VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 72

Cuatro meses después.

 

 

 

NARRAS RAQUEL

 

— Entonces nos veremos pronto — Me levanté del asiento, y estirando mi mano hacia él, añadí sonriendo; — Fue un placer conocerlo, señor DeLuca.

 

Christopher: El placer fue todo mío — Sonrió él, imitando mi acción y estrechando mi mano con la suya. — Pero llámame Christopher, eso de señor me hace sentir como un anciano, la verdad.

 

Reí por aquello, se me hacía gracioso que no le gustará porque por lo que ví hoy en su empresa todos le llamaban así. Aunque vamos, lo entiendo; a pesar de que le dicen así por respeto, a mí también me hiciera sentir anciana que me llamarán "señora" siendo tan joven.

 

— De acuerdo, Christopher — Pronuncié con mayor fuerza su nombre.

 

Aunque la puerta no estaba lejos él me acompañó hasta la misma comentando algo que me dió un poco de risa, no porque fuese gracioso aquello dicho por él, sino porque su risa era contagiosa. Y abrió la puerta para mí.

 

Christopher: Hasta luego — Dijo el castaño, sonriendo.

 

Sólo le devolví el gesto para después salir de su oficina.

 

Me despedí de su secretaria quien, hace dos horas cuando llegue, me recibió con una sonrisa y fue amable conmigo. Y después busqué al chico de ojos verdes que vino a acompañarme por donde estaban los asientos de espera que había en una esquinas del último piso de aquel edificio.

 

Y lo encontré segundos después recostado de una de las columnas, su expresión era totalmente seria y su mirada estaba fija en su celular mientras tecleaba algo, y rascaba con su mano izquierda su barbilla.

 

Sonreí de manera inconsciente y me acerque poco después.

 

— Ya podemos irnos — Le avise una vez que estuve frente a él.

 

Erick levantó su mirada del celular y esbozó una media sonrisa al mismo tiempo que guardaba el celular dentro del bolsillo delantero de su pantalón, aunque la borro casi al instante.

 

Erick: Oh, ¿Tan rápido terminaste de hablar y reírte a gusto con ese? — Hizo una mueca al referirse a Christopher. —  Porque por mí no hay problema si quieres quedarte otro rato con él.

 

No pude evitar soltar una pequeña risa.

 

Erick: ¿Qué? ¿De qué te ríes? — Hundió sus cejas, confundido.

 

— De ti — Respondí, encogiéndome de hombros. — ¿Acaso estás celoso, Erick? — Lo miré divertida.

 

Erick: Uhm, sí — Dijo con simpleza. — ¿Algún problema con eso? — Se inclinó más hacia mí, quedando a centímetros de mi rostro.

 

— No seas tonto tú — Reí, dándole un pequeño golpe en el hombro. — Y vámonos, no quiero llegar tarde a nuestra cita.

 

Erick: Tonto sí — Coincidió, asintiendo. — Pero por ti — Sonrió, y me guiñó un ojo.

 

De momento sentí que mis mejillas se calentaron, de seguro estaba roja. Por lo que me adelante a caminar hacia el elevador, ví de reojo que Erick me siguió riéndose por lo bajo.

 

Durante estos cuatro meses las cosas —a mi parecer— han ido excelente.

 

Mi relación con Erick está yendo mejor que nunca, la verdad. Y con respecto a Alondra, en cuanto volvimos aquel día de Los Ángeles Erick la despidió y gracias a la orden de alejamiento que interpuso contra ella, no ha vuelto a acercarse a nosotros.

 

Mi panza creció un poco, y justamente hoy nos revelarán el sexo del bebé después de tanta espera, aunque no me importaba si era un niño o una niña, de igual forma lo amaría incondicionalmente, y lo único que deseaba ahora era que naciera de una vez.

 

Desde temprano noté que Erick estaba nervioso, pero emocionado —así como yo—, y comprobé que era así una vez que llegamos a la clínica después de haber salido de aquella empresa minutos atrás.

 

Nos hicieron esperar varios minutos y cuando por fin llegó mi turno una enfermera nos condujo hasta la sala en donde se llevan a cabo las ecografías. Allí nos esperaba la doctora Andrade con quien estuve en control desde que me enteré que estaba embarazada.

 

Me pidió que, como de costumbre, me acostará en la camilla y con ayuda de Erick eso hice; después me levanté la camisa para que la doctora me pudiera poner aquel gel incoloro sobre el estómago.

 

Dra. Andrade: ¿Cómo has estado en estas semanas? — me pregunto amablemente, como siempre que iba. — ¿Ha habido algún problema con el embarazo?

 

— He estado bien — Respondí, sonriendo. — Y no ha habido ningún problema, aunque las náuseas son más frecuentes y realmente me tienen mal... — Empecé a hablarle con confianza sobre lo duro que era estar embarazada, mientras ella me daba la razón en casi todo.

 

Erick permaneció en silencio de pie junto a mí, mirando la máquina donde se reflejaba el interior de mi panza. Sabía que si no hablaba era porque de verdad estaba nervioso, todo su aspecto indicaba a que así era, por lo que traté de hablar todo el tiempo yo.

 

Dra. Andrade: ¿Han pensado en algún nombre? — Curiosa, pregunto la mujer, mientras pasaba aquel aparato por mi estómago. Los tres mirábamos la pantalla de la máquina con atención.

 

— La verdad... — Dejé la frase al aire por un segundo haciendo una mueca con los labios, y continúe después; — No.

 

Erick: Pero ya pensaremos en uno — Comentó él, rápidamente. — Todavía faltan algunos meses para que el bebé nazca.

 

La doctora asintió, y siguió moviendo aquel aparato sobre mi panza desnuda  mientras nosotros permanecimos en silencio.

 

Dra. Andrade: Oh, ahí está — Habló de pronto, esbozando una sonrisa. Y mirándonos pregunto; — ¿Quieren que les diga directamente qué es o...?

 

Miré a Erick de reojo quien se notaba mucho más nervioso así que la interrumpí; — Directamente, por favor.

 

Dra. Andrade: De acuerdo — Asintió con la cabeza. — Pues felicidades a ambos, tendrán a una niña. — Anunció, sonriente.

 

***

 

 

Erick: Una niña — Susurró él, apoyando su frente sobre el volante del automóvil una vez que estacionó frente a la casa.

 

Yo sonreí, y asentí orgullosa.

 

Erick: Érika — Dijo de pronto, y movió su cabeza hacia mí, sin despegarla del volante. — Me gustaría que ese fuese su nombre.

 

— Érika — Repetí, asintiendo varias veces. Era un lindo nombre, a mi parecer. — ¿Por qué Érika? — Inquirí, levantando una ceja.

 

El se enderezó, y en un encogimiento de hombros habló; — Me gusta — Admitió. — Además quisiera que nuestro primer hijo llevará mi nombre. Tú podrías decidir el nombre del resto — Una sonrisa se plasmó en su rostro al hablar.

 

— ¿Del resto? — Puse los ojos en blanco, incrédula. — ¿Cuantos piensas que tendremos? ¿Un ejército?

 

Erick: Sí, del resto — Asintió, sonriendo. — Y un ejército no, por Dios, serían muchos. Pero sí los suficientes para crear un equipo de fútbol, tal vez — Bromeó.

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