Yolanda llevaba un vestido rojo de tirantes y abrió la puerta de la habitación V809.
La luz tenue de la habitación la dejó un poco aturdida.
Pero pronto vio la tenue luz roja de las velas en la habitación.
¡Velas rojas!
Junto al candelabro, había una botella de vino tinto ya abierta y algunos bocadillos.
En la silla de al lado, había un ramo de rosas rojas.
¡Yolanda casi se sumerge en este ambiente romántico!
¡Stuardo tenía tanto estilo!
Estaba llena de expectativas por lo que sucedería esa noche.
Tomó las rosas y olió su fragancia, sintiéndose algo mareada.
Se sentó en la silla con las rosas en sus brazos y sacó su teléfono celular.
Eran las diez de la noche, ¿por qué Stuardo todavía no había llegado?
¿Lo habría retenido el tráfico?
Pasaron otros quince minutos, y Stuardo aún no aparecía.
Empezó a ponerse ansiosa.
¿Él no vendría?
Pero esta habitación meticulosamente decorada no podría ser una obra improvisada de él, ¿verdad?
O tal vez, ¿envió un mensaje de texto equivocado?
Se sirvió una copa de vino.
Sosteniendo la copa con sus dedos, agitó suavemente el líquido rojo y tomó un sorbo con sus labios rojos.
¡Delicioso!
El sabor del vino era intenso y suave.
Eran las once de la noche.
La puerta de la habitación se abrió suavemente.
No esperaba que las cosas entre ellos avanzaran tan rápido, ni que estar con él fuera una experiencia tan maravillosa.
Él fue gentil y paciente con ella, lo que le permitió experimentar la alegría de ser mujer.
¡Lo amaba cada vez más!
Al pensar en esto, miró al hombre a su lado.
Él estaba acostado de lado, con marcas de rasguños en su delicada espalda.
Se las había hecho ella durante su apasionada noche.
Intencionalmente dejó su marca en él, como evidencia que ahora era su mujer.
Se acercó a él, haciendo que sus pieles se tocaran y sus temperaturas se fusionaran.
"¿Quieres más?" La voz ronca del hombre llegó a sus oídos.
Yolanda: "¡¡¡!!!"
¿Cómo no era la voz de Stuardo?
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