VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 31

Raquel Martínez.

Giro sobre mi propio eje y me encuentro con el ojiverde que trae un enorme ramo de flores en sus manos y una sonrisa en su rostro.

— Erick... —murmuro.

Él extiende las flores hacia mí así que lo tomo.

— ¿Por qué has hecho esto?

— Porque tú te lo mereces —dice—. Mereces que hagan esto por ti, incluso más.

— N-no... no era necesario...

— Si lo era, lo es porque el momento lo amerita —toma una bocanada de aire y da un paso hacia mí—. Estás hermosa.

Mete un mechón de mi cabello detrás de mí oreja y sus ojos se clavan en mis labios.

— Gracias, tú también.

Una sonrisa divertida aparece en su rostro.

— ¿También estoy hermosa?

Suelto una pequeña risa.

— Hermoso —corrijo.

S

u sonrisa se agrandó y me tomo la mano libre.

— Vamos a la mesa.

Asiento con la cabeza y dejó que me guíe con nuestras manos entrelazadas hasta la mesa, él separa un poco mi silla y después se tomo asiento él hace lo mismo.

Una mujer delgada con cabello rubio se acerca a nosotros, no toma la orden y se retira para después volver con nuestra comida.

Mientras comemos platicamos de temas triviales, pero no menciono en ningún momento lo que escuche por la mañana, él tampoco menciona nada sobre nosotros hasta después de un rato.

— ¿Sabes para qué te invité?

—¿Para cenar? —levanto una ceja.

Sonríe.

— Aparte de eso.

Niego suavemente sin perder contacto visual con él.

— Para hablar sobre nosotros, Raquel...

— Sé que me quieres —le interrumpo—. Así como te quiero yo, no hace falta que me digas nada más y perdona por no haberte escuchado las veces que quisiste hablar conmigo.

— Estabas molesta, lo comprendo —sonríe—. ¿Entonces...?

— ¿Entonces qué?

— ¿Estamos bien?

— Supongo.

Él sonríe y se inclina hacia mí.

— Que bueno —dice—. Porque ya no aguantaba más.

— ¿El qué...?

Mi pregunta queda en el aire cuando él coloca su mano en mi nuca y se apodera de no boca con ganas, como siempre que me besa.

Le respondo de igual manera y aunque deseo quedarme así con él para siempre, besándonos con ganas, nos vemos obligados a separarnos para tomar oxígeno.

— Sé mi novia —dice, de promotor.

— ¿Eh?

— Sé mi novia —repite, sonriendo.

— ¿Tú...?

— Novia, sí —afirma.

— ¿P-por qué?

Él arruga las cejas, alejándose de mí.

— Porque quiero que lo seas —responde—. Lo estuve pensando y no quiero que sientas que te estoy utilizando, así que quiero que seas mi novia.

— Y-yo... no sé...

— ¿No sabes? —arruga más el gesto—. ¿No era eso lo que querías?

— Si, era eso —respondo—. Pero si me lo estás poniendo por la discusión que tuvimos olvídalo, lo último que deseo es que...

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: VENDIDA (COMPLETA)