¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 17

Alain asintió levemente, su mandíbula perfecta se tensó un poco en ese momento, y débilmente pronunció una palabra:

—Dime.

—Hace ocho años, después de que Ismael e Isabel se divorciaron, Ismael envió a la madre e hija a la Nación A. Y en estos ocho años nunca regresaron. Hasta que no hace mucho Ismael fue a traerlas de vuelta.

Alain frunció el ceño, «¿por eso ella hablaba el idioma de la Nación A? ¿Era porque vivía allí?»

—¿Eso es todo?

Obviamente, esa información no le satisfacía del todo.

La voz de Henry vaciló y volvió a abrir la boca:

—Después de que Isabel fuera enviada a la Nación A, dio a luz a un niño con autismo. Vivían en condiciones difíciles, y este niño murió en un accidente de coche antes de que regresaran.

Alain frunció el ceño, su expresión era cada vez más y más solemne. «¿La tristeza en sus ojos de la última vez fue por su hermano?Entonces el niño de su vientre…»

—¿Nada más? ¿No ha aparecido ningún hombre a su lado?

—No, sólo había un psicólogo que era cercano con ella.

Henry revisó cuidadosamente la información que le envió el investigador de allí.

—No, no tuvo ninguna relación cuando estaba en la escuela, y tampoco hay otros hombres cercanos con ella.

En otras palabras, era muy probable que el niño de su vientre fuera de ese psicólogo.

¿Ismael fue a traerla de vuelta por la promesa de matrimonio que tenía con él? ¿La trajeron para casarse?

Amaba tanto el dinero porque había pasado una vida humilde en la Nación A. Por eso le pidió que le pagara por traducir documentos, por eso fue a al restaurante para ganar dinero.

Pensando de esa manera, Alain comprendió todos los comportamientos extraños de Cynthia. Al mismo tiempo, también entendió a qué se refería Flavio.

Su estado de ánimo se volvió un poco más complicado, miró hacia atrás, luego bajó las escaleras, se subió al auto y abandonó el hospital.

En el hospital.

Cynthia no comió al mediodía y ahora tenía un poco de hambre.

—Mamá, me apetece pudin de arroz.

Cynthia de repente quiso comer dulces.

Isabel ya había pasado por esa etapa, sabía que una mujer embarazada era muy tiquismiquis con la comido y preferiría ciertos sabores en específico. Como decía el viejo refrán, una mujer embarazada de un niño prefería los sabores agrios, y una mujer embarazada de una niña prefería los sabores picantes. Ahora estaba en duda de si estaba embarazada de un niño o de una niña.

—Volveré a casa para preparártelo.

Isabel se levantó, pero temía que nadie la podía cuidar en el hospital si se iba.

Cynthia pareció notar la preocupación de su madre y sonrió.

—Estoy bien, el médico dijo que solo tengo que descansar.

Si no fuera por temor a perjudicar el bebé, no necesitaba ser hospitalizada.

Isabel asintió y le ordenó que descansara antes de salir de la habitación.

Cuando Isabel salió del auto y entró en la comunidad, de repente fue detenida por algunas mujeres. Todos vivían en esa comunidad. Aunque no había pasado mucho tiempo desde que se mudaron, no hubo conflictos.

—¿Qué estáis haciendo? —Isabel frunció el ceño,preguntando.

—¿Tu hija se ha quedado embarazada sin haberse casado? Se ha quedado embarazada de un bastardo, ¿verdad? —Fue una mujer regordeta de mediana edad la que habló primero. Vivía al lado de Isabel.

—Normalmente parecéis gente fina, no esperaba que tu hija fuera este tipo de personas. ¿No dijiste la última vez que tu hija solo tiene dieciocho años?

La mujer gorda se apoyó en la cintura y se mostró agresiva.

El rostro de Isabel palideció, su voz temblaba.

—¿De dónde habéis escuchado esos chismes?

—¿Acaso estamos equivocadas y tu hija no está embarazada?

La mano de Isabel tembló. Era cierto que su hija estaba embarazada.

—¡Qué descarada!

—Ya sabe seducir a los hombres a una edad tan temprana. Y mira que parecía una niña pura, ¡resultó ser una perra!

—¡Oye, oye! Ha fingido ser una chica inocente delante de la gente, pero a espaldas de la gente hace sus repugnancias...

—Cállate, ¿quién ha dicho que podéis hacer esos comentarios?

Isabel estaba enojada, su expresión gentil desvaneció por completo.

—¡Si se atreve a hacerlo que no tema que la critiquen!

Isabel se agarró del pecho que respiraba con dificultad y defendió con severidad a su hija:

—¡Mi hija no es ese tipo de persona que decís!

Sintió una gran pena en su interior, su hija no era como decían. ¿Por qué la calumniaban de esa forma?

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