Una loba para el mafioso romance Capítulo 2

—¿Sabes que puedo matarte? —susurra con su cabeza gacha en total sumisión arrodillada en el suelo como le pidió que debía estar cada vez que entren a esa habitación.

El Don se carcajea.

—Tu naturaleza no te lo permite —suelta con toda la soberbia y arrogancia que posee.

—No sabes cuánto lo deseo.

—Ya cállate y chupa mi polla. —Su mano derecha eleva su cabeza mientras que con la otra sujeta su grueso miembro.

—No quiero —niega y frunce sus labios.

—Aquí haces lo que yo pida, cachorrita. Si te digo que ladres, ladras. Si pido que muevas la cola, mueves la cola. Si te digo “Hazte la muerta”, obedeces. ¿Quedó claro? —Se queda callada, de modo que su mano presiona su mandíbula. Gime adolorida—. Te hice una pregunta, cachorrita.

—Sí, Don.

(…)

Solloza con cada embestida que le da el Don a su coño. Eso solo lo enfurece más y más, por lo tanto, sale de su interior para bajar de la cama y soltar:

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