Un disparo en mi corazón romance Capítulo 23

Yolanda era muy sensible a las cosquillas.

En el pasado, Eustacio solía ir al campo de entrenamiento de disparo a buscarla, y le gustaba hacerle cosquillas en el cuello con una pluma mientras ella hacía prácticas.

Además, él siempre le repetía tales palabras bromeando:

«Yolanda, tienes que entrenar tu resistencia, y no te distraigas.»

«¡Qué genial eres! Puedes dar en el blanco con precisión, aunque estás distraída.»

Yolanda esquivaba corriendo cada vez que Eustacio le hacía cosquillas.

Ella había pasado muchos momentos alegres e inolvidables con Eustacio, pero todo ya estaba pasado sin poder volver jamás.

***

Yolanda sintió un poco picor en el cuello como si le hicieran cosquillas con una pluma, no pudo evitar reír y esquivó mientras hablaba:

—Eustacio, para ya.

Estas tres palabras, como un cubo de agua fría vertida sobre su cabeza, apagó al instante todos los deseos de Jairo que se estaban descontrolando.

Él recobró de sentido de golpe.

«¡¿Qué estoy haciendo?! ¿He sido seducido por ella? ¿Esta maldita mujer me ha tomado como Eustacio?»

Pensando así, se puso enfadado, se levantó y rugió con enojo:

—¡Basta ya! Es hora de que estés sobria.

Tras decir eso, la agarró del brazo a Yolanda, la arrastró hasta el baño y la arrojó directamente a la bañera llena de agua.

El agua tibia la hizo a ella recuperar la sobriedad de repente.

Yolanda se sacudió su largo y mojado pelo y se abrió los ojos, mirando al hombre con expresión confusa:

—¿Qué te pasa? ¿Estás loco?

«¡¿Todavía se atreve a interrogarme?!»

Jairo estaba tan enojado que quería soltarle groserías a Yolanda.

—Ah, mi ropa está toda mojada —refunfuñó la mujer.

—¿No recuerdas lo que acabas de hacer? —Jairo preguntó palabra por palabra.

Yolanda se sobresaltó, se apresuró a mirar hacia abajo a sí misma y se dio cuenta de que todavía estaba bien vestida, aparte de que dos botones cerca del cuello estaban sueltos.

Ella suspiró aliviada pensando que por suerte no les había pasado nada.

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