UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 17

Zack quería que la tierra se lo tragara, no tenía idea de en qué momento su hermana había conocido a Giselle o si eso era cierto, pero si lo era, tenía que haber sido en el transcurso del último año, cuando ellos ya estaban separados. Su mano apretó inconscientemente la de Andrea y ella supo que algo andaba mal, muy mal.

—Pues si conociste a Gisselle —dijo él con voz tajante—, entonces no entiendo a qué viene tu teatro porque sabes perfectamente que la mujer que está a mi lado no es ella. Gisselle y yo nos separamos hace tiempo. Esta es Andrea, mi novia, así que ven a saludar como se debe o ahórrate la escena.

—Bueno, hermanito, no te molestes —dijo Noémi restándole importancia—. Debes entender que llevabas años de relación con Gisselle. Cuando le dijiste a papá "mi novia está embarazada", todos asumimos que era Gisselle de quien hablabas.

A la mente de Andrea regresaron aquellas palabras de Zack como un golpe: "si la vida fuera justa yo tendría esposa y un bebé". Así que lo que fuera que había pasado, se notaba que había sido algo muy difícil para él.

—Oye, Thorcito, tu hermana tiene razón, no te molestes —le dijo con una sonrisa capaz de derretir los polos—. Ella no es adivina, no podía saber a qué novia te referías. Ya sabes... somos muchas en el harem.

Zack se puso colorado, pero los ojos de Andrea eran dos pozos risueños y lo llamara Thorcito era lo más gracioso del mundo, así que terminó asintiendo.

—Tienes razón, pastelito, no dije de cuál novia —suspiró—. Así que vamos a hacer la presentación formal. Familia, esta es Andrea, mi novia y la madre de mi hija Adriana. Como es la primera mujer que traigo a casa, y todos saben que es cierto, espero que se comporten con el mínimo de amabilidad —sentenció mirando a sus hermanas.

Por suerte Loan enseguida se puso jocoso y distrajo a todos del ambiente cargado, Luana empujó la silla de su esposo adentro mientras la beba iba despertando y luego Milo cargó con las maletas de su hermano y de Andrea y les hizo un gesto para que lo siguieran.

—Ya no te toca tu antigua habitación, hermanito —le dijo—. Mamá mandó a prepararte la más grande para poner la cunita de la beba. Solo les aviso que me voy a robar a esa niña para hacerle un molde. ¡Es una preciosura, me la como!

Los llevó hasta una de las habitaciones con vista a la montaña y los dejó solos para que se instalaran. Apenas Loan se fue, Andrea vio a Zack sentarse en uno de los arcones frente a la ventana y mesarse los cabellos con gesto furioso.

Se acercó a él despacio y le quitó las manos del cabello porque parecía que se lo iba a arrancar. Luego sus dedos lo acariciaron con suavidad y murmuró:

—Todas estas semanas he estado pensando por qué le habrías mentido a tus padres con algo tan importante como tener un hijo. Pero no les mentiste ¿verdad?

Zack apretó los puños y negó sin mirarla.

—No, Gisselle estaba embarazada —respondió en un susurro—. Lo abortó sin que yo lo supiera. De las dos cosas me enteré por el seguro médico, ni siquiera pensaba decírmelo.

—¿Las cosas no terminaron bien entre ustedes? —preguntó ella.

—Las guerras mundiales acabaron con menos desastre —replicó él—. Tuve mis días de emoción infinita y luego...

—Pero ya le habías dicho a tu familia que ibas a tener un hijo —comprendió Andrea.

—El resto de la familia me tiene sin cuidado —replicó Zack—, pero se lo había dicho a mi padre. Viste su cara hoy cuando cargó a Adriana. ¡Es que te apuesto a que todavía nadie más ha podido cargarla porque él no la ha soltado! ¿Cómo iba a decirle que ya no era abuelo?

Andrea entendió la tristeza que Zack sentía y acarició su espalda lentamente con un gesto reconfortante. Si era un sol con una niña que no era suya, ni siquiera imaginaba lo mimoso y adorable que sería con su propio hijo.

—Lo siento mucho, se nota que era algo muy importante para ti.

—Debí decírtelo antes pero... la verdad es que nadie de mi familia conoció jamás a Gisselle, no pensé que mi hermana la traería a colación —murmuró él.

—Sí, debiste decirme, ahora me veo como una rompehogares, pero eso sí, seré una rompehogares muy dulce —replicó ella y Zack levantó la cabeza para mirarla a los ojos.

—Si mis hermanas vinieron con ánimo de molestar, esto solo se va a poner peor —dijo él—. Quizás sea mejor si nos vamos a un hotel, o a una cabaña...

—¡Por supuesto que no! —declaró Andrea—. Vinimos aquí a que pases una hermosa Navidad con tu padre, y si tus hermanas se ponen pesadas pues allá ellas. ¿Qué es lo peor que pueden hacer?

Zack suspiró encogiéndose de hombros.

—No tengo idea, pero algo se les ocurrirá —murmuró con impotencia—. Y por cierto, ¿qué fue eso de Thorcito?

Andrea dejó escapar una carcajada y le sonrió con picardía.

—Tú dijiste que debía ponerte un apodo cariñoso, y eso fue lo que me salió. Te juro que cuando miraste a tu hermana de verdad vi las nubes con rayos y truenos sobre tu cabeza. ¿Y qué fue eso de Pastelito, a ver? —lo increpó.

—¡Tú misma lo dijiste, eres dulce! —exclamó él y Andrea se inclinó para mirarlo a los ojos.

—Todo va a estar bien. Deja que nos molesten, nada puede ser peor que lo que ya pasamos este año, ¿verdad?

Zack asintió con cansancio y se abrazó a su cintura, encondiendo el rostro en su abdomen por un segundo mientras ella le acariciaba el cabello.

—Acabas de pasar de empleada imprescindible a amiga en un segundo —murmuró él y Andrea le pegó en el hombro.

—Aun así me tienes que pagar, Thorcito.

—Copiado, Pastelito.

Andrea lo sintió suspirar y de repente un carraspeo risueño los sobresaltó.

—En esta casa nadie se puede poner cariñoso hasta después de las diez de la noche —se rio la madre de Zack mirándolos desde la puerta—. ¡Cámbiense y vamos, hay galletas que hacer!

Zack la soltó con un gesto suave y luego miró al ropero, porque conocía muy bien las tradiciones de la familia. Sus suéteres navideños ya estaban allí, así que los dos hicieron turnos en el baño para cambiarse.

—¡Mira esto, si eres un tierno muñeco de nieve! —exclamó Zack al verla y ella hizo una pirueta antes de llevarse una mano a la boca.

—Thorcito, me apena profundamente decirte esto, ¡pero eres un reno!

Zack puso los ojos en blanco viendo su suéter y rezongó tres veces mientras salían de la habitación.

En la cocina, que era enorme, estaban todos reunidos y en efecto, el señor Nikola todavía no había soltado a la bebé.

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