Una Chica Diferente (COMPLETA) romance Capítulo 32

—¿Te sientes mejor? –cuestiona Nelly sentándose en el sofá junto conmigo.

No he parado de llorar desde que regresé de...bueno, de la casa de Jared. No entiendo como pude olvidar que se había ido, quiero creer que mi mente me jugó una mala broma. Recuerdo que dolió y vomite y después. ¡Diego!

—¡Oh por Dios! –me levanto del sofá.

—¿Qué pasa Daf?

—¡Diego!

—¿Qué hay con Diego?

—Yo... yo iba con Diego, Diego me llevó al café, y yo... lo dejé ahí.

Nelly parpadea varias veces antes de echarse a reír como tonta.

—No es gracioso, lo olvidé ahí.

—¿Cómo que lo olvidaste Daf? ¿O sea como que lo plantaste o algo así?

—No, Nelly, me fui del café sin Diego. Estabamos él y yo tomando café, me levanté porque necesitaba ir al baño, una vez ahí tuve un dolor punzante, vomité y me fui justo después de pedir dos cafés y pagarlos.

—Haber si entendí, Daf. ¿Olvidaste qué ibas con Diego?

—Sí, lo olvidé. –digo sorprendida de mis propias palabras.

—¿Le has avisado que estas aquí? Debe estar vuelto loco.

—Tienes razón. Debo llamarlo.

Dejo la taza de té en la mesa y camino hacía el teléfono, antes de siquiera poder marcar el número el timbre suena, abro sin preguntar, una maldita costumbre. Diego pone sus asustados y cristalinos ojos en mi.

—Diego yo...

Sin dejarme terminar me abraza con fuerza y suspira.

—Uh... Diego, me duele. –me quejo. El inmediatamente me suelta.

—Lo siento, lo siento. No quise lastimarte. Pero no volviste y te busqué por todos lados y no te vi y entré en pánico porque no cuidé bien de tí y...lo lamento tanto Dafne.

—Estoy bien, sólo tuve una punzada o algo así y no supe que pasó después hasta que llamé a papá... desde la casa de Jar...ed.

—¿Una punzada provocó tu desorientación? –cuestiona como si fuera algo malo.

Asiento sin decir nada. Diego pasa sus manos por su cabello, me toma de la mano y me lleva hasta el sofá. Su contacto con mi piel es... ni siquiera sé como decirlo. No me provoca mariposas o sensaciones electrizantes, no me gusta que lo haga, pero no se lo hago saber.

—Debemos ir a revisarte de nuevo, no esta bien que te desorientes de esa manera por una punzada. Recuerda que.

—Lo sé, Diego. Ya lo sé. –respondo con un tono molesto, Nelly frunce el ceño al notarlo, Diego solo asiente.

—Lo lamento, no quise sonar grosera.

—Entiendo, pero hazme caso. Es por tu bien y... bueno ya sabes porque lo hago.

—Y lo agradezco Diego, mucho. Lo haré.

Diego asiente una vez más y presiona mi mano, la acaricia con su dedo, y mi mirada sin poder evitarlo se posa en su mano.

—Siento si esto te incómoda.

—No, para nada. Solo me sorprende que seas así, cuando te conocí eras un maldito narcisista que creía que el mundo giraba al rededor de él. Con el ego por los cielos y un sarcasmo pedante y absurdo.

—Guau, el golpe afectó tu filtro. –dice sorprendido.

Pronto me doy cuenta de lo que he dicho.

—Si necesitas algo llámame, debajo de mi faceta de maldito egocéntrico narcisista con absurdo y pedante sarcasmo, hay un hombre que se preocupa por ti. –dice de una manera en la que me hace sentir totalmente culpable.

Camina hasta la puerta y se va sin decir más. Nelly me observa anonadada.

—¿Qué carajos fue eso Marín?

—No lo sé, ¿vómito verbal?

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