VENDIDA (COMPLETA) romance Capítulo 73

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dos semanas después.

en toda vida de pareja existen altos y bajos.

al principio, cuando se vive la etapa del enamoramiento todo es perfecto justo como en esas películas de amor, series o libros que tanto nos gusta ver o leer. y siempre, quizá de manera inconsciente, omitimos aquellos defectos que puede tener la otra persona los cuales con el pasar del tiempo lo más seguro es que no nos gusten como tanto creímos.

pasada esa etapa comienzan las discusiones o los conflictos entre ambas partes hasta por las cosas más mínimas o insignificantes ya que por mucho que se quieran, las parejas están formadas por dos personas que suelen tener opciones, pensamientos y diferentes puntos de vistos. por lo que creo que en esta etapa que menciono debe tenerse bastante paciencia; aceptar los defectos de la persona a la que queremos y los nuestros también, y no darse por vencidos a la primera para así continuar con la relación con la persona que creen es la correcta.

cómo muchas parejas, estoy pasando por esta etapa llena de discusiones, discusiones y más discusiones con el hombre que en tan sólo cuatro días se convertirá mi esposo.

poco después de saber el sexo de nuestro bebé lo único que hemos hecho es eso; discutir hasta por la cosa más estúpida que existe.

al comienzo no lo hacíamos tanto, pero, ahora, lo hacemos con más frecuencia e incluso hemos durado días sin hablarnos.

a veces le hecho la culpa a las hormonas del embarazo que me tiene cada vez más sensible y son las causantes de mi malhumor diario. pero, también, los culpables somos los dos. yo, por no poder evitar discutir con él. y él, por no comprenderme la mayoría de las ocaciones.

en vez de eso me ha estado evitando desde hace cinco días o, al menos, me ha dado la impresión de que así es puesto a que se va desde muy temprano a trabajar y cuando vuelve a la casa, lo hace tan tarde que para ese momento ya estoy dormida mientras que este fin de semana estuvo todo el día en su despacho bajo la excusa de que tenía trabajo por adelantar.

mentira.

lo único que evita es verme.

al parecer, a él si no le importa que estemos peleados.

pasó la página y justo cuando empiezo el décimo capitulo mi lectura se ve interrumpida cuando abre la puerta de la habitación, dejando ver después —para mi completa sorpresa— al ojiverde.

ignoro el fuerte latido que emite mi corazón al verlo y hundo las cejas con confusión debido a que él hace días que se digna a venir tan temprano. pero no comentó nada, prefiero callar y devolver la mirada a mi libro dispuesta a continuar con la lectura que se va poniendo cada vez más interesante.

escucho sus pasos moverse por la habitación hasta que siento que el espacio libre al lado de mí sobre la cama se hunde con su peso, lo miro de reojo y está de espalda a mí sin pronunciar ni una sola palabra, causando que el silencio que antes me pareció agradable y cómodo, ahora sea uno tenso e incómodo por su presencia.

por más que intento concentrarme en lo que sucede en el libro, no lo consigo y termino mirando de reojo como se quita el reloj de oro que yace en su muñeca derecha para después dejarlo sobre la mesita de noche que está en su lado y quitarse ella saco de su traje azul marino.

vuelvo a mirar al libro cuando lo veo mirarme por encima de su hombro por unos cortos y breves segundos, después lo escucho suspirar antes de girar su cuerpo hacia mí.

—hola —me saluda, tan bajo que si no lo hubiera tenido tan cerca, podría jurar que no dijo nada.

no me molesto en mirarlo, solamente guardo silencio y finjo que sí le estoy prestando atención al libro, cuando no es más que mentira.

lo escucho suspirar otra vez, en esta ocasión con frustración.

—raquel... —pronuncia mi nombre con un tono de voz cansado, bajo—. te estoy hablando.

—y yo te estoy ignorando —espeto.

no lo estoy viendo, pero lo conozco lo suficiente para saber qué ha puesto los ojos en blanco.

—raquel, por favor...

—¿ahora sí me hablaras? —lo miro seria, arqueando una ceja—. creí que seguirías un poco más con esta mierda de evitarme.

—no te estaba...

—no soy idiota, erick —le corto—. aunque lo pienses, no lo soy y es bastante claro que estos días no has hecho nada más que eso.

erick tensa la mandíbula. y la habitación queda una vez más en silencio mientras veo la duda plasmada en su mirada, también se nota lo candado que está y no puedo evitar que una pequeña parte de mí se preocupe por verlo así.

tras abrir la boca y cerrarla dos veces seguidas, por fin suelta;

— ya no quiero estar así contigo.

— ¿ah, si?

erick mueve la cabeza en un gesto afirmaron sin romper el contacto visual conmigo.

— pues lamento decirte que en este momento no me importa lo que quieres —regreso mi mirada al libro.

— por favor, raquel.

no hablo, me mantengo en silencio mientras finjo estar leyendo sólo con la intención de ignorar al hombre que está a mi lado mirándome.

— raquel... —dice con vos suplicante—. no podemos seguir de esta manera, no a tan sólo días de la boda.

enojada, lanzo a un lado de la cama el libro cuando lo cierro y me giro hacia él apretando los puños con tanta fuerza que empiezan a palidecer de un instante a otro

— debiste pensar eso antes de comportarte así. ¿o qué creíste, erick? ¿qué cuando decidieras que era suficiente de estar evitándome yo no estaría enojada, furiosa contigo?

— ya...

— déjame decirte que te equivocaste —lo interrumpo, ignorando lo que sea que quisiera decirme—. ¿no sabes cómo me sentí acaso? ¡pues mal! realmente mal. pero, claro, estabas tan ocupado ignorando a la madre de tu hija que fuiste incapaz de preguntarme.

— sabía que no debía venir aún —masculla, dándome la espalda.

veo como toma la prenda que hace un momento se quitó y se la coloca otra vez mientras se levanta de la cama.

— ¿a dónde vas ahora?

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