¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 3

Después de cambiarse, Cynthia salió del probador y miró hacia el probador de la izquierda, la puerta estaba cerrada.

—Se adapta muy bien a tu temperamento.

El dependiente tenía muy buen gusto y básicamente podía elegir la ropa que le quedaba bien a una persona con solo mirarle. El vestido celeste destacaba más la piel blanca de Cynthia.

Ismael vio que le quedaba bien, y estaba por ir a pagar. En ese momento se dio cuenta de que el vestido costaba más de tres mil euros, pero pensando que ella iba a ver a gente de la familia Paramés, apretó los dientes y pagó, luego con voz fría dijo:

—Vámonos.

Cynthia había experimentado de su indiferencia hacía mucho tiempo, sin embargo, la frialdad en ese momento le hacía sentir una angustia en su interior.

Ella agachó la cabeza y se subió al auto detrás de él. Pronto el auto se detuvo frente a la puerta de la villa de la familia Flores.

Parada en la puerta de la villa, ella estuvo aturdida por unos segundos. Cuando ella y su madre estaba viviendo miserablemente por la enfermedad de su hermano, su padre y el amante vivían felices en esa magnífica villa. Sus manos se apretaron con fuerza.

—¿Qué estás haciendo allí parada?

Ismael sintió que nadie lo seguía, y después de una mirada, la vio parada en la puerta aturdida.

Cynthia la siguió apresuradamente, y cuando la criada dijo que la gente de la familia Paramés aún no había llegado, Ismael le pidió que esperara en el salón.

Había un piano en el salón junto a la ventana francesa. Era de la marca Seidl, uno muy caro fabricado en Nación D. Se lo había comprado su madre en su cumpleaños de cinco años. Le gustaba mucho desde que era muy pequeña, empezó a aprender piano a los cuatro años y medio, pero después de ser enviada al extranjero no volvió a tocarlo.

No pudo evitar extender su mano para tocarlo, le parecía familiar y estaba emocionada. Ella puso su dedo índice sobre la tecla del piano y la presionó suavemente, con un sonido fuerte, se escuchó una nota melodiosa y nítida. Debido a que no lo había tocado durante mucho tiempo, sus dedos estaban muy rígidos.

—¡¿Quién te permitió tocar mis cosas?! —Una voz clara con ira sonó detrás de ella.

«¿Su piano?»

Cynthia se dio la vuelta y vio a Martina Flores parada detrás de ella agresivamente. Recordaba que este chica era un año menor que ella, actualmente tenía diecisiete, había heredado las ventajas de su madre Samara Aguayo, era bastante guapa.No obstante, el aspecto enfurecido con su mirada fija en ese momento era un poco espantoso.

—¿Es tuyo?

Ellas destruieron el matrimonio de su madre para conseguir las riquezas que poseían, ¿ahora hasta el regalo que su madre le había regalado se había convertido en suyo?

Lentamente apretó los puños Cynthia, diciéndose una y otra vez que no fuera impulsiva, que no se agitara, porque ahora aún no tenía las capacidades de recuperar lo que le pertenecía.

¡Tenía que aguantarlo! Ya no era la niña que fue enviada al extranjero por su padre hacía ocho años y solo sabía llorar, ¡ahora había crecido!

—¡¿Tú eres Cynthia?!

Reaccionó Martina. Hoy era el día en que iban a venir la gente de la familia Paramés y su padre había traído de vuelta a la madre e hija al país.

Martina aún recordaba que cuando Ismael envió a Cynthia y su familia al extranjero, Cynthia tenía una pinta lastimosa arrodillándose en el suelo y abrazando las piernas de Ismael para rogarle que no la abandonara.

—¿Estarás muy contenta porque papá te ha traído de vuelta? —Martina puso los brazos cruzados y la miró con desdén.

—No te lo tengas muy creído, porque simplemente te ha traído de vuelta para que te cases con la familia Paramés. Dicen que ese hombre... —Martina se burló mientras se cubría los labios. Pensando que Cynthia se iba a casar con un hombre impotente e incapaz de caminar, no pudo evitar regodearse.

El matrimonio era un asunto de por vida, ¿casarse con un hombre así no significaba que se había arruinado su vida?

Cynthia frunció el ceño.

En ese momento se acercó el sirviente y les dijo:

—La gente de la familia Paramés ha llegado.

Ismael fue a darles la bienvenida personalmente hasta la entrada.

Cynthia se dio la vuelta y vio que el hombre en una silla de ruedas entró empujado por alguien, tenía rasgos profundos y un rostro hermoso, aunque estaba sentado, nadie se atrevería a subestimarlo.

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