Una familia para el solitario CEO. romance Capítulo 9

Las palabras de Henry Bosch fueron como puñaladas para el corazón de Vanessa, ella apreciaba mucho a ese hombre, sus ojos se llenaron de lágrimas, había dado la vida por esa empresa, y no era justo que la trataran de esa forma, cuando ella sabía que era inocente.

—Voy a demostrar mi inocencia, y se va a arrepentir de haberme tratado de esta forma. —Reprimió su ira, su dolor, giró sobre sus tacones y salió de la empresa.

Vanessa observó cómo sus compañeros la observaban con lástima y susurraban entre ellos.

—¡Soy inocente! —gritó—. ¡Juro que lo demostraré! —Apretó sus puños, y fue hasta su oficina, recogió las cosas que más valor sentimental tenían para ella, las fotos de su hija, de su madre, sus libros, se llevó su agenda con los contactos de los clientes, y varias cosas más.

—¡Te dije que te iba a desenmascarar! —dijo Caleb Bosch entrando de nuevo con las manos en los bolsillos y una sonrisa en los labios.

Vanessa lo observó con profunda ira.

—¿Fuiste tú, cierto? —vociferó, respiraba agitada.

—No sé de qué hablas —respondió con cinismo—, las pruebas te acusan, te revuelcas con Ryan Knight. —Ladeó los labios. —Siempre he tenido un gran interrogante. ¿Sabes quién es el padre de tu hija? —indagó—, es que imagino que con tantos hombres…

El hombre sintió su mejilla arder, luego que la mano de Vanessa le estampó una fuerte bofetada y no le permitió seguir.

—A mí me respetas —vociferó agitada Vanessa—, no tienes idea de mi vida, y no te voy a permitir que hables mal de mí, y menos que nombres a mi hija. —Lo empujó con toda su furia hasta hacerlo caer en un sillón—, soy madre soltera y me siento orgullosa, en cambio tú, eres un resentido social, un misógino, que vive a las costillas de su tío, un pobre diablo sin preparación académica, un buitre que espera que el señor Bosch muera para quedarse con todo.

Caleb se puso de pie sintiendo la ira reverberar por sus venas, elevó su mano para abofetear a Vanessa, pensó en amedrentarla, pero ella irguió el rostro, plantó su vista en él.

—¡Atrévete a tocarme, cobarde! —rugió agitada—, y le haré un favor a la humanidad, dejándote sin descendencia. —Advirtió.

El hombre se estremeció, miró la determinación y el odio en los ojos de Vanessa, que bajó la mano.

—¡Seguridad! —gritó, y cuando los hombres llegaron ordenó sacar a Vanessa como si fuera una vulgar delincuente. —¡Esta mujer tiene prohibida la entrada a esta empresa! —vociferó, mientras acariciaba su mejilla.

«Ya me deshice de ti, m*****a mujer»

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Vanessa salió a la calle con el semblante lleno de contrariedad, afuera pudo desahogarse, liberando las lágrimas que estuvo conteniendo.

—Soy inocente —susurró y se sentó en una banca pegada a una de las jardineras afuera del edificio. —¿Qué voy a hacer ahora? —cuestionó.

Estaba desempleada, con una deuda en el banco debido a la hipoteca del apartamento que adquirió en donde vivía actualmente, la colegiatura de Ava era alta, pues estudiaba en un colegio privado, además de los gastos de servicios básicos, y alimentación, además se había quedado sin auto, puesto que el que tenía era de la empresa.

Entonces recordó su vida años atrás, y como siendo una jovencita con apenas dieciocho años, logró salir adelante con una hija en camino.

—No, no me voy a dejar vencer —expresó sintiendo la garganta seca, y esa sensación de impotencia que le carcomía el alma—, tú eres valiente Vanessa Johnson, vas a salir de esto. —Apretó sus puños—, pero no descansaré hasta probar mi inocencia, los demandaré, lo juro —sentenció, observando a su antiguo lugar de trabajo.

****

¿Crees que el tío Ryan venga por nosotros a la escuela? —averiguó Ava a Hope, mientras ambas esperaban que las retiraran sus familiares.

—No lo sé —contestó Hope—, hoy me trajo el chofer. —Frunció los labios—. La abuela me regañó por haber escapado, y mi tío que pidió que no volviera a hacerlo —mencionó.

Ava apretó los labios, observaba impaciente desde el patio ver aparecer el auto de su mamá, o al tío Ryan, pero ninguno de los dos aparecía.

Unos minutos después la mirada de Hope brilló, al ver a su tío bajar de su auto, y caminar hacia el interior del colegio.

—¡Vino por nosotras! —exclamó Hope, sonrió con ilusión.

Ava abrazó a su mejor amiga, también emocionada.

—Hola niñas —saludó Ryan con ambas, esbozó una sonrisa.

—Hola, tío Ryan —contestó Ava, se aproximó a él y sonrió.

—¿Nos vas a invitar el helado que nos prometiste? —cuestionó Hope, elevó su rostro, lo miró a los ojos.

—Claro, pero tenemos que pedirle permiso a la mamá de Ava —expresó. —¿Quién te retira? —indagó a la niña.

—Mi mamá —respondió Ava—, pero siempre es puntual, no sé por qué no llega —expresó frunciendo los labios.

—No debe tardar —contestó Ryan, observó por todo lado, mirando si la mujer aparecía.

Un par de minutos después, llegó Vanessa, su semblante no era el mismo, se había colocado las gafas de sol para que Ava no notara que había llorado.

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