Un disparo en mi corazón romance Capítulo 32

En una posada alejada, la habitación estaba poco iluminada y el leve aroma del nardo se flotaba en el aire, dando una sensación bastante agradable.

—Solo quedad una habitación, así que tendremos que conformarnos con pasar la noche juntos —Yolanda entró en el cuarto y cerró la puerta.

La habitación no era grande y solo estaba equipada con una sola cama. Pero al pie de una montaña remota, ya era muy afortunado para ellos encontrar un lugar para alojarse.

Jairo se sentó en el borde de la cama y abrió un botiquín que había sacado del coche. Luego se quitó el traje y se desabrochaba la camisa.

Al verlo, Yolanda preguntó con preocupación:

—¡¿Estás herido?!

Resultó que fue cuando intentaba protegerla esquivando las balas, una de ellas le rozó el brazo. Realmente no fue nada fácil para él conducir durante tanto tiempo bajo la condición de herirse.

El rostro de Jairo estaba un poco pálido, pero todavía dijo:

—Estoy bien. Solo es que necesito descansar un poco. Estamos demasiado lejos de la ciudad, si volvemos ahora, tardaremos demasiado. Llamaré a Stefano para venga a recogernos mañana por la mañana.

La sangre se había secado, por lo que la camisa manchada de sangre se pegaba a la herida. Cuando Jairo se quitó la camisa, se reabrió la herida y no pudo evitar apretar los dientes para aguantar el dolor.

Yolanda rebuscó en el botiquín y sacó yodo, coagulante hemostático, polvo antiinflamatorio y gasas.

—Déjame ayudarte —le echó un poco de yodo en el hisopo y le limpió la herida.

Jairo soportó el dolor sin emitir ni un gemido, con gotas de sudor brotando de la frente.

«¿Disparos y persecución otra vez?» Yolanda tenía algunas dudas en su mente.

La última vez en que ella se encontró con un tiroteo en la orilla del río, salvó a un hombre extraño y perdió su virginidad como resultado. Raras veces tenían lugar casos criminales graves en la Ciudad Kanblanza, pero en tan poco tiempo, Yolanda se topó con dos casos criminales. ¿Todo fue una pura coincidencia?

«¿Cuál podría ser la conexión entre Jairo y el desconocido que he salvado aquella noche?»

—Siempre llevas un botiquín en el coche, ¿te persiguen a menudo? —Yolanda preguntó tentativamente.

Yolanda de repente recordó que el hombre al que ella misma había salvado la última vez tenía una rozadura de bala en la pierna, por eso planeó buscar una ocasión oportuna para ver si la pierna de Jairo tenía alguna rozadura o no.

Jairo dijo con los cerrados:

—¿Qué, tienes miedo? Muchas personas quieren que yo muera.

Después, abrió los ojos, con una mirada austera y fría, y continuó:

—Yolanda, tienes tan una puntería tan buena como una tiradora profesional.

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