VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 33

Raquel Martínez.

No quería mentirle a Erick con respecto a con quién almorzare en realidad, pero tampoco quise que se molestará o peor todavía... qué pensará cosas que no eran.

Después de dos horas recibo el mensaje de mi amigo con la dirección del restaurante donde comeremos juntos, así que me despido del ojiverde con un beso y me voy en un taxi a aquel sitio.

Cuando llego le pago al taxista y entró al restaurante, una vez adentro busco con la mirada a mí mejor amigo, pero no lo encuentro hasta que...

— ¿Buscas a alguien? —dice una voz masculina a mis espaldas, y volteo en cuanto reconozco esa voz.

Sonrío al ver al pelinegro quien a diferencia de la última vez que nos vimos esta un tanto diferente, pues a decidido dejarse la barba y siendo sincera no le queda nada mal.

— ¡Joel! —me lanzo a sus brazos—. Te extrañé.

— Yo más —deja un beso en mi cabeza y se aparta de mí—. Es idea mía o estás más preciosa.

— Ideas tuyas —rio—. El que si está guapo eres tú, eh.

Reímos.

— Ven, tomemos asiento.

Vamos a una mesa del rincón y al sentarnos un mesero se nos acerca para tomar nuestra orden, cuando anota todo en la libreta se marcha.

— Cuéntame —digo—. ¿Cómo te está yendo?

— Increíble —sonríe—. Yo... conocí a una chica.

— Espérate, ¿de verdad? —pregunto, a lo que él asiente—. ¿Y cuando pensabas decirme?

— Justo ahora.

— Vale, entonces... ¿Quién es la afortunada?

— La secretaria de mi padre, se llama Jimena... —cuenta—. Es la chica más maravillosa que conocí jamás, además de hermosa e inteligente.

— Vaya, si que te gusta.

Sonríe y asiente.

— Y mucho.

— Espero conocerla pronto, eh —bromea.

— Te la presentaré, pronto —afirma—. Apuesto todo a que se llevarán excelente.

— Apuesto a que sí.

— Y tu cuéntame —cambia el tema—. ¿Cómo te va con el troglodita de Erick?

Al solo escuchar su nombre una sonrisa boba aparece en mi rostro, acompañada de un suspiro.

— Excelente —respondo—. Hace unos días él... me confesó que me quiere y... somos novios.

— La verdad sabía que eso tarde o temprano ocurriría...

— Disculpen —dice el mesero, dejando nuestra comida sobre la mesa—. Con permiso.

Se marcha después, así que mientras comemos Joel y yo seguimos platicando con normalidad.

[×××]

— Diablos, es demasiado tarde —digo, mirando la hora en el reloj de mi celular— Deberíamos irnos.

— Tienes razón —se levanta—. Pago la cuenta y te llevo a tu casa.

Asiento con la cabeza y él se fue a pagar la cuenta mientras yo me levanté y lo espere afuera del restaurante.

Cuando salió nos subimos a su coche que está parqueado  al otro lado de la calle y nos dirigimos a la casa del ojiverde.

Una vez llegamos me quito el cinturón de seguridad y deposito un beso en la mejilla de mi amigo cuando detiene el coche.

— Nos vemos luego —le digo.

— Vale.

Abro la puerta de copiloto y bajo del coche, mientras camino a la entrada de la casa escucho como Joel se marcha.

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