VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 32

Raquel Martínez.

Veo como el ojiverde sale por la puerta de la habitación y muero de sueño todavía así que me acuesto a dormir otro rato más.

Cuando despierto son más de las diez de la mañana, así que enrollo la sábana de a mí cuerpo desnudo a la hora de levantarme y camino hacia el baño, a la mitad del camino el sonido de mi celular indicándome que me están llamando me detiene, voy a la mesita de noche y lo tomo para después contestar.

— ¿Bueno?

— Hola pequeña.

— Valla, por fin te acuerdas de mí existencia mejor amigo.

Escucho como al otro lado de la línea suelta una suave risa.

— Pido perdón —dice—. He estado ocupado con el trabajo.

— Te creo, te creo...

— Otra opción no tienes —dice—. Oye, ¿te parece si almorzamos juntos?

— Claro, avísame dónde y eso.

— Vale, ahora te dejo, nos vemos ahora.

Cuelga y dejo mi celular en el sitio donde estaba antes.

Voy al baño y cepillo mis dientes, hago mis necesidades y me doy una ducha larga con agua tibia, cuando termino me seco con una toalla la cual enrollo a mí cuerpo desnudo y salgo del baño.

Me visto en el vestidor con una falda blanca junto a crop top roja de hombros descubiertos de estampado floral y unos tacones altos color carne.

Peino mi cabello y me hago una coleta alta sin dejar que ninguna hebra de mi cabello se salga. Me maquillo lo más sutil que pueda y una vez lista bajo a la cocina.

Bajo a la planta inferior de la casa y me encuentro con una Sandra pensativa con la escoba barriendo la sala.

— Buen día —digo acercándome a ella, sonriendo.

— Oh, hola —me da una sonrisa que no le llega a los ojos—. Buen día.

— ¿Te pasa algo? —pregunto—. Siento que estás extraña.

— No, nada —responde—. Después te explico, es algo sin tanto importancia —sonríe—. ¿Vas a comer?

Niego con la cabeza.

— Comeré con un amigo.

— Bien.

— Por cierto, ¿cómo te fue con Ricardo en tu cita?

— De maravilla —sonríe ilusionada—. La pasamos increíble. Primero me llevo a restaurante, comimos y después a la feria que está a las fueras de la ciudad.

— Imagino que volvieron a quedar.

Asiente mordiendo su labio inferior tratando de que la sonrisa no se le noté, cosa en la que fracasó.

— Mañana, tal vez, volvamos a salir.

— Otra cita.

Niega suavemente.

— No será otra cita, sólo estamos saliendo como dos amigos lo harían a divertirse.

— Por supuesto.

— Hablo en serio.

— Ajá.

— Raquel...

— Sigue creyendo eso, pero si es una cita —intenta alegar, pero vuelvo a hablar—. Me voy, nos vemos más tarde.

Ella asiente con la cabeza.

— Que te vaya bien.

— Igual.

Salgo de la casa encontrándome con Marcos afuera del coche, le doy los buenos días y le pido que me lleve a la oficina de mi novio.

Sonrío por inercia al ser consciente de lo bien que se oye eso.

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