Una Chica Diferente (COMPLETA) romance Capítulo 8

Después de llegar al restaurante y ver en una de las mesas del final a Jared con una mujer, no puedo evitar sentir algo incómodo en mis entrañas, obviamente no hay justificación para eso y aún así siento que debo averiguar quien es.

—Iré al baño, no tardo.

—¿Quiefes que pida por ti?

Asiento perdiendome entre la gente.

Camino con paso decidido y manos temblorosas hasta su mesa, saludo como si nada pasara.

No puedo evitar observar como sus ojos escanea mi cuerpo y una vez que sus ojos mirar los míos, desvío la mirada hacia la mujer que lo acompaña esta noche.

La presenta como su prima y algo dentro de mi se queda más tranquila. Después de las presentaciones y el cruce de unas cuantas palabras más, me despido y camino de nuevo hasta mi mesa. Mamá no se ve contenta.

—¿Dónde estabas?

—En el baño.

—Si claro, en el baño.

—Entonces no, fui a Narnia a conseguir un unicornio.

—Sabes que odio que me contestes con sarcasmo. Además, en Narnia no hay unicornios Dafne.

—Pues es que es la verdad, estaba en el baño.

—Te tardaste mucho.

—Obviamente, digo me tome mi tiempo.

—Bueno, bueno ya, acabemos de cenar.

Mamá y yo decidimos venir a cenar antes de que se vaya con la abuela, serán dos semanas interesantes, por lo menos voy a descansar como me lo merezco.

—Buenas noches.

Mamá levanta la vista y yo giro mi cabeza para ver al dueño de esa voz, con esa sonrisa torcida y una mirada traviesa, Jared saluda a mi madre.

—Buenas noches señora Marín.

—Buenas noches señor Krause. Que coincidencia verlo aquí.

—Sí, estaba cenando con un familiar, iba a llamarla hoy por la mañana pero no tuve tiempo. Mi padre quiere que sus empleados reciban un curso impartido por usted.

—Que pena me da señor Krause, yo salgo esta noche fuera de Colombia, pero regreso en dos semanas, si usted gusta esperar.

—Por supuesto que sí, aunque bueno, creí que su capacitador, Alexander, podría hacerlo.

—Sí, si usted desea que él vaya con gusto que lo hará, incluso mi hija puede acompañarlo.

—No quiero abusar ni seguir interrumpiendo, mi padre es muy estricto en cuanto a formalismo y esas cosas, preferiría que fueran hombres los que den el curso, claro si no le molesta.

—¿No le parece algo tonto? Mi hija sabe perfectamente lo mismo que Alexander. ¿Por qué no habría de ír?

—No lo mal entienda señora Marín. Sé que su hija es una excelente capacitadora, no me queda duda, pero mi padre lo hace por mera formalidad, no quiere que se le vaya a faltar al respeto, yendo dos hombres eso no pasaría.

Veo a mamá analizar el asunto, sonríe y asiente.

—Creo que tiene razón, lamento si me puse extrema.

—No se preocupe señora, entiendo. Y muchas gracias por aceptar, lamento la interrupción.

Jared se inclina y besa la mejilla de mamá, detrás de su espalda una de sus manos se agita llamando mi atención, hay una papel en ella, lo tomo y Jared se separa de mamá. Odio no haber traído bolsa.

—Hasta luego y buen viaje.

—Gracias señor Krause.

Yo me quedo embelesada mirando la seguridad con la que camina hasta la salida, es difícil olvidar las imágenes de ese cuerpo desnudo, la textura de su piel y la firmeza de sus manos. Ahora no me lo imagino de otra manera que no sea la de aquella noche.

—¡Dafne carajo despierta!

—¿Qué?

—Es tardísimo, dejaremos el postre para después.

—No mamá.

—Te compraré algo de camino a casa.

—Esta bien.

Mi madre paga la cuenta y salimos hasta el estacionamiento. Muero de ganas por llegar a casa.

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Después de una parada de emergencia como yo la llamé, llegamos a casa. Sua maletas ya estaban listas y ha llamado al taxi, siento que lleva prisa por irse.

—No olvides que Alexander y su padre estarán viniendo a ver que todo marche bien.

—Sí mamá, ya lo sé.

—No quiero fiestas en casa Dafne.

—¿Fiestas? ¿En serio? ¿Sabes el desastre que tendría que limpiar después?

—Bueno si, tienes razón. Odias limpiar.

—No del todo. –me defiendo.

—Come como debe ser, tienes todo lo suficiente y si ocupas algo llama, tienes depósito en la cuenta de emergencia.

—Si mamá, lo haré.

—Una cosa más. Queda terminantemente prohibido dormir fuera de casa.

—Pero mamá, ¿qué hay de ir a casa de Nelly o Aída?

—Dafne, no insistas.

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