VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 16

Raquel Martínez.

Zack une nuestros labios en un casto beso, pero no puedo procesar nada, ni el beso ni lo que sucede después ya que todo pasa tan rápido ante mis ojos y en menos de nada veo a mi exnovio en el suelo pasando su dedo por su nariz y éste queda impregnando de la sangre que sale de la misma.

Me pongo pálida de solo ver a la persona que lo golpeó, me quedo paralizada sin siquiera pestañear tratando de comprender que diablos hace Erick acá frente a nosotros.

— ¡¿Qué significa esto Raquel?! —ladró rabioso.

— E-Erick, yo te lo pu-puedo explicar —tartamudeo nerviosa.

— ¡¿Qué carajos me vas a explicar, ah?! —sigue gritando—. ¡¿Qué mientras yo estaba preocupado por ti buscándote, tú estabas aquí con este de ofrecida?!

Señala al hombre que sigue en el suelo.

— Erick eso no es así —me levanto del banco e intento acercarme, pero él dió un paso hacia atrás—. Déjame hablar y...

— ¿Para qué? —me interrumpe—. Si no hace falta, ya descubrí la clase de mujer que tú eres, ¡eres una...!

Antes que el ojiverde pueda decir un insulto hacia mi persona, Zack interviene al levantarse del suelo y posarse a mi derecha.

— ¡Ni te atrevas a decirlo! ¡A ella la respetas! —demandó molesto también.

A él nunca le ha gustado que me traten mal y mucho menos si él está presente, siempre me ha defendido desde que nos conocemos así fuera una mujer o un hombre quien me moleste e insulte.

— Ja, pero si sólo estoy diciendo la verdad, no defiendas a esta...

— ¡Basta! —explota dando un paso adelante y empujó al ojiverde—. ¡Te dije que a ella la respetas imbécil!

Erick dió tres pasos hacia atrás tratando de mantener el equilibrio, después se acerca con pasos firmes al ahora rubio teñido y lo toma del cuello de su camiseta.

— ¿Quién te crees tú para hablarme así y empujarme imbécil?

La rabia que desprende de él, al hablar o al mirarte con esos ojos que apuesto lo que sea a que ahora solo ven en rojo da mucho miedo, a mí logra intimidarme sin siquiera mirarme, pero Zack no se inmuta manteniendo su cabeza en alto.

— Erick déjalo, por favor, mejor vámonos —lo tomo del brazo para que lo suelte.

— Por tú propio bien no te acerques a Raquel porque no sabes de lo que soy capaz, no te quiero cerca suyo —amenazó, apretando el agarre de la camisa para luego soltarlo—. Vámonos.

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