Amor, Guerra&Mi Marido Vegetativo romance Capítulo 278

Él, tenía un horrible aliento a alcohol, el cual echó sobre su mejilla.

Ella creía que él estaba borracho.

De lo contrario, sería imposible que la hubiera abrazado frente a tantos empleados.

Ángela quería levantarse de sus piernas.

Pero él la abrazaba fuertemente por la cintura, sin dejarla ir.

“Ángela, bebamos juntos...” él agarró la botella de vino y llenó un vaso, “¿Anoche te emborrachaste porque atraparon a Jacob?”

Aflojó su mano de su cintura.

Ella se levantó de inmediato de sus piernas.

Miró hacia donde estaba Vicente... ¿Dónde estaba?

“¡Stuardo! ¿Dónde está Vicho?” Ella miró el rostro sonrojado de Stuardo, ¡sintiendo que se estaba volviendo más astuto!

Seguro que mientras él la abrazaba a la fuerza, sus hombres se habían llevado a Vicho.

“Estaba tan borracho que, por supuesto, lo llevamos a descansar.” Stuardo le pasó lentamente un vaso de vino. “No te preocupes, no voy a hacerle nada malo a Vicente.”

Después de que terminó de hablar, el celular de Ángela sonó.

Lo abrió y mostró un nuevo mensaje de texto.

Era de Vicente.

—Ángela, no estoy borracho. Ha estado preguntando sobre el discípulo del Dr. Héctor toda la noche, así que tuve que fingir estar borracho. Probablemente te investigará, ten cuidado.

Al ver este mensaje, ella suspiró aliviada y luego se tensó.

Miró a Stuardo, aceptó con expresión complicada el vaso que le pasó y bebió un trago.

“¿Qué estabas haciendo afuera?” preguntó con voz baja después de beber un sorbo de vino.

Su pecho subía y bajaba levemente, su estado de ánimo había sido perturbado por él.

“¿Stuardo estaba borracho? Lo vi abrazarte y parecía un loco.” Tania describió con expresiones vivas, “¡Nunca había visto a Stuardo tan loco... me sorprendió!”

Ángela la miró exageradamente.

“Conozco a Stuardo por tanto tiempo, y siempre ha sido frío... A veces sospecho que es un robot.”

Ángela: “Si fuera un robot, ya le habría cortado la energía y no le daría la oportunidad de molestarme.”

Tania se convenció.

Las dos regresaron al salón de banquetes desde el baño, se sentaron y comenzaron a cenar.

“¿Quién te buscó hace un rato? Quería preguntarte, pero te fuiste con tanta prisa.” preguntó Tania.

“¿Adivina?” dijo Ángela.

Tania negó con la cabeza: “No puedo adivinar. Pensé en ello cuando saliste... básicamente todos los que conoces están aquí, ¿quién más podría buscarte?”

“Alexia.” Ángela tomó un trozo de carne y lo masticó lentamente. “Mi valor podría haber aumentado en más de quinientos millones de dólares.”

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