Tu no me mandas romance Capítulo 43

Raisa

Ya a pasado dos semanas desde que pasó la... persecución, y lo bueno es que nada pasó a mayores, mi madre y la tía cuando se enteraron vinieron al instante y después de mucho sermón donde Jane se hartó y se fue dejándolos peleando solos ya todo se a calmado, hace cuatro días nos mudamos a un apartamento en un edificio privado que está cerca de nuestros trabajos en la compañía, he pasado unos buenos días disfrutando de más libertad y de Jane ya que no se cuando se vaya así que mientras esté aquí voy a pasar mucho tiempo con ella, además ella aun le duele lo de Massimo, ella no lo demuestra pero se que sufre en secreto.

-¿En qué piensas Raisa?- me dice.

-En que quiero ir a ver a Damián- ella gira los ojos, porque lo que no he mencionado es que el posesivo de mi hombre compró un apartamento un piso abajo del nuestro, nadie lo sabía hasta que un día llego a mi puerta diciendo que me tenia una sorpresa, y sorpresa que me lleve cuando vi que me llevo un piso abajo enseñándome su apartamento, él dio la excusa que lo tenía desde hace años pero no le creo nada.

-¿El vecino obsesivo y acosador?- asiento parándome del mueble donde estaba sentado junto a ella.

-Yo que tu rompo con el de una vez, digo un poco más y te secuestra aunque no dudo que esa idea se le haya pasado por la cabeza algún día,  además quien quiere un hombre como él- le sonrió dándole un golpe en la frente con mis dedos.

-Yo lo quiero, y lo del secuestro no estaría mal, tal vez yo me le adelante- me río, ella busca en su bolsa de pantalón algo y me lo da.

-Ten, ya decidí que no quiero que tener sobrinos, porque no dudo que los tuyos los haya picado con una aguja par de pecadores- me rio mas saliendo del departamento con el condón en mi mano lo guardo en la bolsa de mi pantalón,, aún somos jóvenes como para tener hijos, además no llevamos mucho de novios, por eso prevenir nunca está de más, cuando llegue a su puerta la toco, el no tarda en abrirse, lo veo adormilado con el cabello revuelto y música de fondo, le sonrió tirandome a el abrazándolo fuertemente, el me envuelve con sus brazos para después sostener con una mano mi barbilla levantando mi cabeza besándome, tomándome en sus brazos llevándome dentro, donde veo papeles en la mesita y su computadora junto a una copa de whisky.

-Te desperté- él asiente.

-Me dormí viendo unas cosas- dice atrás de mí, dando besos en mi cuello, me volteo.

-Te extrañe- me besa.

-Ayer nos vimos- digo.

-¿Y que?- Me toma cargándome hasta el mueble donde él se sienta dejándome a mi arriba de él, al parecer esta es nuestra pose favorita, me acaricia la mejilla,

-Déjame besarte a mi manera- junta nuestros labios, siento como introduce su lengua en mi boca entrelazando su lengua con la mía, sintiendo como él lleva el control, succionando varias veces mi labio inferior mordiéndole en el acto, nos separamos para tomar aire con nuestra respiración agitada, él vuelve a unir nuestros labios en el mismo ritmo, un ritmo demandante, se levanta cargándome no se a donde se dirige hasta que siento que deja mi cuerpo poco a poco en la cama donde entrelazo mis piernas en su cintura sintiendo sus caricias, vamos dejando la ropa a un lado con cada caricia, después de tantas veces ya no siento pena de estar desnuda enfrente de él, ahora me siento cómoda, me siento segura.

Siento como sus besos bajaron a mi cuello, dejándome perder en su toque, baja un poco más besando mis pechos, mientras aprieta mis glúteos, una parte de mi cuerpo que le encanta ya que siempre me anda tocando ahí, baja mas besando mi abdomen y mordiéndolo dejando marcas, llega a mi parte intima donde abre más mis piernas posicionándose entre ellas, siento como deja un beso en mi botón para luego exhalar aire frío haciendo que me estremezca.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Tu no me mandas