Una Chica Diferente (COMPLETA) romance Capítulo 25

"Si yo plantará una flor por cada vez que tu sonrisa me hace sonreír sería dueño de un hermoso y gran jardín, las habría de muchos colores y tamaños, porque me has dado sonrisas en todas tus versiones.

En este momento desearía poseer las siete vidas de un felino, amarte y ser feliz contigo en cada una de ellas. ¿Pido mucho? ¡Merezco poco! No me importa ser un simple mortal con una sola vida, porque me asegurare de amarte como si fueran siete"

¿Alguna vez han sentido demasiada felicidad al leer una nota pegada en el espejo? De esa felicidad que amenaza con inflar tu cuerpo de emoción y de pronto explotar en una colorida lluvia de conffeti.

Así me siento el día de hoy... diría que no hay motivo pero estaría mintiendo, mi motivo tiene nombres y apellidos; Jared Josabad Krause Payne. El amor de mi vida.

—¿Es correcto que vayas ahí arriba?

–cuestiona Jared mientras dirige el carrito del super.

—Nadie me ha dicho lo contrario.

–respondo mordiendo la paleta helada que tomé de un refrigerador.

—Se supone que ahí van los niños pequeños.

—Bueno, en vista de que no tenemos uno aún y yo estoy cansada ocuparé ese sitio.

—La gente nos mira.

—¡Eso es bueno!

Jared niega con la cabeza fingiendo desaprobación pero sé que le divierte.

Estamos en el super llevando cosas que nos hacen falta en nuestra casa. Sí, nuestra casa, casa que compartimos desde aquella noche en la que abandoné mi casa vistiendo una simple pijama y sin zapatos, esa noche que lo cambió todo.

Puedo decir que me empiezo a sentir plena y feliz, aún nos queda mucho que aprender de los dos pero hay tiempo para ello. Ahora sólo disfrutamos el momento.

—¿Palomitas o dulces?

—Palomitas dulces. –respondo.

—¿De esas acarameladas y pegajosas que quedan bien con crema batida y frappe de café?

—Oh, si. De eso hablo, es como pornografía alimentaria.

—Si, son un asco.

—Son deliciosas.

—Claro, como las frituras de papa saladas bañadas con yogurt de fresa.

—Es una mezcla de salado dulce. Deberías probarlas.

—Paso, las prefiero solas.

—Aburrido.

—Anoche no pensabas eso de mi.

—Anoche estabas sobre mi y lamias mis senos, obviamente no podía ni pensar.

Un par de señora me miran asustadas como si hubiese dicho algo de otro mundo. Tomo una caja de tomates cherry y algunas zetas, en ningún momento despegan la vista de mis movimientos. Eso me irrita.

—Además tu barba en cierta zona cerca de mis piernas hacía lo suyo.

Jared abre los ojos y sonríe cuando ellas jadean, yo miro atenta y divertida su reacción.

—Es increíble que hables así delante delante de la gente. –señala molesta.

—No se equivoqué señora, yo vengo hablando con él. –señalo a Jared–, no con usted. Que su oído alcance a escuchar conversaciones ajenas no es mi problema.

—Malcriada. –dice antes de irse redunfuñando.

—Eres un desastre. –asegura Jared riendo.

—Pero te gusta este desatre.

—Me encanta.

Jared se mantiene callado, siento que algo me quiere decir pero no sabe como.

—¿Qué ocurre Jar?

—Ayer mi padre me comentó que debo hacer un viaje de negocios mañana por la mañana.

—¿Y?

—No sé cuantos días estaré allá.

—¿A dónde irás?

—A España.

—Oh, eso es lejos.

—No quiero dejarte sola.

—No estaré sola Jared, tengo a mis amigas, a tu familia, a mi padre.

—Ven conmigo.

—¿En serio?

—Sí, no quiero separarme de ti ni un segundo.

—Pero es tu trabajo, además necesito buscar uno también.

—¿Por qué? No es necesario que lo hagas.

—No quiero que me mantengas Jared.

—Eres mi prometida ahora, vives conmigo, ¿qué esperabas?

—No me gusta que gastes en mi.

—Bien, no gastare en ti.

—¿En serio?

—Sí, gastare sólo para la casa y para mi. –dice sereno.

—Bien, eso esta mejor.

—¿Entonces, vienes conmigo?

—Obvio, voy contigo hasta el fin del mundo.

—Hasta el fin del mundo.

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—¿Niño o niña? –cuestiono.

—En realidad no tengo preferencia, sólo quiero que este bien.

—¿Has pensado en algunos nombres?

—Sí, de hecho ya sé como quiero que se llame. Jamás imaginé que quisieras tener bebés a tan corta edad.

—Nunca lo pensé, pero tu me hiciste desear todo eso que nunca creí querer.

—¿De verdad?

Asiento mirándolo a los ojos.

—No sé si es buena idea decirte esto... pero siento que debo hacerlo.

—¿Y qué es?

—Antes de ti no deseaba nada en absoluto, mis planes favoritos eran beber ir de fiesta y... bueno ya sabes.

—Sexo casual.

—No, Alexander.

—¿Alexander y tú?

—Desde hace dos años, lo hacíamos a escondidas de nuestros padres. Yo no quería que nadie supiera.

—¿Por qué?

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