Una Chica Diferente (COMPLETA) romance Capítulo 40

—Es lo más hermoso que he visto en la vida. –aseguro viendo la pantalla.

Dafne toma mi mano y limpia con su mano libre una lágrima que cae por su mejilla.

—Es un niño, felicidades a ambos. –dice el doctor imprimiendo la ecografía.

Llegamos hace tres semanas a Colombia y apenas tuvimos tiempo de ver a nuestro frijol más de cerca, es hermoso, tanto que quiero que nazca ya para tenerlo conmigo todo el día.

—Todo esta en perfectas condiciones con ambos, es un bebé grande y sano, y veo que te ha ayudado mucho Dafne.

—Mucho en realidad, hace días que no siento algún malestar salvo por los normales del embarazo.

—Me alegra saber eso, le pediré a mi asistente que programe otra cita para el próximo mes, quiero revisarte constantemente.

—¿Hay algún problema doctor? –cuestiono preocupado.

—No, pero quiero estar seguro de que todo marcha bien con la postura del bebé.

Suspiro tranquilo, todo va marchando a la perfección.

Todos estos meses han sido por mucho los mejores de mi vida, siento que he vuelto a la vida, que los años no han pasado por mi, que estoy empezando a vivir. Dafne y yo nos casaremos y tendremos una familia como siempre soñé, tengo todo lo que necesito aquí y ahora, no puedo pedir nada más.

—No puedo creer que esto esté pasando, es tan hermoso.

—Lo sé, sin duda el mejor regalo que la vida nos pudo dar.

—Te amo tanto, los amo tanto a los dos que siento que todo esto es irreal.

—Vamos a compartir la noticia.

Dafne asiente y mientras la ayudo a limpiar su vientre el doctor nos da el informe. Salimos del consultorio de un nuevo doctor, no quería que Luca siguiera llevando el control de nuestro bebé, no es muy profesional mezclar la vida privada y el trabajo.

Estos últimos días han sido los mejores, me siento realmente feliz por todo lo bueno que nos pasó después de todo lo malo, siento que Dafne piensa lo mismo aunque hay cosas aún que la hacen estar triste, su amiga Nelly y su madre con su negativa a nuestra relación.

Grecia y ella por su parte se han unificado más, son buenas amigas y eso me alegra aunque me desconcierta y me intriga un poco saber que fue eso de lo que hablaron cuando se conocieron.

—Oye tontín, ¿qué fue lo que Grecia te dijo en el hospital?

Ella me regala una media sonrisa y niega con la cabeza.

—No tiene importancia ya, es pasado.

¿O sea qué no me dirás?

—¿Para qué querrías saberlo?

—Curiosidad. –me encojo de hombros.

—Pues... ella llegó al hospital siendo una chica tímida, pero luego su actitud fue a la defensiva, culpandome por tu abandono hacia ella como tu hija, diciendo que robé tu amor y les negué a ambos el derecho de conocerse, pero cuando le dije mi edad y nuestra reciente relación ella entendió que la culpable no fui yo sino Mabel. Entonces se disculpó conmigo, se quedó en el hospital hasta tarde queriendo saber de ti, yo le dije lo que sabía de ti, aunque no era mucho. Preguntó por tus gustos, tu cumpleaños, tus cosas favoritas, todo lo que pude le respondí, entonces fue como tener a otra Grecia, hay cosas que todavía no tienen respuesta, debes hablar con ella.

—¿Sobre qué?

—Sobre porque no estuviste con su madre, porque nunca la llamaste, esas cosas de las cuales no tuve respuesta cuando me las pregunto.

—Lo haré lo prometo.

Sigo conduciendo hasta la casa de mis padres para darles la noticia de que nuestro bello frijol ya tiene nombre.

Es verdad que Grecia y yo no hemos hablado como se debe desde que llegó a Colombia, pero con tantas cosas que pasaron no me dí cuenta que era necesario. De hoy en adelante seré el padre que ambos merecen tanto Grecia como frijol, no será fácil como en esas novelas pero lo intentare.

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—¿Segura que estarás bien? –cuestiono cuando debo irme y dejar a Dafne sola en casa.

—Sí, estaré bien. Ahora vete o se te hará tarde.

—No quisiera dejarte sola.

—No me va a pasar nada, además debo preparar la cena, papá viene a cenar.

—Bien pero si necesitas algo no dudes en llamarme, a mi o a Gabriel, a mamá a Noely ya sabes que cualquiera puede venir a verte.

—Grecia quedó conmigo en una hora, vete tranquilo.

—Bien, ahora debo irme aunque no quiera.

—No puedes dejar de trabajar para cuidarme Jared, vete ya, –dice sonriendo.

—Esta bien, –beso sus labios luego su vientre–. Llamame cariño, volaré hasta aquí.

—¿Ahora eres un pájaro? –se burla.

—Contigo no se puede.

—Eres pura paraoina, Jared estaré bien.

Asiento sin muchas ganas, me despido de nuevo y salgo de la casa, nuestra nueva casa, una con más espacio para frijol, que oficialmente se llamará Santiago Damian. Dafne eligió ambos nombres, y me encantan, no pude elegir uno mejor.

No sé como explicar todo lo que siento justo en este momento, soy un hombre afortunado, tengo a mi familia, tengo a mi hija, tengo una maravillosa mujer que sin pedirlo me ha dado la dicha más grande de esta vida, ser padre, con Grecia lo fui pero no es igual, nunca la vi mientras crecía, pero no por esa razon dejé de amarla. Siento miedo de sentir tanta emoción junta, siento que explotare en cualquier momento, ella es mi chica, mi gran amor, mi todo. El ser una chica diferente lo cambia todo, absolutamente todo.

Ahora las cosas están donde deben, Galilea se ha ido de aquí, Mabel aún me molesta con tonterías pero la ignoro, no opacará mi felicidad, nada lo hará.

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Miro el reloj y ha pasado hora y media desde que Grecia me dijo que vendría y no ha llegado, necesito salir a comprar algunas cosas al super y si no lo hago en este momento jamás terminaré.

Tomo mi bolsa y un abrigo, aún se siente frío afuera, reviso mi teléfono y no hay señales de ella, salgo hasta la calle y nada, le mando un mensaje y espero que en cuanto lo vea me responda. Decido caminar hasta el super, me hace bien a pesar de lo lenta que puedo ser en ocasiones, este bebé me hace sentir como oso en pleno invierno, siempre me cargo un sueño en cantidades industriales. En el camino me encuentro a Aída quien desde que me fui a Argentina empezó un relación con un chico de la brigada, se le ve feliz , tal como lo merece.

—Hola, ¿como vas?

—Excelente, aunque cada día que pasa mi lentitud aumenta.

—Supongo que es normal. –se encoge de hombros–, ¿a dónde vas?

—Al super, papá viene a cenar esta noche. ¿Y tú?

—Iba a tu casa, –sonríe nerviosa–, hay algo que debo decirte aunque no debía decirte pero por razones obvias tengo que hacerlo.

—¿Qué es eso tan enredoso que no debes decime?

Aída muerde su dedo y mira para todos lados.

—¡Aída!

—Nelly volvió a Colombia. –suelta de pronto. Mis oídos no dan fe de lo que acabo de escuchar.

—¿Cuando volvió?

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