Jane
-No jodas- es lo primero que digo cuando me dice mi padre lo que sucede.
-No me gustan las groserías lo sabes, pero eso no importa ahora ven- cuelgo antes de que diga algo mas y tomo mi bolso para dirigirme rápidamente a la salida de la casa de Raisa, cierto Raisa, por la notica no me acordaba que estoy con ella, volteo y me la encuentro que viene atrás de mi.
-Para por favor, Jane, dime que pasa para que salgas así- hago una mueca porque se que si le digo la verdad se derrumbara pero si se entera por terceros se enojara.
- Luego te cuento, no me sigas ok, voy a la empresa a resolver un asunto, te quiero- le doy un beso en la mejilla para dirigirme a la salida y entrar en mi auto, cuando estoy sentada le pego a el volante maldiciendo por Damián cuando todo va bien el "hijo perfecto" siempre tiene que cagarla, me trueno el cuello dirigiéndome a la empresa a una velocidad más alta de la permitida, como siempre tengo yo que resolver las mierdas de el, llego a la empresa a tiempo récord.
- Ni se te ocurra rayarlo- es lo único que le digo a el hombre que recibe mi auto, ni me molesto en verlo y sigo caminando cuando entro veo que todo es un desastre, todos son unos incompetentes murmurando de el chisme del año, cuando me ven entrar todos se callan, y vuelven a su puesto, con pasos tranquilos sin demostrar ninguna emoción con la mirada al frente marco el piso de vicepresidencia, y a los segundos llego, bajo y veo el escandalo, una mujer con vestido azul y pelo platinado armando ese escandalo, dejo mi bolso suspiro y nadie pone atención a mi presencia al menos no la idiota a la cual estoy viendo.
- Cállate, tu voz causa una terrible jaqueca que deberías de trabajar como torturadora en lugar de payaso, ahora que tengo la atención de todos, ¿Qué diablos está pasando?- digo lo primero en voz alta pero luego me recompongo.
- Lo que pasa es que el joven Tuell me ha dejado embarazada y si él no se quiere hacer cargo yo voy a hacer que se haga cargo- dice alterada, veo a mi padre que la ve serio, y a mi hermano simplemente sentado en su silla mirando todo con desinterés, niego rodeando los ojos.
- Y ¿Cuánto se supone que tienes, porque yo no te veo una enorme panza además de que con ese vestido azul se ve que estás muy cuidada- asiente.
- una semana y media- asiento sin expresión y suelto la pregunta.
-¿Seguro que es de Damián?- ella se ríe con cinismo.
-¿Crees que miento?- muevo la cabeza.
- si- respondo simple.
- No me importa lo que creen, ustedes se harán cargo de mi y mi bebe- asiento.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Tu no me mandas