Una familia para el solitario CEO. romance Capítulo 20

Vanessa se hallaba en un estado de total conmoción, no lograba comprender que era lo que el señor Knight había hecho con Ava, pero el cambio de humor de la niña era evidente.

Los ojos verdes de la niña se mantenían fijos en los de su madre, esperando su respuesta, entonces Vanessa se puso de pie.

—Muchas gracias señor Knight —habló con sinceridad sintiendo su corazón agitado, y sin pensarlo dos veces lo abrazó.

Hope y Ava se miraron entre ellas, ambas sonrieron.

Ryan se quedó estupefacto ante esa demostración de agradecimiento de Vanessa, con la mano que tenía libre, la colocó sobre la espalda de la mujer.

Vanessa percibió un corrientazo, que hacía mucho no sentía cuando la cálida mano de Ryan la tocó y la apretó con delicadeza, con esa cercanía, ella pudo inhalar el delicioso y varonil aroma de él, tan seductor, entonces abrió los ojos de golpe, y se separó.

—Lo siento —se disculpó avergonzada.

Ryan soltó un suspiro, la sensación de tener a Vanessa muy cerca de él, fue agradable, era una mujer cálida, hasta pudo sentir su estremecimiento cuando la tocó, ladeó los labios al verla con las mejillas en color carmín.

—Tranquila, lo comprendo —dijo él.

—Gracias —repitió ella, inhaló profundo—, deseo hablar a solas con usted. —Miró a Ryan.

—Por supuesto —contestó él.

—Me da gusto verte Vane —dijo Hope, la abrazó con cariño—, voy a llevar a Ava a que termine las tareas pendientes.

Vanessa estrechó con calidez a la niña.

—También me agrada verte. —Besó su frente—, te agradezco que ayudes a Ava, vayan a la habitación —propuso, le acarició la mejilla.

Ambas niñas tomadas de la mano se retiraron.

—Bien. —Ryan señaló con su mano a uno de los cómodos y confortables sillones de piel blancos. —¿Desea tomar algo? —investigó sin dejar de mirarla.

—Un vaso con agua —contestó Vanessa, se sentó, cruzó su pierna derecha sobre la izquierda.

Mientras Ryan le servía el agua, ella miró toda la decoración del apartamento. Tenía un estilo minimalista, los cojines de los muebles de la sala eran negros, el muro donde estaba una chimenea artificial lo había pintado de gris. Y en otra gran pared había un mural de fotografías de varios edificios modernos y centros comerciales, Vane imaginó que eran los que él había diseñado.

Ryan volvió y notó que ella miraba con atención sus obras maestras.

—Este edificio lo construí en Dubái, hace como cinco años —mencionó—, es un hotel de lujo.

Vane se puso de pie, miró con atención aquella construcción de torres cilíndricas, cubiertas de vidrio.

—¡Es impresionante! —susurró—, un gran trabajo arquitectónico.

—Realizado por mi —respondió él irguiendo la barbilla, orgulloso, le entregó el vaso con agua.

Vane bebió dos sorbos, y luego soltó un suspiro.

—Admirable su trabajo —contestó con amabilidad—, quiero hablarle acerca de Ava, no deseo que vuelva a cometer otra imprudencia de su parte.

—Eso no volverá a suceder, la niña me comentó que ya sabe toda la verdad. —Se paró frente a ella, y observó a los ojos a Vanessa.

Ella deglutió la saliva con dificultad.

—Fueron momentos duros para ambas, lo tomó muy mal, pasó estos días encerrada, sin querer comer, salir o ir a la escuela, jamás pensé que el tema de su padre le afectaría tanto. —Apretó los puños, la voz se le quebró.

Ryan sintió un pinchazo en su pecho, saber que fue por su causa que la niña se haya puesto así, le dolió, porque jamás fue su intención lastimarla, ni a ella, ni a su madre.

—Todos tenemos ese deseo cuando somos niños —confesó se aclaró la garganta—, también anhelaba conocer al mío.

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