PDV Tomas
— ¿Reunirnos? ¿Para qué? —pregunto.
— ¿Para qué? Obviamente para hablar tonto, ¿Acaso no somos “Bestfriends forever”? —me dice con un obvio tono chistoso.
—Como sea, estoy libre de todas formas, ¿Dónde nos vamos a reunir? —le pregunto.
— ¿Qué te parece en ese restaurante al cual suelo ir con una de mis novias? —me dice.
Cuando escucho esto, recuerdo al instante que Vincent tiene 8 novias actualmente, no sé cómo tiene tiempo o energía para salir con tantas mujeres al mismo tiempo.
2 ya era complicado, 3 era demasiado, pero sostenible… pero ¿8? Eso ya era un nivel que él no estaba dispuesto a llegar jamás.
—Bien, iré allá, ¿A qué hora nos vemos? —le pregunto.
—Encuéntrame allá en la tarde, te pasare la hora por mensaje en unos momentos —me dice Saint.
— ¿Por qué no ahora? —le pregunto.
—Tengo que arreglar algunas cosas y tengo que cuadrar los horarios.
— ¿Los horarios?
—Sí, voy a encontrarme con 2 de mis novias después de verte, así que tengo que cuadrar bien mí tiempo y además tengo que ir a cierto lugar esta noche.
—No sé cómo puedes tener paciencia para andar con tantas mujeres al mismo tiempo —le digo mientras suspiro y me monto en mi vehículo.
Mi chofer empieza a conducir poco después, mientras Saint sigue hablando.
—Tomas, está en la naturaleza de los hombres el que le gusten muchas mujeres, ¿Por qué solo estar o conformarme con una cuando puedo tener varias al mismo tiempo?
—Eso suena demasiado trabajo Vincent, de por si satisfacer 1 sola es complicado, no quiero imaginar 8.
—Eso solo lo dices por decirlo Tomas, ¿Con cuantas mujeres has llegado a estar el mismo tiempo? —me pregunta Vincent.
¿Cuántas al mismo tiempo? No sé por qué, pero de inmediato me pongo a pensar en esto.
—Creo que unas 3 —le respondo.
— ¿3? Eso es muy poco Tomas, no sabes el placer que pueda dar tener varias opciones, lo que una no pueda hacer por ti, otra lo hará, y así sucesivamente.
—Ese es mi limite Vincent, más de eso no puedo controlar bien.
— ¿Ah no? Que lastima, lástima que seas un maniaco del control que siempre debe tener la última palabra.
— ¿No eres tú igual a mí? —le pregunto con cierta ironía.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Vendiendo mi virginidad... AL CEO