VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 35

Un mes después.

Tipo de narrador: Omnisciente.

Las cosas entre Raquel y Erick no podrían estar mejor.

A pesar de que han tenido discusiones como cualquier otra pareja su relación va perfecta.

Hoy era sábado.

Erick no había ido a trabajar ya que quería tomarse ese día para compartirlo con Raquel puesto a que desde hace unos días poco habían compartido por su trabajo.

Por eso mismo desde temprano salieron de compras, al cine, al parque de diversiones y a comer mientras disfrutaban de la compañía uno del otro.

Ahora están en un parque cercano a la casa del ojiverde, a dicho parque solía venir mucho Raquel cuando necesitaba pensar o simplemente cuando estaba aburrida. Los dos sentados en el césped comparten las fresas con crema batida que él compró.

— ¡Erick no! —dice después que el antes mencionado le llene el rostro con crema batida—. ¡Ahora tendré ese pegote en la cara por tu culpa!

Le reclama molesta, mientras limpia su cara con una servilleta y él ríe a carcajadas.

— Perdóname —dice él—. No te vayas a molestar, fue una pequeña broma...

— ¿Una pequeña broma? —bufó—. Sabes perfectamente que tus pequeñas bromas no me gustan nadita.

— Ya, discúlpame...

Algo en la cabeza de ella se encendió.

— Lo haré solo si me das un abrazo —dice, sonriendo de manera angelical.

Él sonrió y asintió inclinándose hacia ella, justo en el momento que sus brazos rodearon el pequeño cuerpo de la castaña está aprovecho para morderle en el hombre con fuerza haciendo que un sonido agudo se escape de la boca del ojiverde.

— Duele —se queja—. Joder, suéltame...

Lo mordió con más fuerza mientras se muere de la risa.

— ¡Ya lo entendí! —dice—. ¡No me jugaré más así contigo! ¡Raquel, joder, suéltame!

— Pídeme disculpas —dice como puede sin dejar de morderlo.

— ¡Perdón, perdón! —chilla cuando lo muerde todavía más duro—. ¡Discúlpame, por favor!

Lo suelta finalmente y estalla en risas.

— Estás perdonado, por ahora.

La expresión de dolor se esfumó del rostro del chico.

— Joder, casi que me arrancas un trozo de carne, carnívora.

— No exageres.

— No lo hago—contradice—. Apuesto lo que sea a que tardaré semanas para que se me quite...

— Así mejor —le dice—. Así saben que tienes dueña y esa soy yo.

Él sonríe con orgullo y se inclina hacia adelante para rozar sus labios con los de ella.

— Te adoro.

— Yo a ti más.

Unen sus labios y se besan con ganas bajo la curiosa mirada de quienes pasan por allí y los ven.

Mientras ellos disfrutaban juntos, al otro lado de la ciudad una rubia estaba desesperada, buscando la manera de hacer que el chico que le gustaba se fijará en ella y sí que estaba dispuesta a todo con tal de conseguirlo.

— Te das cuenta que ellos siempre están juntos, ¿no? —le dice el hombre con el que lleva más de media hora platicando.

— En eso te equivocas —le dice ella—. Porque no siempre lo están, son pocas veces que Raquel va a la empresa, por lo tanto la mayoría del tiempo está sin él.

— ¿Entonces qué planeas hacer?

Ella sonríe con un toque malévolo.

— Todo a su tiempo, Nicky —le dice—. Lo sabrás, pero no todavía.

— No me digas así —gruñé él, claramente enojado—. Y se supone que estamos juntos en esto, así que no veo el por qué de no contarme lo.

— Querido lo estamos, pero tengo que planear todo con cautela, después... después te lo contaré con lujo de detalles —sonríe—. Esa perra no se quedará con Erick porque es mío, lo juro.

— En serio quieres a ese hombre, eh —bromea.

— Claro que si —se ofende—. Y no sabes lo que tengo planeado para esa zorra, yo se lo advertí y no hizo caso, así que...

Se encoge de hombros y se ríe en compañía del hombre.

[×××]

Raquel Martínez.

Despierto por culpa de los rayos del sol que me dan en toda la cara, por inercia tocó el lado izquierdo de la cama el cual está vacío. Estiró mi cuerpo y abro los ojos de apoco para acostumbrarme a la luz, y es cuando veo una nota en la mesita de noche que dice:

Tuve que salir temprano a la empresa, surgió un problema con unos empleados.

Volveré en la tarde.

Erick.

Bostezo estrujando los ojos, y me levanto de la cama para ir directo al baño, una vez adentro cepillo mis dientes, me doy una ducha con agua fría para despertarme por completo y salgo a la habitación.

Me coloco un legging azul marino, una blusa que va por el ombligo un tanto ancha y mis converse negros.

Ato mi cabello en una coleta alta, tomó mi monedero y mi celular antes de bajar a la cocina, en dicho sitio no hay nadie ya que la mayoría de los empleados se fueron a despedir a Sandra, yo lo hice anoche después de estar con Erick y por eso no la acompañé. Me preparo un sándwich y me sirvo jugo de moras en un vaso, y me siento a desayunar.

Al acabar salgo de casa ya que tengo planeado salir a caminar y afuera me encuentro como la mayoría de las veces a Marcos.

— Buen día, Marcos.

— Buen día, señorita —me sonríe, a lo que le devuelvo el gesto—. ¿Quiere que la lleve a alguna parte?

Muevo la cabeza en un gesto negativo.

— Solo iré a caminar por acá cerca, así que no es necesario.

Le soy una última sonrisa y sigo con mi camino al parque al que siempre suelo ir.

Cuando llego me compro un helado de dos sabores: chocolate y fresa. Le pago al señor y me voy a sentar en el césped bajo la sombra de un gran árbol a mis espaldas.

Me coloco mi auriculares y Demons de Imagine Dragons entra en mi sistema auditivo, tarareo la canción mientras reviso mis redes sociales, oronro recibo una llamada así que desconecto los auriculares antes de contestar.

— Hola.

— Hola pequeña —saluda—. ¿Cómo estás?

— Bien, un poco aburrida.

— Oye, quiero hacerte una invitación.

— ¿Una invitación? —pregunto, curiosa—. ¿De que se trata?

— Si, es que en unos días la empresa de mi padre estará de aniversario y se hará como una fiesta, y me gustaría que estuvieras ahí.

Lo dudo por unos minutos, y al parecer él lo nota ya que agrega:

— Erick también estaría invitado, claro.

— Déjame decirle y...

— ¿Eres Raquel? —la voz de un niño me hace levantar la cabeza y un niño de unos diez años está de pie frente a mí con un sobre en sus manos.

— Joel te llamaré después, debo colgar.

— Vale, adiós.

Cuelgo y apago la pantalla del teléfono.

— Si, ¿quién eres tú?

— Soy Damián —dice y extiende el sobre hacia mí—. Un señor le manda esto.

— ¿Qué señor? —hundo el entrecejo tomando el sobre.

— No puedo decirle, perdón —y se va corriendo dejando una gran interrogante en mi cabeza.

Frunzo más el entrecejo y procedo a abrir el sobre, adentro hay una hoja la cual saco y me dispongo a leerla.

Es la última vez que te lo advierto, zorra.

Por tu bien aléjate de Erick, porque si tan solo te veo cerca de él sufrirás las consecuencias.

Te irá mal, así que ya estás advertida, solo espero que hagas caso así no tendré que haberte daño.

¿Qué diablos...?

Miro a todas partes buscando al niño de hace un momento para exigirle que me diga quién demonios le dió esto para que me lo entregara, pero el niño ya no está por ningún sitio.

Me levanto lo más rápido que puedo y abordó el primer taxi para irme a la empresa de Erick.

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