Amor, Guerra&Mi Marido Vegetativo romance Capítulo 302

Eran las siete de la mañana.

El Rolls-Royce negro se deslizaba lentamente por el patio delantero.

Lucía no había dormido en toda la noche, a

l ver a Stuardo regresar, se apresuró a la puerta de la sala.

Después de decirle la verdad a Soley anoche, Soley estaba bastante afectada.

Lucía se sentía muy culpable, porque

lo que se dice, como el agua derramada, no se puede recuperar.

A causa del frío, Stuardo temblaba mientras entraba en la sala.

"Señor, he cometido un gran error, por favor despídame", Lucía siguió a Stuardo.

Stuardo se detuvo, sus ojos rojos miraron a Lucía.

"Ayer le conté a Soley sobre las amenazas de la Dra. Fernández, por eso Soley no quiere recibir tratamiento", Lucía bajó la cabeza. "Es mi culpa. ¡No debería haber metido la nariz en sus asuntos!"

"¿Por qué le dijiste eso?" Stuardo frunció el ceño, visiblemente molesto.

"Dijo que esperaba que Ángela y tú estuvieran juntos, así que no pude evitar contarle la verdad", dijo Lucía en voz baja. "¡Despídame! Ya estoy vieja, me estoy volviendo despistada, ya no estoy apta para servirte."

La mirada de Stuardo se apartó de Lucía y dijo cansadamente: "Descansa. No hables de cosas demasiado complicadas con ella".

Lucía asintió sin atreverse a decir más.

Después del almuerzo, Stuardo llevó a Soley a dar un paseo.

El clima seguía siendo frío, el viento soplaba frío hasta los huesos.

"Soley, ¿tienes frío?", Stuardo le apretó la mano.

Soley negó con la cabeza: "Hermano, no quiero recibir más tratamiento."

"No puedes", Stuardo la rechazó sin pensarlo. "Ángela y yo nos divorciamos por problemas de pareja. Aunque rompa con la Dra. Fernández, no volveré a estar con Ángela. Así que no deberías verte afectada por nuestras cosas."

Soley intentó entender lo que él decía.

"Espero que en el futuro puedas ser más feliz", dijo suavemente.

Después de un momento de silencio, Soley de repente habló: "Tú no eres feliz, Ángela tampoco... Solo yo soy feliz todos los días. Sin tratamiento, estoy feliz todos los días. Así que, no quiero tratamiento".

"No necesito que me quieran. Solo quiero que estés sana", dijo Stuardo con una mirada sombría, sintiéndose un poco triste.

El primer día laboral después de las vacaciones,

Mike no pudo ir a la oficina, t

enía que cuidar a los niños en casa.

Ángela había estado en la habitación de Begoña desde hacía cuatro días sin salir.

Veía el video que había grabado en la reunión familiar de Navidad una y otra vez.

Nunca en sus sueños más locos se imaginó, que esa sería la última imagen que su mamá dejaría en este mundo.

Mike estaba desayunando con los chicos y t

enía pensado llevarlos a pasear ese día, s

i pasaban por su trabajo, pensaba llevar a los chicos a que lo conocieran.

De repente, la puerta del cuarto de Begoña se abrió.

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