿Qué hace la enfermedad?

- Sobre la paciente cero se sabe que murió cinco años después de ser diagnosticada a los 14; y de la última paciente se sabe que murió el mismo año de ser diagnosticada- yo deje de respirar al escuchar lo sucedido- La primera paciente fue sometida a varios experimentos para intentar averiguar cómo combatir la enfermedad, después de haber sido despertada; pero cuando cumplió 17 dejo todo, decidió que quería vivir sin preocupaciones hasta el día de su muerte, desapareció y un año más tarde llego la noticia de su muerte al hospital donde era atendida.

- ¿Y la segunda chica? – pregunte.

- Ella se enteró a los 18, no quiso ninguna ayuda y lo tomo como si de cáncer terminal se tratara; murió un año después- dijo el doctor.

- ¿Encontraron alguna cura a esta enfermedad? - pregunte.

- No; a la primera paciente la llevaron también a una especie de bruja que le daba una especie de cura demasiado extraña, pero todo era mentira, no funciono- el doctor se quitó los lentes para luego mirarme- No hay cura alguna, no después de que se despierta a la enfermedad; tú la tienes, pero para tu suerte esta dormida, y así la queremos mantener- suspire algo aliviada- Te daré la lista de las cosas que pudieron despertar la enfermedad de ellas; quisieras evites estas cosas, pero si deseas formar parte de la investigación, te pagaríamos muy bien, esta enfermedad sigue siendo un gran misterio para todos.

- Pero si acepto a ayuda con la investigación, entonces despertaran mi enfermedad- dije mirándolo seria.

- Eso es verdad y no puedo asegurarle de que no morirá por culpa de la investigación- me dijo.

- Correcto, lo entiendo- asentí con mi cabeza.

- Necesito hablarle sobre otras cosas también, son importantes también, deberá cambiar un poco su vida desde hoy en adelante; en realidad su vida cambiará completamente- me aseguro.

- Estoy lista para que eso suceda doctor, mentalmente lista- le respondí.

(…)

Veo como suben mis cosas a la camioneta, volteo a mirar a mis mejores amigas, ambas están tristes.

Yo les doy una sonrisa triste.

- ¿Por qué te tienes que ir? - me pregunto Jess de nuevo- ¿Por qué no podemos ir contigo?

- Debo alejarme del mundo por un tiempo- le respondí- De todos, y ustedes deben de ir revisando las manadas, yo estaré lejos por un corto tiempo- agarre la mano de Jess y la de Casi- Estaremos bien, las tres; regresare aquí y juntas iremos a la mansión cerca de la manada Black antes de regresar finalmente al castillo, ¿Esta bien?

- ¿Por cuánto tiempo? - me pregunto Cass- ¿Cuánto te esperaremos?

- Serán solamente tres meses; les prometo que pasarán demasiado rápido, cuando regrese será como si me hubiera ido el día anterior- les sonreí- No estén tristes, nos veremos pronto.

- Más te vale regresar- me dijo Jess.

- Si no lo haces iremos por ti- la siguió Cass.

- Lo tomo por hecho.

Las tres nos abrazamos.

- Las quiero- nos separamos.

- Cuídate loca- me dijo Jess.

- No te descuides con tus comidas- me dijo Cass.

Sonreí y entre al carro.

Cerraron la puerta cuando yo ya estaba adentro.

El vehículo arranca y puedo ver como pasamos por el camino, volteo a mirar y mis amigas siguen paradas mirando como me marchaba.

Vuelvo a acomodarme en mi asiento y junto mis manos sobre mis piernas, para luego suspirar.

- Debo de solucionar esto por mi cuenta- dije mientras recostaba mi cabeza contra el respaldo- Debo ser más fuerte para poder ser reina.

(…)

Tres meses después...

Al fin llegamos, un viaje de 12 horas. Donde solo escuchaba los ronquidos de Jess, y Casi hablando por teléfono con Víctor.

Cuando llegamos Jess ya está despierta; así que bajamos del auto, ya fuera del vehículo miro la mansión, sigue igual.

Entro y las mucamas me abren las puertas. Sonrío.

- Chicas, me daré un baño y luego iré a visitar a una vieja amiga- les dije mientras subía las escaleras.

- Como digas- me dijo Jess mientras leía las cartas que habían dejado en la mesa del recibidor.

Entro a mi cuarto y dejo que los guardias entren con mis maletas.

- Gracias, pueden retirarse- les dije, hicieron una reverencia y salieron.

Suspire, todo estaba completamente limpio y ordenado.

Pase por toda mi habitación hasta llegar a mi cama, deje mi bolso encima de esta y lo abrí para sacar mi cargador y mi celular.

Pongo mi celular a cargar al lado de mi cama.

Me acerco a mi tocador, enciendo mi reproductor de música, una suave melodía empieza a sonar.

Me quito toda mi ropa y me meto al baño, cierro la puerta detrás de mí.

Enciendo la ducha sin dejar de escuchar la melodía pegajosa.

Me di un baño con agua caliente y luego salí para vestirme.

Al final me decidí por un conjunto floreado que resaltaba mi cuerpo, era un poco elegante, pero se suponía que debía imponer elegancia por donde fuera.

Después de vestirme me maquillo un poco; sobras que combinaran con mi ropa, mascara de pestañas, rubor y un labial rojo.

Al terminar agarro mi celular y mi bolso para salir de mi habitación.

Bajo al primer piso y al entrar a la sala veo que Jess está revisando las cartas de hace un rato.

- ¿Algo nuevo? - pregunte.

- Más peticiones para casarse contigo, lo común- me dijo como si eso fuera algo normal y cotidiano, lo cual desde hace un tiempo empezó a ser cierto; asentí algo cansada.

Las manadas a las que fui con las chicas durante los últimos días después de regresar con ellas eran las más incomodas de visitar porque la mayoría todavía no tenían luna, y los Alfas se me insinúan demasiado, no son muy discretos a la hora de coquetear.

- Iré a ver a alguien, vuelvo dentro de unas horas- le dije a Jess, ella asintió y dejo las cartas en la mesa.

- Irás con algún guardia ¿Verdad? - me pregunto prestándome toda su atención.

- Sabes que si- le asegure sin dudarlo.

- Si vas a la ciudad ¿Me traes donas? - me miró con sus ojos de cachorrito.

Ella sabe que no me resisto contra su cara de cachorrito.

- Está bien- ella sonrió victoriosa- Pero compartiremos todas, traeré muchas y no serán solo para ti.

Salí de la mansión, sin siquiera escuchar su respuesta, y subí a la limosina.

- A la manada Black Moon- le dije al chofer, este asintió y arranco el vehículo sin decir ni una sola palabra más.

Pase el viaje revisando mi celular. Mensajes de los Alfas, de mis amigas y de Kian. Apago mi celular cuando llegamos.

- Llegamos princesa- me dijo el chofer abriéndome la puerta, salgo con su ayuda.

- Gracias- le dije amable- Por favor, anda a comprar dos cajas de donas, y luego vuelves por nosotros en 2 horas ¿Sí? - le dije refiriéndome a mis dos guardias que estaban cada uno a un lado de mí.

- Como desee princesa- asintió con su cabeza, se subió de nuevo a la limosina; yo camino hacia la puerta principal de la casa.

Uno de mis guardias toca la puerta por mí, aunque eso me molestaba un poco al principio, ya estoy volviéndome a acostumbrar a mi antiguo ritmo de vida. Abrió una de las amas de llave. Al verme hizo una reverencia rápidamente.

- Princesa- me dijo todavía haciéndome una reverencia.

- Hola, vengo en busca del Alfa Jonathan- le dije.

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