Tú decidiste Rechazarme romance Capítulo 24

Ya mandé a varios guardias a que busquen lo que me falta.

Yo misma me encargaré de Kalipso.

Super por algunos guardias que ella vive en el bosque, en una gran casa que esta ligeramente escondida de la vista de todos; pero gracias a una sirvienta que trabajo para ella, años atrás, sabe como llegar y me dio indicaciones exactas y precisas.

No necesito que me lleven, tengo que estirar las patas.

Además, conociendo a Kian o a las chicas, no me dejaran hacer algún trato con Kalipso; así que tendré que ir a escondidas.

Salgo por la ventana de mi habitación, esta tiene vista hacia el patio trasero, pero estoy en un tercer piso así que debo caminar por el tejado de la casa hasta llegar al lugar menos alto para saltar. Cuando me doy cuenta de que solo por arriba de la cocina es la parte menos alta, decido saltar desde ahí.

Saltó y caigo parada, luego ruedo y termino de rodillas; aterrizo en el patio trasero, con mis rodillas y manos como soporte, me paro del suelo y empiezo a correr con rapidez.

Sé que lo más sensato hubiera sido salir por la puerta trasera, pero sé que ningún guardia me dejaría salir sin compañía.

Corro lo más rápido que puedo y cuando entro en el bosque me transformo.

- Al fin- me dijo Lazuli- Teníamos que estirar las patas hace mucho.

- Vamos donde Kalipso- le dije y ella corrió más rápido.

Ella conocía la ruta que nos enseñó la sirvienta.

Pasamos unos minutos corriendo, pero por fin estábamos afuera de la casa de Kalipso.

Para ser una maldita bruja tiene buen gusto, su casa está oculta pero hermosa.

Me transformo de nuevo, dejando descansar a Lazuli.

Me acerco más a la casa y veo unas escaleras escondidas entre los árboles y subo a la por ellas, de manera silenciosa. Entro en la casa, la puerta está abierta para mi sorpresa; llego a una especie de sala, tiene muchos estantes y vitrinas de cristal, puedo ver que tiene diferentes cosas en dichas vitrinas.

Sí que tiene muchas cosas aquí, parece una tienda de antigüedades o alguna cosa por el estilo.

- Qué sorpresa- dijo una voz a mis espaldas, me doy media vuelta para enfrentarla y la veo parada en el marco de la puerta.

Sus ojos negros me miran atenta, lleva un vestido negro que se ajusta a su cuerpo.

Qué raro, esta vestida muy elegante, yo en mi casa siempre paro en pijama o con algo suelto.

“Concéntrate, Samara” me digo a mí misma.

Ella me sonríe de oreja a oreja al verme, de una manera maliciosa.

- No esperaba visitas- me dijo caminando hacia mí; pasa por mi lado mientras yo la sigo con la mirada; veo como se sienta en la silla de su escritorio- Por favor princesa, siéntese.

- Gracias, supongo- me senté en la silla que estaba frente a ella.

- Y cuénteme, princesa ¿A qué debo su visita? - me preguntó con una sonrisa rara.

- Vengo a hacer un trato contigo, Kalipso- le dije de frente y sin rodeos- Necesito algo que solo tú me puedes dar.

- Ya sé que es lo que necesitas- se levantó de su asiento y cruzo sus brazos, una sonrisa arrogante se apodero de su rostro- Mi sangre- ambas nos miramos directamente a los ojos; pero sus ojos cambiaron de color a verdes y luego de nuevo a su color natural- Ha llegado a mis oídos que te estás quedando con la menor de los Black- yo aprete mi puño con fuerza- Mi más sentido pésame, debe de ser un gran dolor de cabeza.

Se acercó a una de las esquinas del salón, ahí había un mueble algo grande, parecía un bar; confirmo mis sospechas cuando veo como saca una botella, el líquido de dicha botella parecía ron. Sirvió en dos vasos.

- Que descortés soy ¿Deseas? - me pregunto, negué- Que desconfianza, su majestad.

- Te hago recordar que hace cinco años le diste a una niña de 6 años una manzana y quedo ciega- le hago recordar lo que le hizo a Mary.

- Necesitaba que no viera lo que iba a hacer- me dijo encogiéndose de brazos.

- Claro, y por eso se te ocurrió el brillante plan de dejarla ciega, pero al mismismo estilo de Blanca Nieves y todo, ¿No te parece poco original? - le dije retándola.

- Tuve la oportunidad y la tomé; la niña estaba leyendo Blanca Nieves de los hermanos Grimm, en su patio, a la orilla del bosque; sus padres fueron muy tontos por dejarla sin la supervisión prudente.

- Asesinaste a la niñera que estaba con ella- le replique.

- Agradece que no la mate a ella también- me dijo con una sonrisa.

- Eres una…

- Pero eso ya no importa- me interrumpió antes de que pueda decirle algo- Todo quedó en el pasado.

- Pues yo intento arreglar lo que hiciste en el "pasado"- dije entre dientes.

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