Begoña se acercó con paso decidido hacia Stuardo.
Al verla acercarse, Stuardo tomó la iniciativa y dijo: "Hola, tía Begoña".
Begoña tenía una expresión fría en su rostro: "¿Fue Ángela quien te invitó?"
"No."
"¿Entonces para qué vienes? Ya te has divorciado de Ángela, por favor no vengas a molestar nuestras vidas." Begoña se mostró muy firme, esta era su casa y la visita de Stuardo era bastante inapropiada.
Stuardo miró la puerta cerrada de la casa y luego la expresión de Begoña, sintiéndose atrapado dijo: "Disculpen la molestia".
No podía entrar a la casa de Ángela a la fuerza, pero mientras se alejaba, vio por el rabillo del ojo que un pequeño montón blanco se movía detrás de los arbustos cercanos, sin dudas esa era la hija de Ángela. De verdad quería ver a la hija de Ángela, pero no de esta manera, así que se alejó rápidamente. Después de que él se fue, Rita salió de detrás de los arbustos, jadeando.
"¡Abuela! ¿Para qué vino mi papá?"
Begoña tomó la mano de Rita y caminaron hacia la entrada de la casa: "¿Por qué crees que él es tu papá?"
"¡Porque él era el esposo de mamá antes!" Rita frunció el ceño, suspiró y dijo: "Qué lástima que sea un patán... Parece que mi hermano y yo nunca tendremos un padre".
Begoña rio y dijo: "¡No necesariamente! Tu mamá todavía es joven, tal vez conozca a un hombre maravilloso en algún momento. No tener un padre biológico no es tan malo si tienes un padrastro que te ama".
Desde la perspectiva de una madre, Begoña sin duda esperaba que su hija encontrara a otro hombre. Después de todo, la vida es larga y es bueno tener a alguien con quien compartirla.
Rita hizo un puchero: "¡No quiero un padrastro! Mi hermano tampoco quiere uno." Llegaron a la casa y Begoña cerró la puerta,
"¡Hermano, Ian!" Rita sabía que Ian no había ido a la escuela ese día, así que gritó en voz alta: "¡Hermano, ya estoy en casa!"
No muy lejos, en la penumbra, medio rostro de Stuardo estaba oculto bajo una farola.
Sus ojos profundos miraron a la familia de cuatro personas, y varias veces quiso acercarse, pero la razón lo detuvo.
Lo que Begoña le había dicho esa tarde era bastante claro.
Si tenía algo de dignidad, no debería molestarlos.
"Jefe, la niña que Ángela está sosteniendo debe ser su hija, ¿verdad?", le preguntó Zoe a Stuardo mientras miraba hacia Ángela.
Stuardo respondió con voz ronca: "Zoe, ¿no debería seguir insistiendo? No importa quién sea el padre de sus hijos, no seré yo. Ya sufrimos la perdida de nuestro bebé."
Zoe: "Incluso si están divorciados, todavía pueden saludarse cuando se encuentren. No creo que eso sea insistir."
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